La potencia sin control no sirve de nada, y eso lo tienen clarísimo en Bugatti. Los superdeportivos no solo destacan por la potencia bruta y por una aceleración de infarto, sino por la capacidad de sus pinzas y pastillas de freno para frenar más de 1.000 vc sin desintegrarse. Y eso, ahora, ha dado un paso más gracias a la impresión en 3D de la primera pinza de freno.

No, tranquilos, no es que ahora se vayan a imprimir pastillas de freno en plástico. Las impresoras 3D (y se está invirtiendo en ellas) se adaptan al material que se introduzca, siempre que estén preparadas para ello, claro, y en el caso de la impresora de Bugatti, de Volkswagen, para ser concretos, se utiliza polvo de titanio.

Concretamente, se utilizan 2.213 capas de polvo de titanio para crear unas pastillas que son capaces de superar los 1.000 grados al frenar el vehículo. Os dejamos el vídeo de la primera pinza de freno impresa en 3D a continuación, un vídeo tan salvaje como hipnotizante:

Para crear cada una de las pastillas se han empleado 45 horas de trabajo (por parte de la impresora) y la mayor ventaja es que el peso de las piezas se ha reducido considerablemente, de los casi 5 kilos de cada una a solo 3 por pinza. Esto permite que el coche pese unos kilos menos y sea más eficiente.

Así pues, ya veis que las impresoras 3D no solo sirven para crear piezas en plástico, también para crear algo tan importante como una piza de freno. Además, este es un primer paso para aplicar este tipo de piezas a los coches de calle, los que abarataría el proceso de creación, las piezas y, además, haría que los coches fueran más eficientes al reducir el peso.