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Por qué las cámaras de cine son tan caras

Por qué las cámaras de cine son tan caras
Si puedes grabar vídeos de mucha calidad utilizando una cámara de poco más de 1.300 euros, ¿por qué las cámaras de cine son tan caras? Te contamos qué diferencias existen entre las cámaras de consumo y las cámaras profesionales para cine que justifican su elevado precio.

La tecnología integrada en las cámaras digitales de consumo actuales las ha situado en las cotas más altas de calidad. Esto hace que muchos creadores audiovisuales utilicen cámaras digitales de consumo como las que cualquier usuario podría tener en casa.

Sin embargo, todavía existe un reducido ámbito de estas producciones que todavía utiliza cámaras de grabación específicas que tienen un coste que muy pocos usuarios podrían afrontar. Nos referimos a la industria del cine y al elevado precio de las cámaras que se usan en los rodajes.

Una cámara como las que se utilizan en los rodajes de cine cuesta entre 3.000 y 28.000 euros, solo el cuerpo. La configuración completa con un objetivo, respaldo de datos, visores, soportes y demás accesorios puede alcanzar fácilmente los 110.000 euros. ¿Por qué las cámaras de cine son tan caras si cualquier smartphone ya es capaz de grabar en 4K?

Por qué las cámaras de cine son tan caras

Por qué las cámaras de cine son tan caras

Sensores avanzados con mejor gestión del color

El sensor es la clave que marca la diferencia entre una cámara de consumo y una cámara específicamente diseñada para el cine y, aunque existen algunas similitudes de base, su rendimiento es muy superior.

Es cierto que los sensores de consumo han avanzado en cuanto a prestaciones, pero la mayoría de ellas se han hecho a remolque de los desarrollos que previamente se han implementado en la industria del cine.

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Un ejemplo claro lo encontramos en la capacidad de algunas cámaras de gama alta para grabar a una resolución 6K para, mediante un sistema de postprocesado interno, escalarlo a 4K para lograr una mayor definición de imagen.

En las cámaras con las que se graban las películas y series, los sensores ya trabajan con resoluciones de hasta 8K y el tamaño del sensor es todavía más grande porque el estándar de la industria es el formato Super 35 mm, mientras que en el ámbito de consumo el mayor tamaño disponible es el Formato Completo de 35 mm (Full Frame).

Por qué las cámaras de cine son tan caras

El aumento de tamaño y resolución del sensor no es lo único que justifica que las cámaras de cine sean tan caras, la mejora también afecta al rendimiento de los sensores, que permiten la captación de un rango dinámico de colores mucho mayor.

Por poner un ejemplo sencillo, las mejores cámaras fotográficas del mercado solo llegan a captar una diferencia lumínica de hasta 11 pasos de diafragma, mientras que los sensores de algunas cámaras de cine consiguen captar hasta 17 pasos de diafragma. Una cantidad considerable teniendo en cuenta que se estima que el ojo humano puede captar de media unos 15 pasos de diafragma.

Esto se traduce en una mayor capacidad de captación de la luz y, por tanto, en obtener una visión más realista y natural de nuestro entorno. A ello también hay que sumarle una mayor sensibilidad a la luz.

Por qué las cámaras de cine son tan caras

Prácticamente todas las cámaras para cine utilizan sistemas de doble ISO base a partir del cual se consigue maximizar la captación de luz del sensor aumentando la temperatura, pero manteniendo a raya la aparición de ruido en la imagen.

El resultado directo de esta característica son imágenes más luminosas incluso con poca luz y una mejor captación de los detalles, consiguiendo un mayor detalle en las texturas de la piel.

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El elevado precio de las cámaras de cine también encuentra justificación en cómo lee la información del sensor. Los sensores CMOS de las cámaras de consumo hacen un barrido horizontal de la información del sensor, lo cual implica que en muchos casos se genere el llamado efecto Rolling shutter o efecto gelatina.

