La creciente popularidad de ChatGPT ha traído a debate multitud de cuestiones. Está en todas partes, la ciencia, el trabajo, el arte y, también, en la ciberseguridad. Los ciberdelincuentes podrían estar utilizando la inteligencia artificial para delinquir, y lo peor de todo es que no requieren ser grandes expertos para ello.

Además de su capacidad para generar texto, ChatGPT abre la puerta a un escenario inquietante en el que se puede guiar al chatbot para buscar información oculta en imágenes, imperceptible para los humanos pero detectable por las máquinas. Información que queda, por ejemplo, reflejada en cristales o espejos, o la identificación de personas en fotos.

Los expertos identifican tres áreas principales, a tenor de muchas más posibles, en las que los ciberdelincuentes podrían estar aprovechando ChatGPT: el phishing masivo, la ingeniería inversa y el malware inteligente. 

El primero, el phishing masivo, se ve facilitado por la potencia de ChatGPT, permitiendo a los ciberdelincuentes crear correos electrónicos personalizados en cuestión de minutos, haciéndose pasar por instituciones oficiales o bancos. 

La ingeniería inversa se beneficia de ChatGPT, ya que puede comprender y explicar el funcionamiento de código binario o código ofuscado. Esto brinda a los hackers menos avanzados la capacidad de manipular software y acceder a los servidores de una empresa. 

Por último, el malware inteligente impulsado por ChatGPT permite a los hackers tomar decisiones autónomas y extraer información de manera automática, incluso examinando más datos de los que un humano podría procesar. Esta autonomía aumenta el peligro y podría llevar a un aumento en los ataques dirigidos a empresas.

ChatGPT, las reseñas falsas y el contenido de baja calidad 

Sumado a la problemática de los hackers y ciberdelincuentes, encontramos el uso fraudulento de ChatGPT para generar spam o contenido de baja calidad en Internet, por ejemplo, con reseñas de libros falsas o valoraciones de productos en Amazon generados automáticamente.

Aunque los algoritmos y los sistemas de moderación intentan detectar y eliminar estas prácticas fraudulentas, algunos individuos y empresas continúan tratando de engañar al sistema para obtener beneficios, e incluso existen jailbreaks que tratan de sortear los límites.