Lenovo Yoga 730, análisis y opinión
Aunque poco a poco la potencia de computación de los procesadores y las gráficas difumina algunas líneas de portátiles, aún podemos hablar de tres grandes tipos. Por un lado, los portátiles convencionales. Por otro, los equipos portátiles 2 en 1 y, por último, los convertibles.
Lenovo es una de las compañías que siguen apostando con fuerza por los convertibles, y la marca Yoga es una de las más reconocibles. El Yoga 730 es una acertada fusión entre convertible y portátil, ya que tiene un tamaño considerable gracias a una pantalla de 15,6'', pero el peso y la manejabilidad del dispositivo hacen que sea bastante adecuado para llevar a todas partes.
Lo que vamos a ver en este análisis es si el Yoga 730 es capaz de ofrecer todo lo que promete y hasta qué punto es interesante su formato. Nuestra review cubre también la aproximación al mundo gaming con el mismo y, os adelantamos, no defrauda.
Lenovo Yoga 730 | |
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Tipo | Portátil convertible |
Dimensiones | 36 x 24,9 x 1,7 cm |
Peso total | 1,89 kg |
Sistema Operativo | Windows 10 Home Edition |
Procesador | Intel Core i7-8550U |
Memoria RAM | 8 GB RAM DDR4 a 2.400 MHz |
Disco duro | 512 GB SSD M.2 NMV2 |
Tarjeta gráfica | Intel UHD 620 NVIDIA GTX 1050 de 4 GB |
Tamaño de pantalla | 15,6'' IPS |
Resolución de pantalla | 1.920 x 1.080px |
Conectividad inalámbica / redes | Wi-Fi 802.11 a/c Bluetooth 4.1 |
Conectores de datos / A/V | 1 x USB Tipo-C Thunderbolt 3 / 2 x USB 3.0 / 1 x HDMI / 1 x jack 3,5 mm |
Precio | Desde 1.100 euros |
Hemos pasado unas semanas con el equipo para poder hacer este análisis del Lenovo Yoga 730 y, realmente, es de esos equipos que cuesta encuadrar. Sí, es un convertible y tiene un fantástico ''lápiz'' para aprovechar su pantalla táctil, pero carece de ciertas bondades de estos equipos. Por otro lado, aunque tiene potencia de sobra, no es un portátil puro y duro.
Diseño muy cuidado, aunque lejos de la serie 900
Si hay dos líneas que Lenovo cuida son, de forma indiscutible, Thinkpad y Yoga. Los Thinkpad son los productos más mimados de la compañía china y los Yoga... también, aunque en este caso debemos diferenciar entre los de la gama 900, los más caros, y los demás.
En este caso estamos en una gama intermedia en lo que a escalafón se refiere, pero muy avanzada si miramos el hardware. Esta dualidad se ha traducido, afortunadamente, en un equipo que también es bastante premium por fuera, teniendo en cuenta el rango de precio (unos 1.100 euros en nuestro modelo).

Así, nos encontramos un chásis que está construido en aluminio, un aluminio muy delgado (tanto que, a veces, da la sensación de ser algo frágil) que permite que el equipo se sitúe en un peso inferior a los 2 kg. De hecho, es algo sorprendente, ya que es un portátil de 15,6'' que resulta curiosamente ligero.

Acabado en un elegante color gris oscuro (si fuera de Apple sería el Gris Espacial), tenemos una tapa en la que podemos leer ''Yoga'' con una tipografía bastante discreta. ''Discreto'' y elegante son, de hecho, los dos adjetivos que se me ocurren para describir el diseño del Yoga 730.

Si nos fijamos en la base, encontramos dos salidas de aire traseras (una para la GPU y otra para la CPU), ranuras de absorción inferiores, los altavoces en la parte inferior frontal, en los laterales, y una bisagra que denota la gama del equipo.

Mientras la bisagra de la gama 900 está muy cuidada, aquí tenemos una bisagra doble que cumple su función a la perfección y que da la sensación de ser bastante resistente, pero que no es lo ''premium'' que quizá nos gustaría.

El grosor es de apenas 17 milímetros y nos encontramos diferentes puertos a ambos lados. En el lateral derecho tenemos un USB Tipo-C que, afortunadamente y como buena noticia, es Thunderbolt 3. También está el HDMI y un USB 3.0, además del botón de encendido que cuenta con un LED para indicar el estado del equipo.

En el lateral izquierdo tenemos el otro USB 3.0, el jack de 3,5 mm para auriculares y el puerto de carga de Lenovo. No busquéis puerto para tarjetas SD o RJ45, ya que no existe.

