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Algocracia: ¿podría la Inteligencia Artificial sustituir a los políticos?

Parlamento Europeo.

Parlamento Europeo

Con el avance de la tecnología y, sobre todo, con las mejoras en las inteligencias artificiales, mucha gente se ha pregunta: ¿podría una máquina gobernarnos mejor que los propios seres humanos?

Cuentan que en los años 60, el 77 % de los ciudadanos confiaba en que el gobierno hiciera lo correcto la mayoría de las veces. Es decir, la gran mayoría creía en la clase política y su vocación de servicio público. Hoy, ese número ha descendido al 20 %.

Esto significa que algo falla en nuestra política o en nuestra forma de verla. Vivimos en una época de cohetes espaciales, nanobots y CRISPR. La ciencia ficción que veíamos en televisión hace décadas ahora es una realidad. La ciencia gana enteros, mientras nuestros políticos pierden nuestra confianza.

Para algunos expertos, estamos utilizando un sistema desfasado en un mundo moderno y cambiante. Es como tener un PC de 2.000 euros y utilizarlo para ejecutarel sistema operativo DOSpara jugar al Space Invaders. Seguro que hay alguna forma de sacarle más partido.

Los datos que antes traíamos, los de la confianza en la clase política, han hecho que algunos profesionales se planteen cómo sería que una inteligencia artificial fuese quien ordenase nuestras vidas. Esto se llamaría, AIgocracia.

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Así es la Algocracia, la política gestiona por la inteligencia artificial

¿Cómo podríamos aprovechar la tecnología moderna para mejorar nuestra política? Lo que mucha gente no aprecia es que gran parte de la política es aburrida. Se trata de registros de propiedad, horarios de transporte, minucias legales y de escudriñar en hojas de cálculo.

Aparte de las elecciones y los discursos televisados, gran parte del gobierno real de un país tiene que ver con la logística. Y si hay algo que los ordenadores hacen muy bien, es el aburrimiento y la logística.

El término AIgocracia se ha colado en algunas corrientes de la filosofía política. Significa utilizar algoritmos informáticos e incluso la tecnología blockchain para asumir parte la carga burocrática de los gobienros. Utiliza la tecnología para dirigir el país.

Un documento de investigación estima que, en el extremo conservador, "la automatización podría ahorrar 96,7 millones de horas federales al año, con un ahorro potencial de 3.300 millones de dólares."

La idea es que una AIgocracia podría utilizar los datos de los teléfonos inteligentes y ordenadores de la gente para tomar decisiones de gobierno inteligentes y rápidas.

Sin embargo, con un gobierno AIgocrático, estaríamos constantemente conectados al gobierno: no es exactamente una "democracia digital", pero es un órgano de gobierno que conoce, al instante y en su totalidad, los datos que importan.

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Hay un conjunto de investigaciones que sugieren que una algocracia es más racional y eficiente que las burocracias humanas, al menos en algunos contextos políticos.

Es más, los datos sugieren que incluso podría ser más popular. En 2021, un equipo españoldescubrió que el 51 % de los europeos estaba a favor de ceder escañosparlamentarios a los algoritmos. Esto es totalmente nuevo para la escena política.

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Tres grandes problemas con una AIgocracia.

El primero es que a menudo no está claro cómo se construyen estos algoritmos. Las grandes empresas tecnológicas o las industrias privadas suelen ser responsables de su programación, y ninguna de ellas suele ser muy abierta.

De hecho, suelen ser muy propietarios. Si queremos que nuestras democracias sean transparentes y fácilmente escudriñables: tener una política dirigida por informáticos a puerta cerrada no puede ser el futuro de la política.

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En segundo lugar, una vez que nos acostumbramos es fácil abusar de un algoritmo a nuestro favor. Un artículo de la Universidad de Maryland, por ejemplo, reveló lo sencillo que es engañar a los algoritmos de la oficina de patentes de EE. UU.

En tercer lugar, somos mucho conscientes del hecho de que un algoritmo independiente e imparcial simplemente no existe. Como bien sabemos, los algoritmos pueden reforzar el sesgo de formas que no habíamos previsto.

Los algoritmos utilizan datos, y hay más datos (y ciertos tipos de datos) sobre los grupos marginados y oprimidos. De ahí que se diga siempre que la IA es racista y machista.

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