No se puede negar que el enfrentamiento en el que se encuentran estos días el FBI y Apple hace pensar que tal vez los iPhone sean muy seguros en comparación con otros móviles. Que hasta haya presiones del gobierno para que Apple cree puertas traseras que permitan acceder a sus móviles es reseñable. Sin embargo, no hay sistema infranqueable.

Las presiones a Apple que os contamos surgieron de la necesidad que tenía el FBI por acceder a los móviles bloqueados de dos implicados en el tiroteo de Penescola. Sin embargo, en Forbes comentan que seguramente ya han podido acceder a ellos.

El FBI ha utilizado la herramienta GrayKey para lograr desbloquear móviles iPhone 11 Pro Max, considerados como los más seguros, por lo que no debería haber tenido problemas con los móviles que han generado una polémica en la que hasta el presidente Donald Trump ha participado. Al fin y al cabo, los móviles de los implicados eran iPhone 5 y iPhone 7.

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El iPhone 11 Pro Max desbloqueado era de un acusado por otra causa que no tenía nada que ver con el tiroteo de Pensacola y que asegura que nunca dio la contraseña al FBI. Lo que lleva a pensar que tal vez esto sea una estrategia más allá de un caso particular.

Teniendo el FBI la posibilidad de entrar en los iPhone mediante herramientas capaces de desbloquear los teléfonos, se baraja que esta presión solo sea para que Apple ceda y ponga de serie una puerta trasera que permita acceder sin invertir grandes cantidades de tiempo y dinero en hacer el trabajo de móvil en móvil.

La opinión de Apple respecto al tema es la misma que citamos anteriormente: “Siempre hemos mantenido que no existe una puerta trasera solo para los buenos. Las puertas traseras también pueden ser explotadas por quienes amenazan nuestra seguridad nacional y la seguridad de los datos de nuestros clientes”.

En todo caso, la información publicada por Forbes da mayor amplitud al debate en el que parece que todos los frentes se centran en si Apple debe crear esas puertas traseras. Se hace complicado que resista mucho más vista la energía con la que Donald Trump toma decisiones en favor o en contra de algunas empresas. Veremos si esta presión no acaba en los tribunales.