Por lo demás, debemos hablar de una pantalla con un marco inferior que cuenta con un grosor bastante considerable (con el elegante logo de Lenovo), pero con uno biseles laterales y superior de apenas unos milímetros que crean esa sensación de pantalla infinita.

Y, como es menester, es una pantalla abatible 360º. Vamos, lo que se llama ''convertible'' y nos permitirá usar el portátil como un tablet al colocar la pantalla a la espalda del teclado.
Pantalla con colores muy vivos y píxeles grandes
Hay dos modelos del Yoga 730. Uno de ellos cuenta con pantalla 4K, lo que en 15.6 pulgadas nos deja una brutal densidad de píxeles de 280 ppp. El Yoga 730 que hemos analizado en esta prueba con opiniones, sin embargo, es el que tiene pantalla táctil FullHD.

La densidad de píxeles es menor, de 141 ppp, pero la gama de colores RGB es mayor y, además, el hardware incluido nos permite ''invertir'' más recursos en las aplicaciones, y no en mostrarlas a resolución 4K.

La pantalla del Yoga 730 cuenta con un nivel de brillo alto, además de la particularidad de que, para ser un panel IPS, no encontramos fugas de luz demasiado sangrantes cuando vemos una imagen oscura. La iluminación es uniforme y la calidad de visionado desde cualquier ángulo es satisfactoria.

Esto es muy importante si tenemos en cuenta que se trata de un convertible y, por tanto, vamos a estar cambiando la posición de la pantalla de forma constante para adecuarla a nuestras necesidades en cualquier momento.

Sin embargo, hay dos detalles que no me han convencido tanto. El primero es que la pantalla tiene un acabado brillante, por lo que los reflejos están a la orden del día. Si sois de los que viajáis con el portátil en tren, os daréis cuenta enseguida que necesitáis moveros para no ver más vuestro rostro que lo que hay en pantalla (pese al buen nivel del vídeo).


El segundo detalle, que quizá es menos importante, pero vale la pena destacar, es que aunque hemos visto en mil portátiles los paneles FHD en tamaño 15,6'', en el Yoga 730 no encontramos la nitidez que sí nos ofrecen otros paneles. Es algo que se aprecia a simple vista con una simple fotografía, como la que tenéis más arriba.

Pese a esto, la calidad general de la pantalla, tanto por la reproducción de colores, como por su brillo y lo bien que funciona el Active Pen 2 (del que hablaremos más adelante) es muy buena.

Rendimiento más que solvente para el día a día
Llegamos al hardware interno y nos encontramos una combinación que empieza a volverse un clásico. El procesador es el Intel Core i7-8550U, un procesador cuatro núcleos y ocho hilos de bajo consumo con un TDP de 15 W que está pensado para ultraportátiles o dispositivos que consuman muy poco. La frecuencia base es de 1,8 GHz y el boost es de 4 GHz.
Tenemos 8 GB de memoria RAM DDR4 a una frecuencia de 2.400 MHz, que no está nada mal, la GPU GTX 1050 de 4 GB de memoria GDDR5 y un SSD M.2 NMVe. Puesto sobre el papel, el equipo debe ser una auténtica bala en todo tipo de tareas de ofimática, pero antes de contaros nuestra experiencia con el análisis del Yoga 730, vamos con los test sintéticos comparado con un portátil gaming puro, el Aero 14 de Gigabyte:
Test | Lenovo Yoga 730 | Gigabyte Aero 14 |
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Procesador | Intel Core i7-8550U | Intel Core i7-8750H |
GPU | NVIDIA GTX 1050 4GB | NVIDIA GTX 1050 Ti 4GB |
GeekBench | 4.360 puntos single-core 13.180 puntos multi-core | 4.802 puntos single-core 16.982 puntos multi-core |
GeekBench OpenCL | 17.912 puntos Intel UHD 620 73.906 puntos GTX 1050 4 GB | 18.509 puntos GPU integrada 88.399 puntos GTX 1050 Ti 4GB |
Cinebench R15 | CPU: 670 puntos OpenGL: 74,55 fps | CPU: 1.086 puntos OpenGL: 98,99 fps |
PC Mark 10 | 3.924 puntos | - |
3D Mark Time Spy | 1.815 puntos | 2.603 puntos |
Crystal Disk Mark | 3.256 MB/s secuencial de lectura 1.859 MB/s secuencial de escritura | - |
El contar con un SSD M.2 NMVe es una clara ventaja para un equipo que podemos describir con una palabra: inmediatez. Esa es una de las mejores características del Yoga 730, ya que permite que todo lo que sea apertura de aplicaciones cotidianas y gestión de archivos (edición de lotes de fotografías, por ejemplo) sea algo muy fluido.
En ningún momento notamos, utilizando Chrome con varias pestañas a la vez, extensiones, Youtube para escuchar música y Photoshop de fondo para editar imágenes que el PC sufra y, además, si no abrimos Photoshop o un programa que active por defecto la GPU de Nvidia, la UHD de Intel se ''basta'' para las diferentes tareas.

