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Obsolescencia programada, ¿mito o realidad?

Obsolescencia programada
Vivimos en una época conspiranoica, en donde los trolls y las fake news tergiversan la verdad, y no es fácil hablar con parcialidad de un tema polémico como es la obsolescencia programada. ¿Realmente es algo generalizado? ¿Es una práctica poco ética de las empresas, o necesaria para asegurar puestos de trabajo, y la evolución de la tecnología?

Un tema que levanta pasiones desde hace casi 100 años, y nadie parece encontrar la solución definitiva. Obsolescencia programada, ¿mito o realidad?

Se llama obsolescencia programada o planificada, a una acción premeditada del fabricante de un producto, para que éste deje de funcionar correctamente cuando alcance una determinada fecha. Para reducir su vida útil, en definitiva.

Existen muchas variantes, y unas son más demostrables que otras. Pero parece claro que es una práctica habitual en todo tipo de mercados. Puedes ver una explicación más detallada en este vídeo que muestra qué es la obsolescencia programada:

A nuestro alrededor tenemos muchos indicios de obsolescencia programada. ¿Has notado el extraño olor que desprenden algunas bayetas, simplemente mojándolas con agua limpia (para que las cambies)? ¿Cuánto jabón has desperdiciado con esos agujeros tan grandes que tienen los botes de champú o gel? ¿Te has dado cuenta de que muchas fregonas, literalmente, se desintegran tras unas semanas de uso?

El mundo de la tecnología es uno de los mejor abonados para poner en práctica la obsolescencia programada. A todos el mundo nos ha ocurrido, llevar a reparar un electrodoméstico al servicio técnico y decirte que sale más barato comprar uno nuevo que repararlo. O comprar un dispositivo con batería no extraíble, que a los dos años se descarga a los 5 minutos de uso, y tienes que cambiar el móvil completo.

Pero cuidado, que también existe obsolescencia programada completamente aceptada, como por ejemplo la norma de dejar de actualizar el sistema operativo de un móvil pasados dos años. Y otras que incluso son aplaudidas y fomentadas por los propios usuarios, como la moda textil: cada año cambian los colores, los tejidos y los estilos. Ropa completamente nueva que apenas te has puesto un par de veces acaba en el fondo del armario, o peor aún, en la basura.

Obsolescencia programada ¿mito o realidad?

No es un tema sencillo, y no es fácil ponerse de acuerdo. Ni siquiera dentro de cada mercado.

Coches y bombillas

Los orígenes de la obsolescencia planificada se remontan a principios del siglo XX, cuando se puso en marcha la fabricación en cadena. Si se podía abastecer el mercado con millones de productos fabricados en serie, y esos productos duraban años, las cadenas de producción deberían parar. Y eso es algo que los empresarios no iban a permitir.

Uno de los primeros casos documentados de obsolescencia programada fue el de la bombilla incandescente. Revolucionó la vida diaria, pero tenía un problema: duraba demasiado. Ya la primera bombilla inventada por Thomas Edison, duraba más de 1500 horas.

En 1924 se formó el Cártel Phoebus, una asociación de los principales fabricantes de bombillas de la época: Osram, Philips o General Electric, pero también la española Lámparas Z, entre otras. Oficialmente se creó para estandizar patentes, pero en la práctica se comprobó que la duración de las bombillas había caído de las 1500 a las 1000 horas en todas las marcas.

En 1932, en tiempos de la Gran Depresión americana, el empresario Bernald London llegó a proponer que la obsolescencia planificada se aprobase por ley, para asegurar los puestos de trabajo y la viabilidad de las empresas. Algo que, por suerte, nunca ocurrió.

Otro caso muy famoso fue el del nailon. Cuando se inventó, en 1938, era una fibra extraordinariamente resistente, que podía durar toda la vida. La firma DuPont, que tenía la patente, comenzó a sufrir el descenso en ventas porque las mujeres compraban medias de nailon que duraban años. Así que misteriosamente, las medias comenzaron a ser cada vez menos resistentes, hasta el punto de que un simple enganchón puede estropearlas.

Obsolescencia tecnológica

Hemos visto cómo esta práctica lleva activa desde hace décadas, en todo tipo de sectores. Incluido el tecnológico. De hecho la tecnología es especialmente propensa a la obsolescencia, por su complejidad y capacidad de programación. Una máquina puede ser enormemente compleja, pero basta que un tornillo o un chip falle, para que todo deje de funcionar.

Obsolescencia programada ¿mito o realidad?

Desde siempre, la obsolescencia tecnológica ha estado asociada a las reparaciones. El ejemplo más obvio ya lo hemos comentado: una reparación te cuesta más que comprar el producto nuevo. Es algo que hoy en día se sigue produciendo en muchos artículos, y no solo en los baratos, que sería más lógico.

