Estamos en pleno momento álgido de cenas de Navidad con amigos, compañeros de trabajo y con familiares. Y todavía nos queda la Nochebuena y Nochevieja. Además de esas personas, de las bebidas y del jamón, hay un invitado más: tu móvil.

Una de las últimas portadas de la revista The New Yorker, que se ha hecho muy viral, es una obra del artista Chris Ware donde se puede ver a una familia reunida en una cena del Día de Acción de Gracias, donde todos miran su móvil.

El artículo habla sobre cómo estamos creando memorias hoy en día, con miles de fotos y vídeos mundanos almacenados en nuestros móviles.

Esa portada es una representación perfecta de cómo nos comportamos hoy en día.

Siempre se ha dicho que en las reuniones familiares es de mala educación prestar atención a otras cosas que no sea la propia celebración. Es decir, que sacar el móvil en mitad de una cena puede parecer algo de poca educación o, incluso, visto como algo grosero.

Llevamos conviviendo con el móvil desde hace décadas y hoy en día no es que sea una herramienta, es que se ha convertido en un miembro más de nuestro cuerpo. Nuestra sociedad ha cambiado tanto para adaptarse a la hiperconectividad, que es hora de dejar claro algo: no es de mala educación sacar el móvil en medio de una cena de Navidad.

Lo siento, pero revisar una red social en busca de lo último que han publicado tus contactos no es grosero, seguramente sea más interesante que la conversación que están teniendo al lado. Muchas veces uno lo hace sin darse cuenta o, simplemente, porque se deja el móvil al lado de los cubiertos y tendemos a sujetarlo cuando no estamos comiendo. Se ha convertido en un reflejo, como agacharse cuando ves algo que se dirige a tu cabeza o cambiar de dirección cuando ves a tu jefe acercarse por ese pasillo.

No se puede maldecir el móvil por un comportamiento que algunas personas creen es antisocial cuando se hace exactamente lo mismo cuando hay una pantalla de televisión cerca.

Hay que reconocer que la capacidad de atención y concentración se ha reducido y se necesita de esa pantalla para poder seguir con la cena.

¡Adelante! Haz decenas de fotos de la comida, mira el móvil para ver las últimas felicitaciones de tus contactos de WhatsApp o lo que quieras. Lo mismo tu prima —la que no ves desde antes del inicio de pandemia— te ha escrito un mensaje gracioso “copia y pega” que ha encontrado por internet. O, por qué no, revisa Instagram para ver lo feliz que está la gente y la perfección de las mesas de Navidad de tus contactos, que aunque van a comer con su familia, han preparado una mesa como si viniese el embajador a cenar.

Por supuesto, hay límites a estos comportamientos. Por ejemplo, jamás reproduzcas un vídeo con el volumen encendido mientras estás con más comensales. Tampoco tengas el móvil en modo sonido, porque ¿qué clase de persona tiene el móvil con sonido a punto de empezar 2024?

La sociedad ha cambiado mucho desde que tenemos smartphones siempre en las manos, también lo han hecho las reglas sociales por las que nos solemos regir. Si de verdad quieres que la gente tenga conversaciones interesantes en una cena, avisa antes de sentarte y pide, por favor, que se abstengan de usar el móvil. Pero claro, prepárate un buen batallón de ideas para conversar y mantener a tus comensales entretenidos. Estás compitiendo con millones de otras personas publicando cosas seguramente mucho más interesantes que tu última anécdota en el trabajo.