En un mundo donde la información fluye a través de las pantallas, ya sea mediante un ordenador o un móvil o incluso a través de las palabras que se emiten en una conversación de forma diaria, la estafa se ha convertido en una actividad cada vez más frecuente y peligrosa. 

Los estafadores ya no se limitan a timadores en la calle o artimañas perfectamente detectables; ahora operan en un entorno donde las palabras son sus herramientas y su ingenio es su mayor activo y, realmente funciona.

"Aprovechan habitualmente temas que están de plena actualidad en ese momento, como puedan ser atentados, catástrofes, guerras… También es habitual enmascarar los correos de phishing detrás de proveedores reconocidos que habitualmente suelan remitirnos información o con los que tengamos alguna relación (proveedores de servicios de agua, luz o teléfono, empresas de mensajería que han de entregar un paquete, AAPP que nos avisan de un trámite, una multa o de un pago necesario y urgente,…)", explica en una entrevista para Computer Hoy Miguel López, Director General de Barracuda Networks.

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Utilizan un lenguaje persuasivo y convincente para engañar a sus víctimas y llevar a cabo sus engaños. Algunas de las tácticas más comunes incluyen:

• El miedo: los estafadores a menudo crean situaciones de pánico y urgencia para presionar a las personas a tomar decisiones impulsivas. Pueden afirmar que hay un problema grave con tu cuenta bancaria o que enfrentarás consecuencias legales inmediatas si no actúas de inmediato.
• La autoridad falsa: al hacerse pasar por profesionales de confianza, como agentes de policía, abogados o empresas reales, los estafadores ganan la confianza de sus víctimas. Utilizan un lenguaje que suena solemne y persuasivo.
• La empatía: a veces, los estafadores adoptan un enfoque más suave, elogiando a sus víctimas y mostrando empatía hacia sus problemas. Esta táctica busca crear un vínculo emocional que haga que bajen la guardia.
• La sobrecarga de información: los estafadores pueden inundar a sus víctimas con información confusa o detalles técnicos para confundirlas y evitar que cuestionen su autenticidad.

"Si hay un denominador común es la urgencia. En casi todos los casos se nos pide que hagamos algo con mucha urgencia para evitar un mal terrible que está a punto de suceder. Conviene desconfiar de cualquier correo que encaje en este esquema (urgencia por efectuar un pago o proporcionar unos datos sensibles) y realizar comprobaciones adicionales antes de seguir sus instrucciones, pues en muchos casos no será legítimo", explica el experto.

Las trampas escritas: el arte de los correos electrónicos y mensajes falsos

La estafa no se limita al ámbito verbal, ya que los estafadores también han perfeccionado el arte de los correos electrónicos y SMS falsos: 

• Phishing: los estafadores envían correos electrónicos que parecen provenir de empresas legítimas, como bancos o compañías de tecnología, y solicitan información confidencial, como contraseñas o números de tarjetas de crédito.
• Mensajes de texto fraudulentos: los mensajes de texto falsos a menudo contienen enlaces a sitios web fraudulentos o números de teléfono donde las víctimas son llevadas a dar información personal.
• Ofertas Irresistibles: los estafadores pueden enviar correos electrónicos o mensajes que prometen premios o descuentos increíbles a cambio de información personal o financiera.
• Suplantación de identidad: al hacerse pasar por amigos, familiares u otras personas, los estafadores buscan ganar la confianza de las personas y persuadirlas para que compartan información confidencial o realicen transferencias de dinero.

"Son muy típicos y habituales, y más aún a medida que nos acercamos a la temporada de compras del Black Friday y Navidad, los correos que nos invitan a comprar un artículo a un precio ridículamente barato. También aquellos que nos informan de que para recibir nuestro paquete hemos de proporcionar nuestras credenciales de acceso o efectuar un pago", añade el experto.

"Otras pistas que nos deben hacer desconfiar son la mala o extraña redacción gramatical y ortográfica del correo o la página web a la que se accede, direcciones de email o web extrañas o no habituales, precios o ventajas demasiado buenos para ser ciertos (señal de que no lo son)… En general, siempre se debe pensar con detenimiento antes de seguir las instrucciones que recibimos en un email, un SMS o una llamada de teléfono", finaliza Miguel López.

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Con todo esto, para protegerse de estas artimañas, es fundamental verificar la fuente de la comunicación, evitar compartir información sensible en línea, mantener la calma ante situaciones complicadas, utilizar software de seguridad y educar a tus seres queridos sobre las estafas en línea. 

La conciencia y la precaución son tus mejores defensas en esta batalla contra las palabras envenenadas de los estafadores.