La guerra tecnológica entre Estados Unidos y China parece que se toma un descanso. No ha terminado, y ambas potencias parecen lejos de llegar a un acuerdo total, pero, al menos, parece que han firmado una tregua que permitirá que el precio de los productos tecnológicos no suba debido a los nuevos aranceles.

2018 ha sido un año en el que la política de ''Estados Unidos primero'' de Donald Trump se ha traducido en una subida de los aranceles. El plan del magnate y presidente norteamericano es golpear a China con un aumento progresivo de los aranceles en más de 200.000 millones de dólares.

La intención es que las empresas norteamericanas, y las que quieran sumarse, no produzcan en China y luego vendan en Estados Unidos, sino que produzcan en suelo estadounidense para generar más riqueza en dicho país. Claro está, el sector tecnológico es uno de los más golpeados, ya que la inmensa mayoría de la producción se encuentra en las grandes factorías de China.

Sin ir más lejos, y hablando de nombres propios, Trump ha atacado varias veces a Apple, amenazando a los de Cupertino de una subida de precio si no trasladan su producción al completo a Estados Unidos, una amenaza que se repitió recientemente con un tono socarrón por parte del presidente norteamericano.

Sin embargo, parece que aún no habrá nuevos impuestos a la tecnología por parte de Estados Unidos. Y es que, se acaba de producir una reunión muy esperada entre Xi Jinping y Donald Trump tras la reunión de Argentina del G20. Como decimos, no se ha llegado al acuerdo total, pero sí se han aplazado los tiempos. 

Concretamente, ambas potencias se han dado 90 días para entablar de nuevo las conversaciones, aunque según los allegados a los mandamases de ambos países, el conflicto está lejos de superarse, ya que la postura de ambos presidentes es opuesta.

Trump quiere que la primera potencia mundial siga siéndolo, y eso pasa por dejar de comprar más de lo que vende (algo que pasa en la actualidad). Jinping tiene planeado convertir China en la primera potencia mundial antes de 10 años, por lo que está en una situación cómoda en estos momentos.

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Los afectados, de imponerse los aranceles comerciales, seremos nosotros, ya que el aumento de los precios, según algunos analistas, sería de un 10%, como mínimo, en productos tecnológicos. Eso sí, hay que recordar que estos nuevos aranceles no se limitan a los productos tecnológicos y componentes, sino a prácticamente la totalidad de lo que Estados Unidos importa de CHina.