Siempre se ha dicho que en la moto el chasis eres tú. Tu cuerpo y tu cabeza son quienes se llevan el golpe en caso de accidente. De ahí que siempre recomienden llevar ropa de moto con protecciones y un buen caso. Este último es obligatorio, pero lo recomendable es llevarlo todo.

En este sentido, la DGT explica que no todos los cascos valen, ya que son el elemento clave que puede salvarnos la vida en un accidente, porque siempre es la cabeza el punto más delicado de nuestro cuerpo (como curiosidad, hay una serie de situaciones que nos libran de llevar casco). 

Por ello, no todos los cascos valen ni todos tienen el visto bueno de la Dirección General de Tráfico. Esto es lo que piden desde la DGT para que un casco reciba el visto bueno de la DGT:

• Estar homologado en la Unión Europea.
• Ser de la talla adecuada.
• Ir siempre abrochado. Muchas de las lesiones en la cabeza se producen porque en el impacto el casco sale despedido.
• Tener un sistema de ventilación que permita una adecuada aireación cuando haga calor y que evite que se empañe la visera en invierno.
• La visera será clara (no tintada). Con un recubrimiento interior que impida que se empañe, o con doble pantalla.
• Estar en perfectas condiciones. Si ha sufrido un golpe fuerte o se ha caído de una altura superior a 1,50 metros, debe cambiarse.

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Estas son las condiciones que pone la DGT para que los agentes de tráfico no puedan multarnos cuando cojamos la moto. Y lo hacen por nuestro bien, ya que todos los puntos descritos son por la seguridad del conductor.

Pese a todo esto, hay dos puntos clave que pueden costarnos 400 euros y hasta cuatro puntos del carnet, y no siempre lo tenemos en cuenta. Estos son: cascos modulares con doble homologación y que nuestra visera no esté manipulada por nosotros, sino que sea homologada.

El futuro pasa por llevar cascos inteligentes como este, pero de momento esto no es necesario si lo único que buscamos es el visto bueno de la DGT.