Estados Unidos ha añadido otras 37 organizaciones, 33 de ellas de China, a su lista de empresas con las que los intereses estadounidenses no pueden interactuar sin licencia y, como os acabamos de decir, una de ellas lo ha conseguido debido a su desarrollo tecnológico sobre el control mental.

Como ya os recordamos hace unos días por el veto a DJI, este castigo se consigue solamente cuando una empresa supone una amenaza para la seguridad nacional norteamericana. O, como es el caso del fabricante de drones, por saltarse los derechos humanos.

Entre las organizaciones nombradas se encuentra la Academia de Ciencias Médicas Militares (AMMS) de China debido a que colaboran en la investigación de procesos biotecnológicos para apoyar el desarrollo de armamento de control cerebral para el ejercito chino.

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Un alto funcionario declaró a The Financial Times que China estaba utilizando biotecnologías emergentes para tratar de desarrollar futuras aplicaciones militares, como "la edición de genes, la mejora del rendimiento humano y las interfaces cerebro-máquina".

Y justo hace un año, el antiguo director de Inteligencia Nacional de EE.UU., John Ratcliffe, escribió un artículo para el Wall Street Journal en el que afirmaba que China había realizado pruebas en humanos con miembros del Ejército Popular de Liberación con la esperanza de desarrollar soldados con capacidades biológicamente mejoradas.

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De esta forma se puede confirmar que este movimiento de Estados Unidos por vetar este tipo de actividades no es una cosa puntual, sino que de verdad se trata de una práctica que tiene preocupado a todo un país.

La guerra del futuro seguramente no tenga nada que ver con lo que el ser humano ha hecho durante miles de años. Se acabó el frente de batalla y las trincheras. Al menos tal y como las conocíamos hasta ahora.