Hablando de la GPU, con la GTX 1050 de 4 GB podemos editar vídeo de una forma más cómoda que con la HD Graphics integrada de Intel y, además, podemos jugar a ciertos títulos. En cuanto a rendimiento se refiere, para ser un equipo convertible donde priman ciertas necesidades, no hay queja posible. De hecho, está por encima de las expectativas en este segmento. Aunque, claro, el grosor juega a su favor...
Jugar con un convertible, es posible
Cuando buscamos un convertible, lo último en lo que nos fijamos es en la GPU. En un equipo de estas características lo ''más importante'' es la CPU, la RAM, el SSD y la batería.
Contar con elementos de bajo consumo y una batería con gran capacidad nos permite trabajar durante más horas lejos del enchufe, uno de los objetivos al comprar un equipo de este tipo.

Sin embargo, con Pascal de Nvidia y las GTX 10, los portátiles de cualquier clase se han convertido en máquinas perfectas para jugar a algunos juegos sin importar que sean equipos gaming... o no.
El Yoga 730 cuenta con una GTX 1050 con 4 GB de memoria GDDR5, una de las gráficas más modestas de la penúltima hornada de Nvidia, pero suficiente como para jugar a casi cualquier juego a resolución 1.080p y calidad media.
Esto es interesante ya que, aunque la inclusión de esta GPU tiene como objetivo el permitirnos editar vídeo de forma solvente, pero también jugar a ciertos juegos. Uno de los que más utilizamos para los análisis de portátiles es Overwatch, un juego bastante exigente tanto con la GPU como con la CPU, y así rinde en el Yoga 730:
En calidad media a resolución FullHD, Overwatch se mantiene a una media de unos 108 frames por segundo en las diferentes partidas. Podríamos anclar el juego a 60 fps, la pantalla es de 60 Hz, e iría muy fluido (incluso pudiendo arañar parámetros gráficos en calidad ''alto''.
La temperatura es bastante elevada tanto en la GPU como en la CPU, con un pico de 99º, pero no es nada que no hayamos visto antes y, además, hay que tener en cuenta que se trata de un procesador de bajo consumo que está al máximo al jugar a un videojuego como Overwatch. Ojo, la temperatura no es un problema, en absoluto, siempre que no juguemos o editemos vídeo.
¿Podemos jugar en el Lenovo Yoga 730? Sí, en calidad media a una aceptable tasa de frames por segundo, aunque si queremos un portátil para jugar, mejor mirar uno que no tenga un procesador Intel Core U.

Aquí, la GPU está para apoyar la edición de vídeo ligera si decidimos hacerlo, así como otras aplicaciones exigentes con la GPU con las que la integrada de Intel no pueda cumplir de forma solvente.
La batería se queda corta
Puede que no busquemos una GPU discreta cuando miramos las características de un convertible, pero lo que sí necesitamos es una buena batería que aguante, al menos, una jornada de trabajo. Y, malas noticias, en este análisis del Yoga 730 os tenemos que decir que no cumple de ninguna de las maneras.
Tres celdas y 51,5 Wh es lo que tenemos sobre el papel, algo que en la práctica se queda en unas tres horas de uso utilizando Chrome con unas seis/siete pestañas y Spotify. Si utilizamos Photoshop de forma recurrente, no llegamos a esa cifra, ya que la GPU de Nvidia comienza a funcionar.

Aunque el procesador es de bajo consumo y es el que podemos encontrar en cualquier ultrabook con una autonomía mayor, pero aquí nos encontramos con una memoria DDR4 que consume más que la LPDDR3.
Al final, es un juego de equilibrio. Es decir, el procesador Intel Core i7-8550U es compatible con memorias LPDDR3 y DDR4, no con las LPDDR4. ¿Ventajas? Las DDR4 son bastante más rápidas que las LPDDR3, pero la desventaja es que también son pastillas que consumen más.
Las memorias LPDDR consumen un 30% menos que las DDR (de ahí lo de Low Power DDR), y eso es algo que se nota tanto en el uso del equipo como cuando lo suspendemos, un estado en el que solemos dejar los portátiles, convertibles y 2 en 1.
Teclado muy agradable, touchpad deficiente
Algo vital en un ordenador portátil es el teclado y el touchpad. Vamos a pasar mucho tiempo a lo largo del día, si tenemos el dispositivo como principal, utilizando estas dos entradas, por lo que lo óptimo es que sean de la mayor calidad posible.
En el caso del teclado, el Yoga 730 cumple con creces. Es tipo chiclet (nada nuevo) y el recorrido es muy agradable, con un ligero rebote y un sonido que hace que escribir sea una tarea placentera. Además, está retroiluminado en color blanco.
Lenovo ha cuidado este aspecto, y se nota, ya que las teclas tienen un acabado cóncavo para minimizar la fatiga táctil y, además, ayudarnos a no salirnos de la tecla cuando estamos escribiendo durante horas. ¡Ah! Tenemos lector de huellas dactilares para desbloquear Windows, y funcionas como se espera: bien.

