Está claro que hay ocasiones en las que la lluvia puede convertirse en una auténtica molestia, sobre todo si tenías planes específicos fuera de casa. 

Sin embargo, también acostumbra a haber algo relajante y reparador en ella. Por no hablar de la importancia que las precipitaciones tienen en un país como España, tan habitualmente sacudido por las sequías.

Pero al margen de todo, hay algo en lo que mucha gente parece coincidir: lo agradable que resulta el olor a lluvia. Hay a quien le genera paz, bienestar o incluso recuerdos nostálgicos. ¿Por qué sucede esto realmente? 

Algunos expertos han decidido profundizar en la lluvia y las reacciones de la gente a ella, y han llegado a conclusiones interesantes.

Petricor, el olor a lluvia

En realidad, existe un término para definir lo que podría llamarse el olor a lluvia. Más bien a tierra mojada por ella, para ser específicos, pero por lo general es una buena forma de expresarlo. Se trata de la palabra “petricor”. Como tantas otras, viene del griego: "petra", que significa "piedra", y "ichor", que se refiere al fluido que corre por las venas de los dioses helenos.

Esta palabra se utiliza para describir el olor distintivo que se produce cuando la lluvia cae sobre suelos secos o sobre superficies de tierra, especialmente después de un período prolongado de sequía. Su aroma particular es causado por la liberación de compuestos químicos producidos por las plantas, bacterias y hongos que se acumulan en el suelo cuando este está seco. 

De esta forma, la lluvia actúa como un agente que libera estos compuestos en el aire, lo que produce el característico olor que también suele conocerse como “a tierra mojada”. Aunque lo curioso del asunto es que el petricor suele asociarse con muchas sensaciones. Hay un montón de personas que disfrutan de él y sienten calma, o algo parecido a un sentimiento de renovación.

¿Por qué se produce este fenómeno? Para encontrar la respuesta es necesario entender la naturaleza humana. Es decir, lo que podría considerarse algo así como una memoria instintiva, que no tiene que ver con la consciencia, pero sí con muchas de las sensaciones que van asociadas a la lluvia en cada uno de nosotros, ya sea de una forma o de otra. 

El bienestar del olor a lluvia

Para empezar, el petricor está lógicamente ligado al fenómeno de la lluvia, que en muchas culturas es percibido como un signo de limpieza, y frescura. 

El olor a tierra mojada evoca la sensación de un ambiente limpio y, en cierto sentido, rejuvenecedor. Además, para muchas personas, oler la tierra mojada les hace sentir más conectados con la propia naturaleza. 

Por otro lado, no hay que olvidar tampoco que el olfato está estrechamente vinculado con la memoria y las emociones. Para algunas personas, el olor del petricor puede evocar recuerdos de experiencias felices o momentos especiales pasados bajo la lluvia, sobre todo durante la niñez o la juventud, lo que en muchos casos contribuye a su percepción positiva del aroma.