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Usar un smartwatch en 2022 o cómo tener la experiencia móvil “Business Class”

Poco Watch, análisis y opinión

Usar un smartwatch en 2022 es una experiencia que no se parece en nada a la que ofrecían los primeros relojes inteligentes que salieron al mercado. Ahora son una extensión del smartphone que hace mucho más útil su uso.

Los relojes inteligentes se han convertido en uno de los accesorios de moda para los principales fabricantes de tecnología, con el permiso de los omnipresentes auriculares TWS, que están hasta en la sopa. Últimamente he analizado relojes inteligentes por encima de mis posibilidades.

Tanta variedad ha hecho que, durante los dos últimos meses, hayan pasado por mi muñeca los más variopintos relojes inteligentes. Desde los modelo más top de la mano del Apple Watch Series 8, que actualmente llevo puesto, o el Galaxy Watch 5 Pro, hasta los modestos realme Watch 3 o Poco Watch.

Todos ellos aportan una experiencia adicional a la hora de usar el smartphone al que está conectado, ampliando la utilidad del propio móvil. Si todavía no has probado la experiencia de sincronizar un smartwatch con tu smartphone no puedo más que recomendártelo.

Para aquellos usuarios que todavía no lo han probado o están pensando en hacerlo solo les puedo decir que usar un reloj inteligente es como viajar en la “Business Class” en un avión. Sí, vas en el mismo avión que el resto de usuarios, pero te dan bebidas extra y hasta la comida es diferente.

Si estás pensando que para qué demonios quieres un reloj inteligente si no haces deporte de forma habitual, ese puede ser un motivo: empezar a hacerlo por ese extraño hábito de nuestro cerebro de motivarse cuando los datos se muestran en forma de gráfico o en una tabla y ves que no es tan complicado empezar a llevar una vida un poco más sana y activa.

Pero no te engañes, ese pueda que sea uno de los motivos que te acerque a estos dispositivos, pero hay muchos otros. En mi caso, el silencio.

Odio las notificaciones y cualquier tipo de ruidito persistente que me desconcentre de mi tarea. Por eso mi móvil siempre está en silencio y el sonido de las notificaciones desactivado. No los necesito ni me crean la necesidad de dejar lo que estoy haciendo para mirar el móvil.

Si alguien me llama por teléfono, mi reloj empieza a vibrar y, como sucede en el realme Watch 3, por ejemplo, incluso puedo atender las llamadas desde el móvil. Al principio es algo raro, pero luego descubres que es mejor que estar constantemente pendiente del smartphone.

realme Watch 3, análisis y opinión

Lo mismo sucede con las notificaciones. Si entra un nuevo correo, mensaje de WhatsApp o cualquier otra comunicación, basta con hacer un leve giro de muñeca para saber si es algo importante o puede esperar a que termines lo que estás haciendo sin tener que interrumpirla más allá de un rápido vistazo a la pantalla.

Por suerte para el usuario, los relojes inteligentes han evolucionado mucho en muy poco tiempo y ya no son aquellos armatostes pesados cuya batería a duras penas alcanzaba el final del día con pantallas paupérrimas.

De hecho, hay relojes inteligentes como los Huawei Watch GT 3 cuya batería dura varios días. Las baterías de otros evolucionan algo más despacio como los Samsung Galaxy Watch, que han pasado de apenas llegar al final del día con el Galaxy Watch 4 Classic, a los casi dos días de batería del Galaxy Watch 5 Pro.

A todo esto llegan los relojes de realme, Poco o Honor firmando una autonomía de más de una semana de uso sin despeinarse. Eso sí, lo hacen pagando el alto precio de llevar un sistema operativo mucho más limitado que aquellos basados en HarmonyOS, WearOS (los últimos relojes de Samsung lo llevan tuneado) o Watch OS en el caso de los Apple Watch.

Samsung Galaxy Watch 5 Pro, análisis y opinión

Ahora los smartwatches ofrecen una experiencia de uso del smartphone mucho más amplia de lo que ofrece el propio smartphone en solitario, con GPS, pagos móviles y la opción de poder usarlo como control remoto para la música o la cámara. Como un Don Quijote con su Sancho Panza o un Tintín y Milú, viajar acompañado siempre hace el camino más ameno.

Los relojes montan una sensórica y opciones de conectividad impensables hace solo unos años que ha disparado las funciones extras que aportan los relojes inteligentes.

A los sensores de ritmo cardíaco hay que sumarles los de SpO2, monitorización del sueño e incluso de temperatura que controlan los cambios en la temperatura basal, como el Fitbit Sense que también pasó por mi muñeca, para decirte qué te ocurre incluso antes de que tú notes algo.

Eso sí, con ellos no te habría funcionado el fingir que tienes fiebre calentando el termómetro en una bombilla para no ir a un examen.

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