El auge de las compras online en webs como Amazon, AliExpress o cualquier otro comercio electrónico ha llevado este proceso a una simplificación absoluta y, sobre todo, muy cómoda para el usuario. 

Sin embargo, algo que pocos conocen y que se oculta en las sombras es el complicado y costoso proceso de gestionar devoluciones —eso sí, solo para algunas empresas pequeñas y no tanto para estos dos gigantes—. 

Imagina que, ahora que se acercan los Reyes Magos o han pasado las Navidades, pediste un cepillo de dientes eléctrico durante una oferta en Amazon. Al abrir tu paquete, te das cuenta de que el cepillo no funciona.

Como es de esperar, decides devolverlo y reclamar el fallo que han tenido, un proceso que puede parecer sencillo, pero que, para los minoristas, se convierte en un doloroso problema para su bolsillo y para el medio ambiente. En 2022, representaron una pérdida de ventas de alrededor de 6.000 millones de dólares para los minoristas en Estados Unidos.

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El laberinto de las devoluciones de tus compras online

El viaje comienza cuando el consumidor devuelve los artículos a través de servicios como Correos, GLS o cualquier otro. Este transporte, junto con los costes de procesamiento, emite CO₂ y genera residuos de embalaje. Para el minorista significa incurrir en costes bastante altos, aproximadamente el 66% del valor del artículo devuelto, según estimaciones. 

El proceso de gestión de devoluciones, tal y como explican en The Conversation, lleva dos o tres veces más tiempo que el envío inicial del artículo, ya que implica desembalar, inspeccionar, volver a empaquetar y redirigir el producto, con todo lo que eso supone para la empresa.

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Luego, si un artículo se considera apto para la reventa, sigue un proceso adicional de transporte y empaque. Por otro lado, si ese producto está defectuoso, se envía al fabricante para reparación y restauración, lo que conlleva más emisiones de carbono. 

Si la reparación es posible, el producto reacondicionado se vende nuevamente. Sin embargo, cuando las reparaciones son costosas, a menudo es más barato para el minorista directamente deshacerse del artículo y olvidarse de este por completo.

El destino final para algunos productos no vendibles es el vertedero, contribuyendo al crecimiento de desechos, que aumentó a casi 11.500 millones de euros en 2022. Es cierto que, al final, no es tu culpa haber recibido algo en mal estado, pero claro, las empresas ya están poniendo sobre la mesa sus propias cartas.

Como es de esperar, a medida que los minoristas buscan reducir pérdidas, el fin de la era de devoluciones gratuitas podría estar cerca, con el 41% de los minoristas ya cobrando por envíos de devolución.