Einstein lo sabía: ¿Por qué se envejece más rápido si viajas en avión?

- Dos fuerzas se superponen en el tiempo cuando volamos en avión: la gravedad y la velocidad.
- La teoría de la relatividad de Einstein ya predijo que volando en avión se envejecía antes que en la Tierra.
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Cuando vuelas en avión, más allá del ruido y el ajetreo de la vida cotidiana, se esconde un misterio fascinante: el tiempo fluye de manera diferente.
Albert Einstein, con su aguda percepción del universo, ya había insinuado esta peculiaridad. Ahora, la ciencia moderna nos ofrece una mirada más clara a este fenómeno, especialmente en lo que respecta a los viajes en avión.
Cuando viajamos en un avión, no solo nos desplazamos de un lugar a otro, sino que también entramos en un dominio donde las reglas del tiempo, según Einstein, cambian ligeramente.
Este efecto se debe a dos factores principales: la velocidad y la gravedad. La teoría de la relatividad especial de Einstein nos dice que un reloj en movimiento tiende a marcar el tiempo más lentamente en comparación con uno estacionario.
Imagina a un viajero intergaláctico que se embarca en un viaje a velocidades cercanas a la de la luz; a su regreso, descubriría que ha envejecido menos que su gemelo que se quedó en la Tierra.
Este fenómeno, conocido como dilatación del tiempo, es una piedra angular de la física moderna, aunque en el contexto de los vuelos comerciales, la diferencia es minúscula.
Se requieren millones de kilómetros en el aire para no envejecer segundos
Sin embargo, hay otro jugador en esta dinámica: la gravedad. La relatividad general de Einstein nos enseña que un reloj en un campo gravitatorio más fuerte (como en la superficie de la Tierra) avanza más lentamente que uno en un campo más débil (como a varios kilómetros en la atmósfera). Por tanto, a mayor altura, el reloj debería acelerarse.
En el caso de los aviones, estos dos efectos se superponen. Los aviones vuelan a altitudes suficientemente altas donde el campo gravitatorio débil acelera el reloj más de lo que la alta velocidad lo desacelera.
Así, los pasajeros de un avión, con la velocidad de hoy en día, envejecen un poco más rápido, aunque la diferencia es tan pequeña que incluso los viajeros más asiduos no notarían cambios significativos en su envejecimiento.
Para ilustrar esto con un ejemplo concreto, 16 millones de kilómetros volados equivalen a 59 microsegundos más de envejecimiento. Nada por lo que preocuparse.
Este fenómeno, si bien sutil y apenas perceptible en nuestra vida cotidiana, nos recuerda que el universo es un lugar de maravillas insondables, donde incluso un vuelo común puede rozar los límites de lo que Einstein alguna vez imaginó.
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Descubre más sobre Raúl Barrón, autor/a de este artículo.
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