¿Por qué no todos los eclipses de la Luna son iguales?

Tras las nubes y la contaminación, el cielo nocturno oculta imágenes impresionantes del universo que nos rodea. Galaxias, planetas, estrellas e incluso la Vía Láctea son visibles a simple vista en las condiciones adecuadas.
Por supuesto, la contaminación lumínica y atmosférica, además de la propia distorsión creada por la atmósfera, hacen que usualmente no podamos observar más que unas pocas estrellas y la Luna.
Y es que incluso si usamos un telescopio, hace falta alejarse de pueblos y ciudades para echar un buen vistazo al cielo. La luz artificial de nuestro entorno impide usar adecuadamente herramientas de astronomía.
Pero hay un cuerpo celeste que casi siempre está visible, y que nos lo pone muy fácil a la hora de disfrutar las maravillas del cielo nocturno: la Luna. El solitario satélite terrestre está aproximadamente a 400.000 kms de distancia de la Tierra, pero podemos verlo con claridad la mayoría del tiempo.
Incluso desde ciudades repletas de luces, la Luna puede verse con gran detalle. Los cráteres más grandes del satélite se distinguen a simple vista, y le dan ese aspecto blanco y gris tan particular.
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No obstante, parece que apenas nos acordamos de la Luna, precisamente por ser algo que vemos de manera constante. Salvo en noches de luna nueva, siempre está presente en el cielo nocturno, y rara vez le prestamos atención.
La excepción a esto suelen ser los eclipses. Cada cierto tiempo se producen eclipses de diferentes tipos, y acaban promocionandose como si fueran un gran evento, pese a ser un fenómeno bastante común.
Lo que sí es cierto es que, por normales que sean, no todos los eclipses son iguales. Hay diversos factores que influyen en el tipo de eclipse que se produce, y que cambian drásticamente cómo vemos esos eclipses desde la Tierra.
¿Cómo ocurren los eclipses?
Para entender por qué hay diferentes eclipses, primero debemos comprender qué es exactamente un eclipse y por qué se producen. Principalmente porque el origen de un eclipse define el tipo de eclipse que se producirá.
Un eclipse requiere el alineamiento de tres o más cuerpos celestes. Los eclipses ocurren cuando un cuerpo celeste, ya sea un planeta o un satélite, pasa frente a otro cuerpo celeste, generando una sombra sobre un tercero.
Quizá esto parezca algo enrevesado de entender, así que para imaginarlo con facilidad es importante tener en cuenta varios factores. Lo primero que debemos considerar es que observamos los eclipses desde la Tierra, por lo que nuestro planeta siempre está involucrado en el proceso que lleva a estos eclipses.
Y debido a la distancia a la que están los demás planetas de nuestro sistema solar, esos planetas no generan eclipses desde nuestro punto de vista. Cuando algún planeta pasa frente al Sol y podemos verlo desde la Tierra, ese planeta es apenas un punto oscuro frente a la estrella.
A ese fenómeno lo llamamos tránsito, un término que simplemente señala el paso de un planeta frente a nuestra estrella. Y al estar a tanta distancia de nosotros, no producen una sombra suficientemente grande como para generar un eclipse.
Por ello, desde la perspectiva que tenemos desde la Tierra, los cuerpos celestes que toman parte en un eclipse son el Sol, la Luna y nuestro propio planeta. El alineamiento de estos cuerpos celestes tiene que ser muy preciso, por lo que los eclipses no ocurren continuamente.
Debido a que los eclipses dependen de la posición de varios cuerpos celestes, hay varios tipos de eclipses que pueden producirse dependiendo de en qué lugar se encuentran la Luna y la Tierra con respecto al Sol.
Los dos casos posibles implican que la Luna esté entre la Tierra y el Sol, o que la Tierra esté entre la Luna y el Sol. Lógicamente, el Sol no puede estar entre nuestro planeta y la Luna, ya que por su tamaño ni siquiera cabría.
Así que, en base a esas dos posibilidades (estando la Luna en medio o estando la Tierra en medio) pueden ocurrir dos tipos de eclipses: eclipses solares o eclipses lunares. Y la diferencia entre ambos es muy simple.
Eclipses solares

