Los aviones eléctricos han sido una visión futurista durante mucho tiempo, prometiendo revolucionar la aviación al reducir las emisiones de carbono y los costes operativos. 

A pesar de los avances en la tecnología de baterías, la presencia cada vez más común de coches eléctricos y la creciente conciencia ambiental, los aviones eléctricos aún no son una realidad que pueda verse en los cielos de forma comercial.

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Lo cierto es que esta paradoja plantea una serie de problemas y grandes obstáculos que deben superarse antes de que los aviones eléctricos puedan realmente despegar a gran escala.

"Los aviones eléctricos ofrecen un potencial impacto ambiental positivo que no puede pasarse por alto. La industria de la aviación es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo, y su electrificación podría contribuir a reducirlas", explica para Computer Hoy Andrea Suárez, especializada en Desarrollo e Impacto Social.

Uno a uno, estos son los grandes desafíos que impiden una aviación eléctrica a gran escala

Las baterías de iones de litio, las más usuales en la aviación eléctrica, tienen una densidad de energía limitada. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), las baterías de iones de litio tienen una densidad de energía de alrededor de 250 Wh/kg, mientras que el queroseno, utilizado en aviones de combustión, tiene una densidad de energía de aproximadamente 12.000 Wh/kg. 

Esto significa que las baterías de iones de litio tienen una capacidad de almacenamiento de energía mucho menor en comparación con el queroseno. "Se necesita una mayor cantidad de energía para mantenerlos en el aire durante vuelos largos. Esto ha llevado a que, hasta el momento, los aviones eléctricos sean más adecuados para vuelos cortos", comenta la experta.

Debido a las limitaciones de las propias baterías, los aviones eléctricos a menudo tienen una autonomía de vuelo limitada. Por ejemplo, el "Alice" de la compañía israelí Eviation Aircraft, uno de los aviones eléctricos más avanzados, tiene una autonomía de alrededor de 402 kilómetros, lo que es insuficiente para vuelos de larga distancia. 

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La recarga de las baterías de aviones eléctricos es otro de los grandes problemas, ya que lleva mucho más tiempo que llenar el tanque de combustible de un avión convencional. Mientras que el repostaje de queroseno puede realizarse en menos de una hora, la recarga de baterías puede llevar varias horas o más, dependiendo de la capacidad de carga y la infraestructura disponible.

"Actualmente, los aeropuertos están diseñados principalmente para aviones de combustión, lo que significa que se requerirían grandes inversiones para adaptarlos a las necesidades de los aviones eléctricos. Además, la infraestructura de carga eléctrica también debe ser desarrollada y expandida para satisfacer la demanda de recarga", añade Andrea Suárez.

En relación con este último punto, a todo esto hay que sumar que según datos de la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), la implementación de infraestructura de carga rápida es un desafío realmente complejo, aunque clave para la aviación eléctrica, y se requiere una inversión enrome para establecer estaciones de carga en aeropuertos de todo el mundo.

Aunque se espera que los aviones eléctricos tengan costes operativos más bajos a largo plazo debido a la eficiencia de los motores eléctricos, los iniciales de desarrollo y adquisición son considerablemente más altos. Según un informe de la consultora Roland Berger, los aviones eléctricos pueden ser hasta un 50% más caros que los aviones convencionales.

Mientras tanto, aquí llegan los aviones híbridos y nuevos combustibles

Si bien los aviones eléctricos, pese a existir, aún deben de superar todos esos grandes problemas para una inclusión comercial a gran escala, los aviones híbridos podría ser una de solución. 

Estos combinan la potencia de los combustibles con la eficiencia de la propulsión eléctrica. Algunos de ellos funcionan sin baterías y utilizan sistemas de propulsión eléctrica para mejorar la eficiencia del empuje, reduciendo así la necesidad de combustible.

También se están desarrollando aviones híbridos eléctricos que incorporan baterías. Estas pueden proporcionar potencia adicional en situaciones específicas, como permitir despegues y aterrizajes más ecológicos para reducir las emisiones cerca de los aeropuertos.

Sin embargo, los aviones eléctricos no son la única forma de abordar la huella de carbono de la aviación. La búsqueda de combustibles alternativos también está en marcha, incluidos los biocombustibles y el hidrógeno.

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Los biocombustibles, que se obtienen de plantas o algas, hicieron su debut en vuelos comerciales en 2008. Aunque aún no están ampliamente adoptados y emiten también CO₂, no requieren una reconfiguración importante de los aviones ni de las infraestructuras de los aeropuertos.

Con todo esto, los aviones eléctricos, aunque prometedores, todavía se enfrentan a grandes obstáculos. "Vemos la aviación eléctrica como una cuestión de tiempo", explica Chris Essex, responsable de flota y compras de EasyJet, la segunda mayor aerolínea de bajo coste de Europa por número de pasajeros.

"A medida que más personas comprendan los beneficios ambientales y económicos de la aviación eléctrica, es más probable que apoyen su desarrollo y adopción", finaliza la experta.