Hace 30 años, un científico alemán ideó un método para hacer transparente la madera. Su idea, aunque algo loca, lo cierto es que no tuvo repercusión hasta que un investigador sueco, Lars Berglund, la retomó con un objetivo en mente: crear una alternativa más resistente al plástico.

La madera transparente no solo es un material realmente extraño por su estética, sino que también ofrece varias formas para sacarle provecho, convirtiéndolo en una opción más que útil. Su resistencia la convierte en una opción perfecta para, por ejemplo, pantallas de smartphones, ventanas y hasta elementos estructurales.

Vale, pero ¿cómo se hace? El proceso para crearla la verdad que no es sencillo —ni barato—, pero básicamente se basa en eliminar la lignina, el "pegamento" que da a la madera su color y opacidad. Luego, se rellenan los espacios vacíos con un material que permita el paso de la luz, como la resina epoxi.

Los expertos comentan que es hasta 10 veces más resistente que el vidrio y 3 veces más que el plástico, convirtiéndose así en una idea algo loca en un inicio que ahora se ha convertido en una potencial opción para aplicarse en situaciones donde la resistencia es la clave. Además, también es un excelente aislante térmico, por lo que puede ayudar a los edificios a ser más eficientes energéticamente.

"Creo sinceramente que este material tiene un futuro prometedor"

Inicialmente, y tal y como comentan, el proceso de producción de madera transparente era poco ecológico. Sin embargo, los investigadores están adoptando medidas para hacerlo más respetuoso con el planeta. 

Se trabaja actualmente con resinas biológicas —derivadas incluso de cáscaras de frutas— y métodos de blanqueo basados en luz UV y peróxido de hidrógeno, reduciendo la necesidad de uso de productos químicos agresivos. Aunque aún no se ha conseguido alcanzar el mínimo impacto, parece que poco a poco se está alcanzado esta meta.

Eso sí, matizar que, por el momento, todo esto de la madera transparente aún está en una fase temprana. Su alto costo de producción y los problemas de escalabilidad para piezas de gran tamaño aún son retos a superar. Sin embargo, investigadores y empresas ya están visualizando su uso en pantallas más resistentes, ventanas inteligentes o incluso revestimientos para coches.