Para entender lo importante que fue el iPod Nano de 2005 tan solo hay que saber que hubo 7 iteraciones del reproductor musical. O lo que es lo mismo, casi toda una década de lanzamientos. Cuando Steve Jobs mostró el primer modelo en 2005, el mundo quedó impresionado.

El modelo de primera generación (2005) era mucho más pequeño que el iPod mini al que sustituía, gracias a su almacenamiento flash. Disponible en modelos de 1, 2 y 4 GB, y en carcasas blanca y negra, hacía que la música fuera portátil de verdad:  solo pesaba 42 gramos.

La pantalla en color tenía solo 1,5 pulgadas, pero era brillante y podía utilizarse para mostrar las carátulas de los álbumes y las fotos sincronizadas con iTunes. Lo mejor: era a color, nada de blanco y negro.

Así daba la bienvenida la compañía a su iPod Nano hace ya 17 años: "Apple ha lanzado hoy el iPod nano, un completo y revolucionario iPod capaz de almacenar 1.000 canciones, a pesar de ser más delgado que un lápiz del número 2 y cuyo tamaño es inferior a la mitad del de los reproductores semejantes".

Y es cierto, gracias a su pequeño tamaño, el nano se convirtió en un éxito -casi- inmediato. Era ideal para los runners y deportistas en general (por eso de que cabía en cualquier sitio y no molestaba) y con un precio de 149 euros -poco para ser un producto Apple-, se convirtió en el regalo ideal.

Apple no se durmió en los laureles tras el lanzamiento, y fue porque el boom del iPod nano no llegó hasta unos años después. El primer año, las ventas no superaron unos pocos cientos de miles de unidades vendidas.

Esto hizo que, a los 12 meses, la compañía lanzase el iPod nano de segunda generación, con las mejoras pertinentes pero respetando el diseño original. Este sí triunfó, superando en ventas la 1ª Gen y sentando las bases de los siguientes cinco modelos.

Apple mató en septiembre de 2017 al iPod nano y al iPod shuffle, dos reproductores icónicos que, durante más de una década nos acompañaron en aquellos momentos en los que solo queríamos oír nuestra canción preferida.