James Howells, de Newport (Gales del Sur) fue uno de los primeros en introducirse en el mundo del Bitcoin. En aquella época era fácil minar unos cuantos miles de monedas mientras averiguabas para qué servían y cómo se configuraba el software de minado.

El problema es que al poco de empezar a interesarse por los bitcoins, Howells tuvo que dejar de lado las criptos para centrarse en otro proyectos profesionales y personales.

Tras un par de cambios de ordenador y una limpieza de oficina, el disco duro con las claves privadas de sus criptomonedas, valoradas en 550 millones de dólares, acabó en un vertedero de la ciudad.

Ahora, y sabiendo que ese error le ha costado ser millonario, Howells ha comenzado la búsqueda del tesoro para recuperar ese disco duro que tiene la llave hacia una jubilación llena de lujos.

Un sindicato de inversores le ha convencido de que esas claves aún son útiles y que podrían recuperar la fortuna si encuentra el disco duro y, además, estarían dispuestos a financiar la excavación.

Incluso ha reclutado al antiguo director del vertedero, que dice que mirando los registros del depósito es posible reducir la ubicación a una zona razonablemente pequeña.

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Lo que no tiene es el permiso del ayuntamiento de Newport para excavar en su vertedero, algo primordial para empezar la búsqueda. La excusa que pone el ayuntamiento es que es potencialmente peligroso para el medio ambiente y que sus leyes actuales no lo permiten. 

James Howells ha dejado su trabajo actual para concentrarse a tiempo completo en intentar organizar la operación rescate, dejando su trabajo, su relación sentimental y toda distracción que pueda desviarle de su objetivo en la vida: hacerse rico con su propio trabajo.