Las pruebas de coeficiente intelectual se han asociado tradicionalmente con el nivel de inteligencia general, siendo una de las medidas más comunes para calcularla. Este sistema se está quedando atrás y cada vez son más personas las que huyen de los tests clásicos que se realizan en las escuelas de todo el mundo. 

¿La respuesta? Los exámenes para medir el coeficiente intelectual reducen la capacidad cerebral a unas pruebas en las que unas personas pueden destacar y otras fracasar. Otros piensan que son un arma para fomentar el racismo entre grupos, etnias o países con un menor acceso a la educación. 

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Los psicólogos Alfred Binet y Théodore Simon diseñaron en 1905 una prueba para medir la inteligencia de los niños de Francia. Las habilidades que se evaluaban y se siguen midiendo son razonamiento verbal, memoria y habilidades de visión espacial. El resultado de las pruebas es un número con la media de la nota obtenida en cada parte.

El término coeficiente intelectual (IQ) nace en 1912 y pronto se estandarizan estas pruebas. La media de la población será unos 100 puntos y cualquier puntuación por encima de 120 se considera como "muy inteligente", según IFL Science.

¿Qué información ofrecen las puntuaciones de coeficiente intelectual?

Es indudable que las puntuaciones de una prueba de coeficiente intelectual pueden aportar información de utilidad, especialmente cuando una persona muestra un rendimiento académico o laboral sorprendentemente alto o bajo. 

Un estudio ha relacionado un alto coeficiente intelectual con mejores resultados académicos y mayor crecimiento en el trabajo. Otra investigación ha demostrado que las personas con buen pensamiento racional tenían menos deudas y menor probabilidad de tener un embarazo no deseado.

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Los exámenes aportan información relevante en el ámbito académico y laboral, pero no dejan de ser una media de diferentes habilidades. Si una persona que se dedica a la comunicación tiene un IQ por debajo de la media pero destaca en razonamiento verbal, puede ser igual o más brillante en su trabajo que una persona que supera los 120 puntos.

Las pruebas de coeficiente intelectual tampoco tienen en cuenta algunas habilidades como la capacidad de trabajo, la inteligencia emocional, el trabajo en equipo o la capacidad de interacción social, por lo que ofrecen un resultado parcial.