Todavía son muchos los que se acuerdan de la erupción volcánica de 2021 en la isla canaria de La Palma, y los científicos no obstante probaron una nueva tecnología durante dicho acontecimiento y ya tienen unos resultados preliminares muy satisfactorios.

Investigadores de la Universidad de Queensland han creado una técnica para ayudar a predecir cómo se comportarán los volcanes, una forma de saber dónde y cuándo ocurrirán las erupciones volcánicas, para salvar todo tipo de vidas y propiedades.

“Esta técnica de alta resolución ofrece datos más claros sobre lo que ocurre químicamente dentro del magma de un volcán, lo cual es fundamental para pronosticar los patrones y cambios de erupción”, dijo Teresa Ubide de la Escuela de Medio Ambiente de la UQ.

Para ello están comparando esta técnica con un código de computadora para volcanes, que pueda proporcionar información sobre el estilo de la erupción y el flujo de la lava.

“Los cambios químicos que ocurren dentro de la porción líquida del magma durante una erupción volcánica son bastante increíbles”, agregó Ubide. “El magma se compone de líquido fundido, gas y cristales que se combinan dentro del volcán”.

“A menudo hay tantos cristales entrometidos que el magma parece un camino pedregoso y es difícil observar su química. Para quitar estos cristales del camino, explotamos el fundido enfriado, que se conoce como matriz de roca, con un láser como los que se usan para la cirugía ocular. Luego analizamos el material midiendo su composición química”, añade.

Como dijimos, este método se probó en 2021 en la isla canaria de La Palma, en una erupción que duró 85 días.

“La erupción cubrió más de 12 kilómetros cuadrados con 159 metros cúbicos de lava que destruyó unas 1.600 viviendas y obligó a evacuar a más de 7.000 personas; le costó al país el equivalente a unos 1.400 millones de dólares”, dijo Ubide.

“Para comprender cómo pueden evolucionar las erupciones volcánicas y brindar advertencias y consejos a las personas, los datos de monitoreo en vivo son fundamentales”, añade.

“Los terremotos, los cambios de suelo y los datos de gases brindan información indirecta sobre lo que sucede dentro de un volcán activo, pero la química del derretimiento es una medida directa de la 'personalidad' del magma, su comportamiento tras la erupción y el impacto potencial en las poblaciones y la infraestructura”, afirma. 

“La información que recopilamos durante esta erupción podría ayudar a informar sobre el monitoreo del volcán y la gestión de riesgos en el futuro”, concluye.

Ahora están probando un técnica pero con cenizas volcánicas: “estamos entusiasmados de colaborar con los observatorios de volcanes para implementar el método como una herramienta de monitoreo”.