La revolución de la inteligencia artificial ha dado paso a una nueva era de creación y producción de contenido, ya sea texto escrito, vídeos o incluso nuevas canciones. 

Si bien estas innovaciones tecnológicas aportan enormes beneficios y oportunidades, también plantean cuestiones bastante peliagudas en torno a la propiedad intelectual y el plagio. 

Los creadores de contenido se encuentran en un punto hasta ahora nunca visto, enfrentando la necesidad de compartir su trabajo para alcanzar al máximo número de personas, pero a la vez preocupados por la posibilidad de que sus creaciones sean utilizadas de manera no autorizada.

Para entenderlo mejor, explicar que la inteligencia artificial —aunque en este caso se habla en concreto de las empresas detrás de esta tecnología— en su búsqueda por aprender y mejorar, se basa en enormes conjuntos de datos para entrenar sus modelos, como ocurre con GPT-4 y ChatGPT.

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Es aquí donde se presenta el desafío: al ser alimentada con miles o incluso millones de artículos, imágenes y piezas musicales generadas por IA, puede ocurrir que la máquina termine reproduciendo contenido similar, si no idéntico, al que ha absorbido previamente.

Imagina la inteligencia artificial como una esponja que se nutre de información. Cuanto más contenido tenga acceso, más eficiente se vuelve en su función de generación. 

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Sin embargo, esto también puede ser una trampa, ya que "puede llevar a la IA a repetir patrones y estilos que ha aprendido de manera masiva. Esto resulta en una avalancha de contenido que carece de originalidad, creatividad y diversidad", tal y como explica Óscar Castillo, Responsable global de la práctica de BigData & IA.

Además, el plagio de la IA no se limita únicamente a la reproducción literal de obras, sino que puede extenderse a la "copia" de estilos, tonos y temas característicos de los creadores. Es como si la IA imitara la esencia misma de la creatividad humana, lo que plantea dudas sobre la autoría y la originalidad en un mundo donde las máquinas también pueden crear.

Por poner un ejemplo, Santiago Palacios, fotoperiodista, en una entrevista para Newtral se quedó asombrado al enterarse de que al menos 15 de sus fotografías habían sido usadas para entrenar IA generativas de imágenes como Stable Diffusion o Midjourney.

En otro caso, Karla Ortiz, artista puertorriqueña, explica: "Las prácticas poco éticas de las empresas de IA ahora reciben el escrutinio que merecen del público, los medios, los legisladores y, pronto, los tribunales".

Enfrentando los desafíos de la era de la inteligencia artificial: el plagio

"El primer paso para proteger tu contenido —sea cual sea— es establecer una base sólida con el registro de derechos de autor. Aunque la obra está protegida automáticamente desde su creación, el registro oficial refuerza la posición legal del creador en caso de una disputa de propiedad intelectual", añade el experto.

Las tecnologías de marca de agua también juegan un papel fundamental en la defensa contra el plagio. Al introducirlas en imágenes, vídeos, audios o incluso textos, los creadores pueden asegurarse de que su autoría esté claramente identificada, incluso si el contenido es utilizado por una inteligencia artificial para su entrenamiento. 

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Además de las medidas preventivas, los creadores también deben estar alerta ante el plagio en su más pura esencia. Existen diversas herramientas y servicios en línea que facilitan la detección de contenido duplicado o utilizado sin permiso. Estas pueden ayudar a identificar posibles infracciones y tomar medidas apropiadas, desde solicitar la retirada del contenido hasta emprender acciones legales.

En última instancia, proteger el contenido del plagio no se trata solo de proteger los intereses individuales, "sino también de preservar la integridad y la diversidad de la creatividad en el mundo digital", finaliza Óscar Castillo.

La coexistencia entre la inteligencia artificial y la creatividad humana puede ser fructífera si se logra un equilibrio adecuado entre la innovación tecnológica y el respeto a los derechos de autor.