Esta anomalía hace que se deformen las líneas verticales durante un movimiento lineal, algo que visualmente no es deseable. En algunas cámaras de cine, en cambio, se utiliza un sistema de barrido rotatorio en el que se cambia la dirección de lectura del sensor evitando así cualquier tipo de defecto en las imágenes.

Procesadores de alta capacidad para no perder información

La mejora en el rendimiento del sensor también tiene sus consecuencias negativas, pero las características de uso de las cámaras de cine hacen que sea mucho más sencillo implementar soluciones que en los modelos destinado a un mercado de consumo.

Una de las principales limitaciones a la hora de grabar vídeo de alta calidad en cámaras de consumo, incluso en las de gama alta, es el calentamiento del sensor y del procesador. Al grabar a altas resoluciones, el procesador que gestiona la información del sensor debe aumentar su rendimiento y aumenta su temperatura pudiendo llegar a dañarse.

Por qué las cámaras de cine son tan caras

Por ello los fabricantes establecen limitaciones de tiempo en la grabación de vídeo 4K o de temperatura, para así evitar el sobrecalentamiento. Cuando la temperatura alcanza un determinado valor, la cámara emite un aviso y se apaga para dejar enfriar los componentes.

En cambio, las cámaras para cine no cuentan con esas limitaciones. ¿Imaginas tener que parar el rodaje de Los Vengadores o de El Señor de los Anillos para que se enfríen las cámaras?

Las cámaras para rodaje de cine no son tan susceptibles de añadir algo de peso o volumen al cuerpo de la cámara, por lo que en su interior montan sofisticados sistemas de refrigeración evitar que sus componentes se calienten en exceso tras horas de uso.

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Contar con un sensor más eficiente no solo afecta al precio final de las cámaras, sino que también obliga a los fabricantes a mejorar otros componentes para aprovechar mejor el potencial de esos sensores. El más destacado es el procesador, que gestiona y procesa toda la información captada por el sensor a una velocidad de vértigo.

Por ejemplo, de él depende la velocidad de captura, que en el caso de las cámaras de cine pueden obtenerse tomas en formato RAW a una resolución 2K y una velocidad de 240 fps. Esto hace posible que, al reproducirlo a los 24 fps estándar de la industria del cine, se pueda disfrutar de una cámara superlenta de 10x, haciendo que las escenas épicas en las que los personajes se mueven a cámara lenta se reproduzcan con la máxima calidad y fluidez.

Por qué las cámaras de cine son tan caras

Otra de las características que justifica el elevado precio de las cámaras para rodaje de cine es la gran capacidad de captación de información de su procesador. Este es capaz de gestionar una grabación lineal con una profundidad de 16 bits en formato RAW que codifica más de 65 000 matices de cada uno de los colores RGB (rojo, verde y azul).

Gracias a esta enorme cantidad de datos, el material de rodaje llega a los técnicos de etalonaje con una mayor cantidad de información sobre el color, lo cual les permite personalizar un perfil de color más preciso.

Además, algunas de estas cámaras para cine permiten la grabación en varios formatos simultáneamente, de forma que puede enviarse una versión rápida en formato Apple ProRes o XAVC al que ya se le ha aplicado de forma nativa algún perfil de color (LUT), y guardar una copia en formato X-OCN (negativo de cámara) para un postprocesado menos urgente.

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Este proceso es similar a la función que incorporan muchas cámaras y smartphones con la que se crea la misma fotografía en formato RAW y JPG, pero con la diferencia de en este caso hablamos de 24 fotos por segundo en tomas que pueden durar varios minutos.

Semejante cantidad de información necesita un flujo de constante de datos durante todo el rodaje, es por ello que las cámaras utilizadas para grabar películas y series integran los últimos sistemas de conexión en línea y volcado de datos tanto a través de conexiones de red con ordenadores externos, como a través de fibra óptica que permiten enviar las imágenes a un almacenamiento en estado solido a velocidades de hasta 5,5 Gbps.

Un estudio de sonido interno

Ya hemos comentado ampliamente las increíbles prestaciones en la grabación de imágenes que ofrecen estas cámaras para grabar cine, pero tampoco se quedan cortas en lo que a grabación de sonido se refiere.

