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Cómo evitar que se humedezca la mascarilla y poder respirar mejor en invierno con ella

Mascarilla FFP2

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Foto del redactor Carolina González ValenzuelaFoto del redactor Carolina González Valenzuela

Redactora de Tecnología

La mascarilla se ha convertido en un elemento más en nuestro día a día y la llegada del frío hace que por dentro se nos vaya humedeciendo generando bastantes molestias. Te contamos como resolver este problema y por qué se produce.

El aire que echamos por la boca al respirar es caliente (a unos 35ºC) y está húmedo (un 95 %). Este, con las temperaturas bajas del invierno pasa de estado gaseoso a líquido muy rápido y se convierte en forma de vaho (el famosos humo que nos sale por la boca).

Sin embargo, la presencia de la mascarilla tapándonos constantemente la boca hace que el aire que expulsamos se condense por dentro, humedeciéndola en mayor proporción que en verano.

"Aparte de ver disminuida su capacidad de filtración, una mascarilla mojada puede aumentar la humedad relativa en el espacio entre la cara y el protector y dar lugar a la aparición de las afecciones dermatológicas, como eccemas, acné o foliculitis", advierte Pedro Ojeda, miembro de Sociedad Española de Alergología e Inmunología (SEAIC).

Y es que, el material con el que están diseñadas las mascarillas cambia sus propiedades y su capacidad de filtración cuando se ve afectada por la humedad, tanto si es por la condensación de nuestra respiración como si la moja la lluvia. Como confirma la SEAIC, recomiendan llevar una o dos de repuesto durante los meses de invierno. 

La única forma de evitar esta condensación interior es mantener la temperatura de la cara exterior de la mascarilla menos fría. Esto podemos conseguirlo, por ejemplo, con una bufanda o braga que nos cubra por completo, además del cuello, la boca.

Sin embargo, el aislante que genera la mascarilla junto con el elemento que usemos para protegerla del frío puede provocar problemas al respirar (a mayor grosor, mayor aislamiento y peor respirabilidad), por lo que cambiarla con más frecuencia es más sencillo, y aunque realmente supone un gasto, si lo comparamos con el coste del contagio, sale realmente rentable.

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Redactora de Tecnología, especializada en inteligencia artificial y ciberseguridad.

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Etiquetas: Salud