Amy Molloy, una estafadora británica de 24 años, ha sido sentenciada a dos años de prisión por aprovecharse de ancianos, incluido un hombre de 96 años, y estafarles en torno a 170.000 euros. 

Durante cinco meses, la estafadora visitó a ancianos en toda Inglaterra haciéndoles creer que representaba a su banco y que sus tarjetas bancarias estaban comprometidas, tal y como cuenta la propia policía de North Yorkshire en Reino Unido.

Según el fiscal, del caso, Molloy le dijo a un amigo: “Estoy estafando a la gente por dinero. Es mi principal fuente de ingresos“. Durante 5 meses y por todo el país, hizo pensar a personas mayores que tenía un paquete para ellas, o que era un representante de su banco, para pedirles su tarjeta de crédito o anotar los datos. No tenía antecedentes penales.

A principios de 2021 contactó a un hombre de 86 años y logró convencerlo de que entregara su tarjeta de crédito. Después de sacar 300 euros en un cajero para comprobar su funcionamiento, gastó 8.000 euros en productos Apple. 

Perfeccionada la técnica, la siguiente víctima fue una mujer de 70 años. De nuevo, haciéndose pasar por representante de su banco, acudió a su encuentro y engañó a la víctima de que su tarjeta estaba dañada y necesitaba llevársela. Una vez más, la acusada la utilizó para realizar compras en la Apple Store por un total de 8.200 euros.

El detective Neil Brodhurst, de la Unidad de Delincuencia Económica de la Policía de North Yorkshire, y quien ha dirigido la investigación, declaró que:”Molloy se propuso atacar a algunas de las personas más vulnerables de nuestra sociedad, los ancianos, para beneficiarse económicamente. Viajaba de un condado a otro, delinquiendo de una zona a otra”.

Hasta en 6 ocasiones, la astucia de la estafadora radicó en su habilidad para ser afable y transmitir seguridad, evitando levantar sospechas y asegurándose de que cada paso de su estafa fuera exitoso.  Una tras otra, las víctimas quedaron sorprendidas por la apariencia “sonriente y cortés” mientras llevaba a cabo sus engaños.

El juez Simon Hickey condenó a Molloy a dos años de prisión debido a su explotación de víctimas de avanzada edad y su desplazamiento a diferentes áreas en su automóvil para cometer los delitos. Las seis víctimas de la estafa tenían entre 70 y 96 años y residían en diferentes lugares de Inglaterra.

La estafadora alega que seguía las instrucciones de otra persona

La acusada se declaró culpable de varios cargos, incluyendo fraude por falsa representación, uso fraudulento de tarjetas bancarias y robo. Alegó que actuaba siguiendo las instrucciones de un hombre que le decía dónde recoger y utilizar las tarjetas, y que él se llevaba el dinero y los artículos comprados, y le entregaba sumas de 600 euros.

La investigación policial llevó a la detención de Molloy por parte de la unidad de delitos económicos de la policía de North Yorkshire. Actualmente, la acusada depende del crédito universal y tenía planes de ganarse la vida mediante un negocio de venta en línea de diseños digitales.