En el cine, la grabación de sonido va por un canal diferente por cuestiones de conectividad y flujo de trabajo distinto. De forma que el audio y el vídeo lo gestionan equipos distintos. Sin embargo, en pequeñas producciones es posible que una única cámara deba gestionar todo el material de audio y vídeo. En este apartado las cámaras para cine también justifican su elevado precio ofreciendo unas altas prestaciones.

Por qué las cámaras de cine son tan caras

Estas cámaras especializadas ofrecen una gran variedad de conexiones de audio profesional, pudiendo conectar directamente micrófonos y otros dispositivos de sonido mediante conexiones digitales o analógicas.

Además, en su interior cuentan con un pequeño estudio de sonido con el que pueden incluso codificar sonido en Dolby Audio directamente desde la propia cámara, así como balancear la señal para obtener mejor calidad en las grabaciones.

Lentes y accesorios específicos para el cine

Hasta el momento hemos comentado las prestaciones que justifican el elevado coste que supone comprar una cámara específica para grabar contenido cinematográfico. Pero queda pendiente uno de los apartados que más incrementa la factura a la hora de comprar uno de estos dispositivos: las lentes y accesorios.

Las cámaras de cine pueden usar las mismas lentes que cualquier otra cámara de consumo ya que los fabricantes han diseñado adaptadores para que puedan usarse distintas ópticas. Básicamente como ocurre con cualquier otra cámara réflex o sin espejo de objetivos intercambiables.

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Sin embargo, para obtener los mejores resultados estos objetivos deben ser de apertura fija, de forma que los cambios en la distancia focal o cualquier otro parámetro no afecte a la luminosidad de la escena.

Existen dos tipos de objetivos. Por un lado, están las lentes parfocales que tienen la particularidad de conservar el punto de enfoque al variar la distancia focal. Esto te permite mantener en todo momento enfocado un elemento de la escena, pudiendo hacer zoom o alejarte sin que se pierda el foco en ese elemento.

Por otro lado, están las lentes varifocales, las lentes más habituales y populares entre los consumidores, que pueden perderlo fácilmente ese punto al ampliar o reducir la distancia focal. En este caso, los avanzados sistemas de enfoque y seguimiento pueden llegar a mantener un determinado punto siempre enfocado, pero no es 100% fiable.

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Una lente parfocal es mucho más compleja de construir y por tanto mucho más cara, pero simplifica las funciones de enfoque del operador de cámara. El precio medio para este tipo de objetivos puede rondar los 9.000 euros.

Por otro lado, los cuerpos de las cámaras de cine incorporan dentro de la propia cámara filtros de densidad neutra mecánicos de entre 6 y 8 pasos. Por explicarlo de forma sencilla, los filtros de densidad neutra son unos filtros polarizadores que reducen la entrada de luz en el sensor, de forma que se obtiene un mejor control de la luz y el balance de color. Es, en esencia, como ponerle unas gafas de sol a la cámara.

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En las cámaras de consumo estos filtros de densidad neutra se instalan en el extremo exterior del objetivo, mientras que en las de cine se integran en el cuerpo, permitiendo una configuración más rápida y sencilla.

Los cuerpos de las cámaras de cine se han diseñado como si fueran un soporte modular al que se le pueden añadir distintos accesorios que mejoran sus prestaciones ajustándola a las necesidades específicas de cada rodaje e incluso de cada escena.

Por qué las cámaras de cine son tan caras

Por ejemplo, se le pueden añadir distintos soportes para asegurar una sujeción más estable mientras se rueda, añadirle monitores de enfoque y visores, unidades de respaldo en el que almacenar directamente el metraje en unidades SSD o baterías adicionales.

Todos estos accesorios también contribuyen seriamente a aumentar el coste final de las cámaras de cine porque, a diferencia de las cámaras réflex o sin espejo, estos cuerpos no cuentan con empuñaduras o pantallas integradas desde las que enfocar.

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