Los eclipses solares ocurren cuando la Luna, en su proceso de traslación (es decir, su órbita en torno a la Tierra), queda alineada entre el Sol y nuestro planeta. Si durante ese proceso los tres cuerpos celestes están adecuadamente alineados, el Sol queda parcialmente tapado, es decir, eclipsado, por la Luna.
Durante los eclipses solares, lo que vemos desde la Tierra es cómo la Luna pasa por delante del Sol, bloqueando momentáneamente parte de la Luz que llega desde esta estrella a la Tierra. Esto causa un efecto de sombra, y hace que mientras dura el eclipse, el día sea algo más oscuro de lo habitual.

Es lo que habitualmente nos viene a la cabeza cuando pensamos en un eclipse: el disco oscuro de la Luna bloqueando el Sol, y con un halo de luz a su alrededor, ya que dependiendo de diversos factores no siempre logra tapar completamente los rayos solares.
Y dentro de los eclipses solares, hay tres subtipos más. El primer subtipo sería el eclipse solar parcial. Esto ocurre cuando la Tierra, la Luna y el Sol no están perfectamente alineados, por lo que la Luna solo llega a cubrir una parte de la luz procedente del Sol.
El segundo subtipo serían los eclipses solares totales. En este caso, la alineación entre los tres cuerpos celestes es mucho más precisa, lo cual hace que la Luna pueda ocultar mucho mejor el Sol, llegando a cubrirlo por completo. La sombra que proyecta la Luna sobre la Tierra en estos eclipses hace que casi pueda parecer de noche.

No obstante, durante un eclipse solar total, solo puede verse cómo la Luna bloquea totalmente el Sol desde un área reducida de nuestro planeta. Concretamente desde el centro de la sombra que proyecta la Luna sobre la Tierra durante el eclipse.
Finalmente, el tercer subtipo serían los eclipses solares anulares. Son bastante parecidos a los eclipses solares totales, ya que también requieren que la alineación de los tres cuerpos celestes sea muy precisa.
La diferencia entre un eclipse solar total y uno anular está en la distancia a la que se encuentra la Luna de la Tierra en ese momento concreto. La Luna no está siempre a exactamente la misma distancia de la Tierra, y eso cambia el tipo de eclipses que se producen.
En el caso de los eclipses anulares, ocurren cuando la Luna está más alejada de la Tierra. Al haber mayor distancia entre ambos cuerpos celestes, la Luna cubre menos superficie del disco solar mientras pasa frente a él.
Esto hace que, cuando la Luna está justo frente al Sol, no lo bloquee por completo. Alrededor de la Luna puede verse parte del Sol, a modo de anillo, lo que le da nombre a este tipo concreto de eclipse.
Este tipo de eclipses son muy rápidos, y suelen durar apenas minutos debido a los movimientos de rotación y traslación de la Tierra y la Luna. Durante un eclipse solar deberás usar protección ocular si quieres mirar en dirección al Sol. Con o sin eclipses, mirar directamente al Sol nunca es una buena idea.
Eclipses lunares

Mientras que los eclipses solares ocurren porque la Luna se sitúa entre el Sol y la Tierra, los eclipses lunares son causados porque la Tierra se posiciona entre el Sol y la Luna, dejando así al satélite sin luz directa.
Los eclipses lunares solo son visibles cuando es de noche. Como ya sabrás, la Luna no emite luz propia; si la vemos tan brillante es porque su superficie refleja la luz procedente del Sol.
Y como en un eclipse lunar la Luna no recibe la misma cantidad de luz, durante el eclipse nuestro satélite puede mostrar unaapariencia bastante particular. Concretamente hay dos subtipos de eclipse lunar, cada uno con una apariencia propia.