Algo similar ocurre con las piezas de repuesto. Muchos dispositivos no se pueden reparar, sencillamente, porque no venden piezas de repuesto. O no las venden a los talleres y tienes que comprarlas directamente al fabricante, a unos precios elevados, en relación al producto completo.

Obsolescencia programada ¿mito o realidad?

Ha sido muy comentada la polémica con las impresoras. Sabemos que su estrategia de venta es venderlas a precio de coste y ganar dinero con la venta de tinta, a precios desmesurados. Por eso las impresoras no se reparan, y no permiten usar tinta que no sea oficial.

Cartuchos de impresora
HP

En 2017 se descubrió que la mayoría de los fabricantes programaban las impresoras para que indiquen que un cartucho está agotado, cuando aún queda un 20% de tinta.

El escándalo de las baterías

En los últimos años, uno de los ejemplos más obvios de obsolescencia programada es el caso de las baterías. Muchos de los primeros smartphones tenían batería no extraíble. A los dos años la batería se estropeaba, y tenías que enviarla al servicio técnico para cambiarla. Compensaba comprar un móvil nuevo, antes que cambiar la batería. Por suerte hoy en día esto ha mejorado mucho, y casi todos los móviles usan batería extraíble.

En los primeros años del iPod, alrededor del año 2002, causó mucha polémica un vídeo grabado por un usuario llamado Casey Neistat, que había comprobado que a varios de su iPod se les estropeó la batería a los 18 meses, justo cuando se lanzaba un nuevo modelo. En el vídeo llamaba al servicio técnico de Apple, y le comentaban que el costo de enviar el iPod y reemplazar la batería, era mayor que comprar uno nuevo.

El vídeo se convirtió en viral, y al poco tiempo Apple anunció un programa de reemplazo de las baterías, y una extensión de la garantía. Pero negó que esta decisión tuviese relación con el vídeo, afirmando que llevaban meses planificándola.

Otra polémica reciente con las baterías de Apple tuvo lugar en 2017, cuando se descubrió que intencionadamente Apple reducía la velocidad de los iPhone 6 viejos cuando la batería comenzaba a mostrar signos de desgaste.

iPhone 6

La excusa que puso la compañía es que los iPhone se apagan cuando la batería está en mal estado, y al reducir la velocidad se reducía el consumo y se evitan reinicios inesperados. Pero muchos expertos lo tildaron de "truco sucio de obsolescencia programada", al no avisar a los usuarios de que su iPhone funcionaba más lento, facilitando así que comprasen uno nuevo.

Presionada por el gobierno francés, que llegó a amenazar incluso con penas de cárcel, Apple pidió perdón, estableció un programa de reemplazo de baterías a bajo precio, y ahora el sistema operativo avisa cuando la batería se desgasta. ¿Por qué no lo hizo antes de que se descubriese el tema?

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Apple y las reparaciones

Lo cierto es que la Compañía de la Manzana es la que más problemas pone a la hora de reparar sus productos fuera de las tiendas oficiales. Sus móviles y tablets tienen bajos índices de reparación en webs especializadas como iFixit. Son difíciles de desarmar, reparar y volver a montar.

Hace unos meses Apple reconoció que el chip de seguridad T2 de los Mac y iPad fabricados en 2018 bloquea el equipo cuando detecta una reparación y cambio de componentes fuera de los canales oficiales. 

macbook air 2018

De hecho, incluso en sus tiendas oficiales puede negarse a reparar un iPhone, si considera que ha sido manipulado o tiene una batería de terceros.

Procesadores de 64 bits

Otro ejemplo reciente de obsolescencia programada lo hemos visto con el salto a los procesadores de 64 bits, a partir de 2017. Con iOS 11, Apple dejó de dar soporte a las aplicaciones de 32 bits. Así que todos los iPhone con procesadores de 32 bits, automáticamente se volvían incompatibles con iOS 11 y posteriores, y no podían usar apps que se desarrollasen solo para 64 bits, pese a tener potencia de sobra para usarlas.

Lo mismo ha ocurrido con Android, que también ha dejado de dar soporte a las apps de 32 bits

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¿Obsolescencia planificada, o evolución lógica e inevitable?

Dos años de actualizaciones

El ejemplo de obsolescencia más obvio y aceptado de los smartphones, tiene que ver con las actualizaciones del sistema operativo.

Hay una norma no escrita entre los fabricantes, que solo actualizan el sistema operativo durante el plazo de dos años. A partir de ese momento el móvil ya no recibe las novedades y mejoras del sistema, aunque sí los parches de seguridad críticos.

ios 13 vs android q

Hoy en día los móviles son tan potentes que a los dos años pueden con cualquier app sin problemas, pero el fabricante decide condenarlo al ostracismo.

