PlasticARM hace posible el futuro flexible del Internet de las Cosas
Los avances en el mundo de los microchips han conseguido que se fabrique el primer primer procesador ARM funcional sin necesidad de silicio, lo que posibilita un mundo conectado a niveles nunca antes visto.
Los procesadores basados en el silicio son la base de nuestra informática actualmente. Se encuentran en nuestro ordenador, en nuestra tablet, en nuestro portátil y en nuestro frigorífico. Tienen un potencial increíble, son fiables, pero no siempre son necesarios.
Dependiendo de qué necesitemos o para qué los queramos, los chips de silicio no son los más ideales por su precio, su robustez y su tamaño, como pasa con el IoT. Por eso, desde hace años se trabaja en crear chips sobre sustratos alternativos como el papel, el plástico o láminas metálicas.
Utilizando estos materiales semiconductores sobre finas películas se consiguen una serie de ventajas sobre el silicio, como son la delgadez, la flexibilidad y los bajos costes de fabricación.
Y es que los transistores de película fina (TFT) pueden fabricarse en sustratos flexibles a un coste considerablemente menor que el de los transistores de efecto de campo metal-óxido-semiconductor (MOSFET).
En esa dirección comenzaron a investigar Arm Research junto con PragmatIC en 2013, y en 2015 se construyó el primer PlasticArm, el cual fue mostrado en el escenario de la TechCon por Mike Muller, el CTO de Arm en ese momento.
Pero no fue hasta el 27 de octubre de 2020 cuando se fabricó el primer procesador Arm sin silicio totalmente funcional del mundo, el cual se llamó PlasticARM. Pese a estar basado en Cortex-M0, con sólo 128 bytes de RAM y 456 bytes de ROM superó por 12 veces el anterior chip flexible creado.
Su hito fue tal que incluso salió un artículo en Nature explicando las posibilidades del material y el complejo proceso de fabricación.
Según los investigadores, el potencial de esta tecnología es increíble, ya que ofrecería la posibilidad de integrar sin problemas miles de millones de microprocesadores ultrafinos y conformables de muy bajo coste en los objetos cotidianos.
Y por ende, ello que supondría un gran avance en elInternet de las Cosas.
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Descubre más sobre Chema Carvajal, autor/a de este artículo.
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