Los millennials pierden su sitio en las redes sociales y Elon Musk tiene mucha culpa de ello

- Se intuye una tendencia entre los millennials: cada vez se sienten menos identificados con las redes sociales.
- La preocupación por la salud mental, las responsabilidades y los cambios en Twitter, su último refugio, les dejan sin sitio a donde ir.
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Los millennials son los hijos de los paraísos perdidos, han pasado por esto más veces, saben reinventarse, moverse entre fronteras, conocen el sabor amargo del desinterés del que vio nacer y morir. ¿Están abandonando el barco que ellos mismos construyeron? ¿Se van los millennials de las redes sociales?
Hay una paradoja del mundo clásico que bien podría explicar el nuevo paradigma que enfrentan la generación millennials: la Paradoja de Teseo. ¿Sigue Twitter siendo Twitter si se llama X y todas las piezas que hacían la red social ya no son?
Los nacidos en torno a los 90 —de entre 26 y 35 años hoy en día—, depende a la fuente, sea quien sea que establece estos cánones que preguntes, tienen en común ciertas cosas.
Conocieron un mundo sin Internet, vivieron los felices años 2000 —de opulencia económica—, hicieron travesuras en un Internet salvaje, casi todo campo, y vieron como muchas cosas se vaciaban y perdían su sentido, cómo otros las tomaban y las adulteraban o banalizaban, las mercantilizaban o las sacaban partido, sin su permiso.
Los nuevos, los centenialls o Z, pueden decir que nacieron con fotos con varios likes, pero no que vieron extinguirse una red social y acabar convertida en compañía de móvil —R.I.P. Tuenti—. Ahora, parece una tendencia que se constata: los fundadores se alejan de las redes, ya no les encuentran el sentido, no se las creen más.
No hay sitio para los millennials después de Twitter

TED/ Twitter/X
Facebook fue el primer éxodo masivo silencioso. El que había sido encuentro primigenio quedó condenado a cementerio de elefantes y convenciones familiares varias. Su mayor utilidad: recordar los cumpleaños.
La estética de Instagram se vació y quedó en un nicho para promociones, y TikTok nunca encajó, demasiado banal, demasiado adictivo, demasiado implicado en recordar —de manera sonrojante— que ya no eran los más jóvenes. A nadie le gusta eso.
He aquí el quid de la cuestión. Los eternos infantiles también se hacen mayores, por deprimidos que estén. Para los Z importa ser parte del grupo, molar, tener likes. Son sus reglas, nacieron en eso, pero las normas de los millennials una vez estuvieron fuera de las redes y condicionaron estas, y no al revés, y eso no se puede olvidar.
Minimalismo digital, ausencia de redes sociales, salud mental, reconexión con lo mundano, ascetismo de Internet, aburrimiento, responsabilidades o nostalgia crónica. Se sienten incapaces de volver a sentir un sabor original, siempre adulterado o copia, llámalo X, nunca mejor llamado.
Wired lo explica así: los millennials no tienen lugar donde ir, no después del desastre de Twitter llamado Elon Musk. Ya no creen en nada. Citan grandes hitos sociales y debates bajo el ala del pajarito azul, que no hubieran sido sin la red social más social, gestas del pasado, que no volverá.
Las esencias se pierden, y si supieron ser, fue por efímeras. Era Twitter la red que resistía como impulsora de una conversación —más o menos acalorada y constructiva— con posibilidad de ser adulta, aquella que no podía robar el mercado o los niños Z. Para los millennials un lienzo —que llenar— y no un espejo —al que preguntar— otro barco de Teseo más por el camino.
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