¿Hasta qué punto afecta a la gente la imagen del mundo que se refleja en redes sociales? Muchos estudios coinciden en que ver constantemente rostros hermosos, vidas fantásticas y gente la mar de encantadora no es bueno para la salud mental. Es normal que al hacerlo te compares, y la visión que uno tiene de sí mismo no siempre es tan maravillosa, precisamente.

Es entonces cuando se pueden producir trastornos como la dismorfia, un problema muy vinculado a las nuevas tecnologías y las redes sociales, pero no del todo nuevo. 

¿Qué es la dismorfia y por qué está relacionado con las redes sociales?

Puede decirse que la dismorfia es un trastorno similar a otros más comunes, o al menos más conocidos por la gente, como la anorexia. Ambas enfermedades mentales tienen en común una cosa: una visión distorsionada de la realidad. 

Las personas con anorexia se miran al espejo y se ven gordas, aunque estén delgadísimas, como en ocasiones sucede. La dismorfia es algo similar: alguien se mira en el espejo, y ve rasgos en sí mismo, defectos en su mayoría, que no existen como tal. O no deberían existir: todo son defectos, nada está a la altura. 

La dismorfia comenzó a diagnosticarse (cobró nombre, para entendernos) el siglo pasado; es decir, que no se detectó lo que se dice ayer. ¿Por qué está ahora tan de actualidad entonces? Porque las redes sociales, según los expertos, han causado un gran efecto y aumentando los casos de este trastorno. 

Tanto es así, que incluso se le ha dado un nuevo nombre, o un apellido, para ser más preciosos: dismorfia del selfi. Toda una adaptación a los tiempos que corren actualmente. 

¿Cómo puede evitarse sufrir dismorfia?

Cuidar la belleza tampoco es algo nuevo. Generalmente la gente ha buscado cuidar su aspecto, en especial las mujeres, y más aún las chicas jóvenes. Con la llegada de las redes sociales, no obstante, la apariencia ha cobrado una importancia que nunca antes había tenido, y que genera una gran envidia y competitividad. 

Tal y como dicen algunos estudios, muchas jóvenes pasan unas cuantas horas a la semana simplemente haciéndose fotos. De ahí lo de dismorfia del selfi. Lo más habitual, además, es que la imagen no quede bien a la primera, y haya que recurrir a varios intentos, casi siempre con la intención de compartirlo en redes sociales: Instagram, Facebook, WhatsApp, etcétera.

El problema principal está en los filtros; es decir, en los retoques que plataformas como Instagram ofrecen y que, por lo tanto, están ofreciendo una belleza inalcanzable. Inalcanzable porque no es real, sino ficticia. El problema es que muchos jóvenes no son (o quieren ser) consciente de ello. 

En ocasiones, la ayuda profesional puede ser el único camino para dejar de sufrir dismorfia, y escapar de las redes sociales es uno de los primeros pasos. De lo contrario, se pueden llegar a tomar medidas que no tienen vuelta atrás, como decantarse por la cirugía estética. De hecho, las consultas de este tipo suelen estar llenas de jóvenes pacientes de dismorfia.