El primer subtipo de eclipse lunar es el eclipse lunar total. Este tipo de eclipse ocurre cuando la Luna y el Sol están en lados opuestos de la Tierra. La luz solar hace que la Tierra proyecte su sombra sobre la Luna, oscureciendo así el satélite de su habitual brillo blanco.
Pero contrariamente a lo que podríamos pensar, la Luna no queda totalmente a oscuras. La luz solar es distorsionada por la atmósfera terrestre, y esto hace que la Luna acabe recibiendo algo de luz.
No obstante, nuestra atmósfera filtra la mayoría de luz azul, por lo que la luz que es proyectada hacia la Luna tiene tonos anaranjados y rojizos. Esto hace que la Luna se vea roja, y mucho menos brillante de lo habitual.
El segundo subtipo sería el eclipse lunar parcial. Estos eclipses parciales ocurren cuando la sombra proyectada por la Tierra solo cubre una parte de la Luna, mientras que el resto del satélite está aún al alcance de la luz solar.
En estos eclipses, lo que se ve desde la Tierra varía mucho dependiendo de la posición de cada cuerpo celeste. En ocasiones se ve simplemente una sección de la Luna oscurecida y el resto con su brillo blanquecino habitual. Pero en otros casos la parte visible de la Luna adquiere el mismo color rojizo que durante los eclipses lunares totales.
Debido al movimiento de la Tierra y la Luna, los eclipses lunares por lo general duran varias horas, ya que son un proceso muy gradual. Por suerte, puedes observarlos con tus propios ojos, sin necesidad de material de protección de por medio. A fin de cuentas, no es diferente a mirar la Luna directamente cualquier otra noche.
Particularidades de los eclipses
Con lo que hemos descrito hasta ahora, los eclipses parecen un fenómeno bastante sencillo que depende exclusivamente de la posición de la Tierra, la Luna y el Sol. Pero en realidad hay varios factores más a tener en cuenta.
Para empezar, no todo depende de que estos cuerpos estelares estén más o menos alineados. Si para un eclipse solo fuera necesario que la Luna estuviera entre el Sol y la Tierra, o que el Sol y la Luna estuvieran en lados opuestos de la Tierra, presenciaríamos eclipses durante cada luna llena y cada luna nueva.
Un factor importante para que se produzca un eclipse es que la Luna y la Tierra estén en el mismo plano orbital. Pero la órbita de la Luna está inclinada varios grados, lo cual impide que se den eclipses con tanta frecuencia.
En términos simples, esta órbita inclinada hace que la Luna a veces esté demasiado hacia “arriba” o hacia “abajo”. Por tanto, pese a que se alinean con frecuencia, no siempre actúa como barrera entre el Sol y la Tierra, ni tampoco queda siempre oculta por la propia sombra de nuestro planeta.
Además, el aspecto de un eclipse cambia dependiendo del lugar de la Tierra desde el cual lo estamos observando. Concretamente influye en que veamos un eclipse como parcial o total.
Esto es debido a que durante los eclipses, el cuerpo celeste que actúa como barrera de la luz del Sol proyecta dos tipos de sombras: umbra y penumbra.

La umbra es la parte más oscura y profunda de la sombra. Es la zona en la que la luz queda más bloqueada, y se vuelve más pequeña cuanto más se aleja del cuerpo que produce la sombra en cuestión.
Por otro lado, la penumbra es una sombra mucho más suave, causante de menor oscuridad. Cuanto más se aleja del cuerpo que está proyectando sombra, más amplio es el cono que forma.
Y dependiendo de si durante un eclipse estás en una zona de penumbra o en una zona de umbra, el tipo de eclipse que verás es diferente. Por ejemplo, para ver un eclipse solar total tendrás que estar en una región del planeta en umbra. Si estás en una zona en penumbra, el eclipse que verás será parcial.
Descubre más sobre Clara Luengo Ramos, autor/a de este artículo.
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