Ikea es una tienda conocida por distintos aspectos: el precio de los muebles, el que tenga que montarlos el cliente, los desayunos de sus cafeterías y los lápices. Pero esto último tiene fecha de caducidad y parece que en un futuro próximo van a dejar de regalarlos. El principal motivo por el que ocurrirá son los cambios en los hábitos del consumidor.

Los lápices se malgastan, pierden, roban y se tienen que reponer con demasiada asiduidad, Además, empiezan a ser inútiles en un mundo cada vez más digitalizado.

La rentabilidad y sostenibilidad que supone el tener miles de lápices en cada tienda choca con su uso. Según Ikea, “más del 60% de nuestros clientes no hacían uso de nuestro icónico lápiz y reconocían utilizar su teléfono móvil”. Algo que todos ya sabemos que ocurre y no deja de aumentar, la modernización del sistema de compra va unido a su digitalización.

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Ahora los clientes prefieren fotografiar los números con los móviles antes que escribirlos para luego tener que coger el producto en el almacén. De este modo no solo se evita el uso de lápices, también el del papel.

En todo caso, cada vez hay menos lápices en las tiendas y algunas empiezan a carecer de producto, lo que provoca que muchos clientes busquen y pregunten a dependientes por ellos. Está claro que la desaparición de los lápices irá unido a un cambio de costumbres en la clientela, que muchas veces no solo coge lápices para comprar, también para tener en casa o, en el caso de los niños, jugar con ellos.

De todas formas, no desaparecerán del todo, todavía guardarán un buen número de ellos, aunque quizá haya que pedírselos a dependientes. Al fin y al cabo, es lógico, el gran número de lápices que fabrica Ikea y que acaban por desecharse o se utilizan mal no tienen sentido en un mundo cada vez más digitalizado.