Hoy en día es muy habitual tener varios televisores dentro de una misma vivienda. Entre otras cosas, para que cada miembro de la familia o de la casa puede ver lo que quiera en él, o usarlo para jugar la consola o lo que sea. 

Por eso es también bastante frecuente disponer de uno en el dormitorio. Una idea aparentemente cómoda, pero que tiene sus inconvenientes.

Lo lógico es que si tienes uno en tu alcoba, lo utilices. Y si se piensa un poco en profundidad, existen algunas recomendaciones comunes, que en ocasiones van más allá de la calidad del sueño, para planteárselo dos veces. ¿Quieres conocerlas? Pues te las explicamos en detalle. 

¿Por qué no tener un televisor en el dormitorio?

Lo primero que hay que tener en cuenta, en cualquier caso, sí tiene que ver con el descanso. O en este caso concreto, con la privación de él. Ver la televisión antes de acostarse puede interferir con la calidad del sueño. La luz emitida por la pantalla del televisor puede suprimir la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el ciclo de sueño-vigilia.

Es algo muy similar a la razón por la que se suele aconsejar no utilizar el teléfono móvil antes de irte a la cama. Eso sí, depende mucho también de qué programa veas. Si el contenido hace gala de cierta intensidad, por así decirlo, puede aumentar el estrés, la ansiedad o la propia estimulación de tu mente, lo que no es propicio para un buen descanso nocturno.

De la misma forma, tener un televisor en el dormitorio puede añadir su granito de arena si padeces insomnio. En caso de que te cueste conciliar el sueño, como le sucede a tantísimas personas, la tele puede resultar una tentación para entretenerte. Y, aunque hay gente a la que le da sueño, sobre todo si está especialmente cansada, suele suceder al contrario.

Partiendo de la base de que la función principal de un dormitorio es la de estimular el descanso, todo aquello que lo haga más acogedor y pensado para relajar es más conveniente que incluir aparatos tecnológicos que, en algunos casos, incluso pueden incitarte a trasnochar más de lo debido. Esos “cinco minutitos más de tele” al final pueden restarte horas de sueño. 

El televisor y las relaciones personales

Como antes comentábamos, los inconvenientes de tener un televisor en el dormitorio pueden ir más allá del puro descanso. Por ejemplo, si compartes cama con tu pareja, que uno de los dos quiera dormir y el otro se quede despierto viendo la televisión (por diferentes horarios, quizá) puede terminar por provocar discusiones o enfrentamientos entre los dos. 

Tampoco hay que olvidar que la presencia de un televisor en el dormitorio puede distraer de actividades importantes como la intimidad con la pareja, la lectura tranquila o la meditación, que sí son más recomendables antes de dormir. 

En lugar de crear un ambiente relajante y sereno, el televisor puede convertirse en el foco principal de atención, lo que dificulta la desconexión.