Los usuarios sufren una doble presión. Por un lado no reciben las novedades de Android o iOS, y por otro se siente apartados y rechazados, porque las apps y el contenido interesante se diseña para los nuevos modelos. Es lo que se conoce con el nombre de obsolescencia psicológica, porque se convence al usuario para que renueve su móvil, si quiere estar en el vagón de los ganadores, y los que disfrutan de las novedades.

El problema de la obsolescencia

Hemos visto diferentes tácticas y estrategias para acortar la vida útil de un producto de forma intencionada. Esto, como es fácil adivinar, genera una gran cantidad de problemas.

El más obvio es que los usuarios tienen que gastar más dinero en todo tipo de productos, desde artículos de limpieza a ropa, móviles o coches, porque hay que renovar bienes que podrían durar mucho más.

Pero hay otro problema más importante en nuestros días: la contaminación y el desperdicio de recursos. 

Obsolescencia programada ¿mito o realidad?

Cambiar de móvil cada dos años y no reparar infinidad de dispositivos aprovechables, ha producido una gran cantidad de basura, residuos y desechos de productos altamente contaminantes. Y el hecho de fabricar más para cubrir esa obsolescencia, hace que se consuman recursos naturales que podrían evitarse.

Es un problema cada vez más grave, que no nos podemos permitir.

También tiene sus defensores

Pese a todo lo comentado, la obsolescencia también tiene su legión de seguidores. Especialmente entre aquellos que la practican.

Muchos afirman que es necesaria para que las fábricas no estén paradas, y no se pierdan puestos de trabajo. Si se venden productos que duran muchos años y los compradores no los renuevan,  todos esos fabricantes tendrían que cerrar.

Otros afirman que es una forma de promover la evolución tecnológica. Si aún estuviésemos usando los móviles de hace 10 años, con procesadores de 2 núcleos y 512 MB de RAM, el software no habría evolucionado, y seguramente no tendríamos cosas como Netflix, Amazon Prime Vídeo o Google Stadia en cualquier móvil.

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Es muy difícil de demostrar

Una de las dificultades de la obsolescencia programada, es que resulta difícil demostrar que existe. ¿Las baterías se agotan intencionadamente, o es algo inevitable por su uso continuo? ¿Se dejan de vender piezas de repuesto para que compres un producto nuevo, o es que ya no es rentable fabricarlas? ¿Se deja de actualizar un móvil para fomentar el cambio, o porque desarrollar la actualización cuesta dinero, y se considera que en dos años el fabricante ya ha gastado suficiente en ese soporte?

Obsolescencia programada ¿mito o realidad?

Por otro lado, hay ocasiones en que la obsolescencia se confunde con la baja calidad de fabricación. Si pedimos productos más baratos y baja la calidad de los materiales, aumenta también la probabilidad de que se estropeen antes.

¿Qué se está haciendo al respecto?

De una u otra forma, la opinión mayoritaria es que la obsolescencia programada produce más daños que beneficios. Y, poco a poco, los gobiernos y las leyes están comenzando a tomar cartas en el asunto.

En este aspecto, la Unión Europea es pionera. Hace unos años se aumentó el periodo de garantía de todos los productos de 1 a 2 años, precisamente para forzar a los fabricantes a retrasar la obsolescencia programada. También se están debatiendo iniciativas como incluir en todos los productos una etiqueta con su vida útil.

Unión Europea

En Francia se ha aprobado la Ley sobre la transición energética y el crecimiento verde (Ley 2015-992), que califica como delito la obsolescencia planificada demostrada, con penas de hasta 2 años de cárcel y multas de 300.000 euros, o el 5% de las ventas anuales de la compañía.

Además iniciativas privadas, e incluso de los propios usuarios, poneen en marcha propuestas para combatirla.

FENNIS es la Fundación Energía e Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada y ha creado el sello ISSOP para indicar los productos que no tienen obsolescencia.

Obsolescencia programada ¿mito o realidad?

Motorola, por ejemplo, ha sido el primer fabricante en ofrecer kits de reparación de móviles, para cambiar la pantalla y otros componentes de forma sencilla.

Motorola es el primer fabricante que vende kits de reparación de sus móviles

Una de las iniciativas más curiosas es Repair Café, una red de locales que nació el Holanda, en donde ciertos días a la semana se reúnen mecánicos, ingenieros, informáticos y otros expertos, y reparan todos los artículos que les trae la gente.

Obsolescencia programada ¿mito o realidad?

Ya existen más de 1.000 Repair Café en todo el mundo, y su número no deja de crecer.

Pese a llevar décadas sobrevolando nuestras cabezas, parece claro que se va a poner veto a la obsolescencia programada, principalmente por razones ecológicas y de consumo de recursos. Pero no será fácil conseguir el equilibrio entre lo que los usuarios quieren, y lo que los fabricantes desean...

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