Un fenómeno común en las ciudades son los carros de supermercado que quedan abandonados lejos de su sitio, obstaculizando el paso o el aparcamiento. 

A veces, nos preguntamos qué lleva a algunas personas a no devolverlos al lugar que les corresponde, cuando es una norma social que todos deberías cumplir. La explicación, según la ciencia, tiene que ver con factores psicológicos y sociales que influyen en el comportamiento. 

Hay varias razones por las que la mayoría de la gente pueden optar por no devolver los carritos a su lugar de origen. Algunas de ellas son:

• Comodidad: Devolver el carrito puede ser una molestia, especialmente si está lejos del coche.
• Falta de tiempo: Si tiene prisa, puede que no tenga el momento necesario para devolver el carrito.
• Falta de consideración: Algunas personas simplemente no se preocupan por los demás y no les importa dejar el carrito tirado. 
• Creencias erróneas: Muchas personas creen que es el trabajo de los empleados del supermercado devolver los carritos, pero esto no es así. Si tú lo tomaste, regrésalo, así de simple. 

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No es un gesto menor, es un signo de disfunción social

Un aspecto curioso de la conducta humana es la falta de conciencia moral que muestran algunos individuos al realizar acciones que, aunque parecen insignificantes, afectan al bienestar colectivo. 

Como ya mencionamos, un claro ejemplo es el acto de devolver el carro de supermercado a su sitio después de usarlo, algo que todos sabemos que es lo adecuado y conveniente. 

Sin embargo, no hay ninguna ley que sancione dejarlo tirado en cualquier parte del aparcamiento. Es en este contexto que lleva a cuestionarse: ¿Devolver el carrito de la compra es solo una muestra de educación o un reflejo más profundo de la ética personal de cada uno?

En realidad, se trata de un caso paradigmático de si una persona hará lo correcto sin estar forzada a ello. 

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Un estudio publicado en la revista Scientific American, el científico Krystal D’Costa analiza las posibles causas de este comportamiento que parece sencillo, pero que revela mucho de nosotros. 

Algunas personas dicen que el lugar donde se dejan los carritos está muy lejos, otras que tienen problemas físicos, entre muchas otras cosas. Lo que resulta interesante es que la presión social tiene mucho que ver. 

Quienes deciden devolverlo pueden sentir miedo de lo que piensen los demás o simplemente imitar lo que hacen los que están más cerca. 

Por el contrario, quienes no siguen esta norma social pueden estar más concentrados en sus propias metas, como volver pronto a casa o evitar el tráfico. 

D’Costa destaca que el entorno también influye en como nos comportemos socialmente. Experimentos han mostrado que la gente tiende a seguir las normas sociales establecidas si el lugar donde están refleja orden y limpieza.

De esta manera, la ciencia ha dado luz a este tema, donde se confirma que la falta de civismo al dejar los carritos abandonados revela una actitud de indiferencia y egoísmo hacia el espacio público y las personas que lo comparten. 

Aunque pueda parecer un acto trivial, la decisión de devolver o no el carro después de hacer las compras revela mucho sobre la ética y consideración hacia los demás.