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Las 5 reglas de oro para que el teléfono móvil no acabe con tu relación de pareja

Enrique Luque de Gregorio

Las 5 reglas de oro para que el teléfono móvil no acabe con tu relación de pareja

Por triste que resulte, lo más probable cuando te casas es que tu relación termine en divorcio. No lo decimos nosotros, sino los propios datos. Según estos, 7 de cada 10 matrimonios se acaban separando antes o después. Por supuesto, las razones para ello son múltiples: aburrimiento, decepción, apatía, celos, infidelidades o, muchas veces, todo eso junto

Pero lo que a veces no se tiene presente es que la tecnología también puede provocar problemas en la pareja, como si no tuviese ya pocos sin ella. Y en ocasiones, pueden evitarse, al menos en la medida de lo posible. Aquí te dejamos las 5 reglas de oro para que el teléfono móvil no acabe con tu relación de pareja. 

Vigila la desconexión emocional

Que la gente cada día pasa más tiempo con el móvil, es algo que resulta evidente para cualquiera. No obstante, cuando se trata de la pareja, el problema de una posible adicción puede ser más profundo. Si al quedar con un amigo este ya se pone con el teléfono y te ignora sin ningún tipo de pudor, imagina con alguien con quien se supone que tienes una confianza aún mayor. 

El uso excesivo de los teléfonos puede provocar una desconexión emocional en la pareja, y además perjudicar profundamente a la comunicación dentro de ella. Evitar usar el teléfono cuando estéis solo debe ser una costumbre habitual. 

Evita la falta de comunicación

Incidiendo precisamente en esa falta de comunicación, por ejemplo, las aplicaciones como WhatsApp juegan un papel fundamental. 

Hay muchas parejas que se comunican constantemente por la mensajería instantánea de Meta, perdiendo así todos los matices necesarios de la comunicación cara a cara. Además, esta costumbre también puede provocar muchos malentendidos, en según qué momentos. 

Recuerda que las comparaciones son odiosas

Las 5 reglas de oro para que el teléfono móvil no acabe con tu relación de pareja

Cuando llevas un tiempo en pareja, es normal que la pasión decrezca. Lo que se gana por lo que se pierde. No obstante, hoy en día con los teléfonos móviles es mucho más difícil una cosa concreta: evitar las comparaciones. Sobre todo si entras en las redes sociales y echas un vistazo a la vida perfecta que llevan los otros y comparten a todas horas. 

Es fácil pensar, siguiendo estas rutinas, que todo lo demás es mejor que lo tuyo, por lo hablar de la sencillez con la que se conoce gente, por lo general más simpática, atractiva, divertida e ingeniosa que quien tú tienes al lado. Por supuesto, suele ser un espejismo, pero difícil de resistir. En Internet la gente da la imagen que quiere dar, en casa, la realidad se impone. 

Cuida el problema de la privacidad

Suele decirse que buscar el equilibrio es fundamental en cualquier aspecto de la vida pero, ¿cómo se aplica eso a los teléfonos móviles y la privacidad? O, mejor dicho, la falta de ella. Los celos suelen ser veneno para las relaciones, y los teléfonos móviles, con sus chats, fotos y demás, el caldo de cultivo perfecto para que estos crezcan. 

Encontrar los límites suele ser primordial, igual que entender que, la mayoría de las veces, si buscas en el teléfono de tu pareja una razón para enfadarte o tener celos, resulta muy difícil que no la encuentres. 

No caigas en la adicción a la tecnología

A veces el demonio está en los detalles. El teléfono móvil puede acabar con tu relación de pareja, no por encontrar una gran infidelidad en él, o porque cree un muro entre tu pareja y tú. Simplemente, acciones cotidianas, y aparentemente sin trascendencia, pueden ir minando poco a poco la convivencia. 

Un ejemplo: usar el móvil antes de dormir perjudica la calidad el sueño. Si tienes más sueño, estás de peor humor. Si estás de peor humor, tu paciencia con tu pareja se reduce considerablemente, y es más probable que discutas. 

Aunque hoy en día es difícil, por no decir imposible, vivir sin móvil, lo cierto es que el teléfono puede ser un poderoso aliado en muchas ocasiones, pero también un arma mortal en otras. Y el amor, por desgracia, no es una excepción. 

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