El ser humano moderno más antiguo fue encontrado en Chequia, hace unos 70 años. Es una mujer de hace 45.000 años, y ahora han reconstruido su rostro con técnicas informáticas.

Le pusieron de nombre la mujer de Zlatý kůň, que significa "caballo dorado", en referencia al lugar donde la encontraron. Uno de los primeros Homo sapiens que abandonaron África y se extendieron por Europa.

La calavera estaba partida en dos, así que los antropólogos pensaban que pertenecía a dos personas. Pero análisis de ADN certificaron que pertenecía a la misma. Seguramente un animal de la época, un lobo o una hiena, se comió su cadáver después de muerta.

Así se reconstruye un rostro

La mujer de Zlatý kůň tiene unos 45.000 años de edad, y según su ADN es el ser humano moderno más antiguo que se conoce. 

Los genetistas han podido secuenciar su genoma y han descubierto que tiene un 3% de genes de Neandertal, más o menos lo mismo que algunos de nosotros... Pero esos genes se reflejan en su rostro, como vamos a ver.

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Gracias a la inteligencia artificial y a los potentes ordenadores, hoy en día es posible reconstruir rostros  a partir de su calavera, con bastante fidelidad. Al menos en lo que es la forma y los rasgos que más dependen de los huesos. Otros, como el color de la piel y los ojos, o el pelo, son especulaciones.

Según cuenta LiveScience, un equipo de expertos encabezados por el experto en diseño 3D, el brasileño Cícero Moraes, utilizaron datos recogidos de varias tomografías computarizadas de su cráneo que forman parte de una base de datos en línea.

Completaron las partes que faltaban usando tomografías de humanos modernos, y utilizaron un software para hacer crecer músculos y piel, en función de esos huesos.

Como hemos comentado, esta técnica permite reconstruir de forma bastante precisa la forma de la cara, los ojos y la boca.

Este es el rostro de una mujer de hace 45.000 años:

El pelo, color de piel y ojos, corre a cargo de la imaginación del diseñador, aunque se basan en datos históricos de la época, y análisis del ADN. Puedes verlo completo en la foto de apertura de la noticia.

Hay dos aspectos que llaman la atención de los expertos, según explican en el estudio. El primero es el tamaño de la bóveda craneal, el hueco en donde está el cerebro, que es más grande que en un humano moderno.

El segundo es su desarrollada mandíbula, que le da un aspecto más masculino. Según estos investigadores, ambos son rasgos provenientes de los neandertales.

Ya podemos hacernos una idea de cómo era el rostro del primer ser humano moderno, que vivió hace 45.000 años. Y no era tan diferente a nosotros.