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¿Sociabilizar te agota? Esta es la explicación que da la ciencia

Enrique Luque de Gregorio

¿Sociabilizar te agota? Esta es la explicación que da la ciencia
  • En muchos casos, sociabilizar con los demás puede suponer todo un esfuerzo.
  • Con independencia de que seas más o menos extrovertido, conocer a alguien siempre requiere energía.

Se supone que somos animales sociales. Es decir, que conocer gente y estar rodeados de ella en todo tipo de situaciones debería provocarnos placer y bienestar, ¿no? Ya sea en un puesto de trabajo, en una fiesta o conociendo gente en un bautizo. Sin embargo, no siempre sucede así. De hecho, son muchos los momentos que tienden a provocar precisamente todo lo contrario.

¿Sientes que sociabilizar te agota? Bueno, en realidad es más habitual de lo que puedes pensar. Y no, no hace falta ser una persona extremadamente introvertida o de una timidez terrible para que suceda. Si lo piensas bien, existen un puñado de buenas razones que explican perfectamente por qué se produce este fenómeno de manera tan común. 

Sí, sociabilizar puede ser agotador

¿Alguna vez has sentido pereza al ser invitado a una boda, o antes de tener que reunirte para una reunión multitudinaria de trabajo? Es lógico que eso suceda. Hay que partir de la base de que sociabilizar, si bien es algo inevitable para el ser humano, puede resultar un ejercicio considerable en muchos casos. Con independencia del tipo de personalidad que tengas, eso es lo de menos. 

De hecho, aunque las personas acostumbren a definirse como introvertidas y extrovertidas, no hay solo dos maneras de ser, como apunta el estudio de Nature Human Behavior. Lo más habitual suele ser que alguien resulte más hablador, más abierto o interesado en los otros dependiendo de diversos factores, como el lugar en el que se encuentra, o con quién. También la confianza, lógicamente.

Pero seas como seas, hay episodios en los que tu mente (y como consecuencia, tu cuerpo), tiene que esforzarse. Para empezar, en todas aquellas situaciones en las que tienen que mantener una apariencia. Si te fijas, hay muchas en realidad, desde el momento en el que intentas ligar con alguien, hasta las exigencias de un puesto de trabajo o según qué reunión familiar.

Pasamos mucho tiempo al día fingiendo, si se quiere llamar así, y eso genera un desgaste. Básicamente, hay dos momentos a la hora de sociabilizar que resultan especialmente agotadores: cuando se conoce a una persona nueva o cuando discutes o tienes algún tipo de conflicto. En el primer caso, por un esfuerzo extra por causar buena impresión. En el segundo, por lo fatigoso que resulta.

Una máscara social

Algo similar sucede, por ejemplo, en algunos puestos de trabajo, que pueden resultar igualmente agotadores. No tanto por el esfuerzo físico (quizá en ese sentido sean más duros), sino por el componente social. Dar una imagen idílica, sonreír mucho, conversar o mostrarte siempre simpático y correcto (es decir, fingir) puede hacer que al final de la jornada llegues a casa destrozado

Todo lo contrario sucede cuando, precisamente, alguien se rodea de gente con la que tiene confianza y un buen trato. Es decir, con quienes verdaderamente puedes ser tú mismo. Entonces el cuerpo se relaja y las energías no se resienten tanto. Aunque claro, si lo piensas bien, seguro que esto no es tan habitual como muchas veces puede llegar a pensarse. 

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Etiquetas: Curiosidades