El touchpad... es otro cantar. Y es que, si bien es amplio y preciso, tiene el problema que hemos visto en otros portátiles, como los Aero de Gigabyte de finales del año pasado.

Podemos arrastrar elementos de manera habitual sin querer, lo que provoca que perdamos, a veces, parte del trabajo en un texto o que tengamos que repetir la acción.

Está claro que un Thinkpad es un estadio diferente, pero Lenovo debería incluir en sus equipos más modestos la tecnología de los topes de gama para conseguir una ventaja competitiva con el resto.
Windows 10 con aplicaciones propias... y el Active Pen 2
Aunque parezca que es algo trivial, debemos decirlo, ya que hay portátiles que no traen sistema operativo. El Yoga 730 que hemos analizado cuenta con Windows 10 Home preinstalado, lo que significa que tenemos acceso a la suite de contenidos y programas de Microsoft en cuanto sacamos el equipo de la caja, y lo configuramos, claro.

Esto no tiene demasiado interés en un análisis, pero los fabricantes suelen dotar sus dispositivos de software propio, y en el caso del Yoga 730 nos encontramos varios programas que ayudan a sacar todo el partido al Active Pen 2, el stylus o lápiz que, por cierto, no viene incluido en la caja del convertible.

Se trata de un lápiz táctil con 4.096 puntos de presión que responde a la perfección sin necesidad de configurar nada ni introducir la batería AAAA. Acercando la punta del lápiz a la pantalla, podemos empezar a manejarlo como puntero e, incluso, dibujar con él.

Sin embargo, si lo configuramos (con la batería correspondiente) en el programa de Lenovo, podemos sacarle todo el jugo a los dos botones configurables. El tacto del Active Pen 2 es agradable, la respuesta es muy buena y la sensación es de total control (pese a lo penoso de mi dibujo).

Lo malo es que cuesta unos 90 euros y, como decíamos, no está incluido en la caja. Eso sí, la respuesta táctil del panel, que podemos manejar con los dedos, es adecuada, aunque eso sí, la experiencia táctil de Windows 10 no es la óptima.

Además de la aplicación para sacar partido del Active Pen 2, tenemos un software adicional que corre de fondo y nos permite realizar ciertos ajustes de Windows, aunque es ese tipo de software que, si desapareciera, no pasaría nada.

Altavoces JBL, buen sonido pero contenidos en volumen
Otro aspecto que siempre es importante en un portátil es el del sonido. Da igual las características del mismo y su precio, ver películas es una acción que solemos realizar en portátiles (o jugar a videojuegos, si se puede, claro) y un buen par de altavoces siempre se agradecen.
En esta ocasión tenemos dos altavoces que vienen firmados por JBL, algo que solemos ver en diferentes marcas de portátiles, que se asocian con marcas sonoras conocidas (o que, directamente, ya poseen), pero eso no siempre garantiza una buena calidad de sonido.

Podemos dar buenas y malas noticias: el espectro sonoro es más que bueno, con una gran reproducción de los graves, medios y agudos. La mala noticia es que el volumen no es demasiado fuerte.
Es decir, la reproducción es más que correcta, pero el volumen que alcanzan los altavoces no es suficiente para eclipsar, por ejemplo, el ruido del ventilador cuando jugamos o realizamos una tarea muy exigente (como reproducir vídeo).
Yoga 730, buena opción si buscas un convertible
Tras repasar todos los puntos de este convertible en el análisis del Yoga 730, podemos decir que se trata de un equipo con más luces que sombras. Aunque falla en algo que consideramos importante, la batería, en los demás puntos cumple con nota.
La pantalla no cuenta con la mejor definición del mercado, pero los amantes de la imagen disfrutaréis de una gama de colores amplia y viva. El panel IPS no solo está muy bien calibrado, sino que no encontramos rastro de sangrado ni fugas de luz. Eso sí, el panel es brillante y no mate y no muestra toda la nitidez que nos gustaría haber visto.

En términos de rendimiento, no solo cumple con lo que se presupone en un equipo de estas características, con una unidad M.2 muy veloz que, acompañada por la memoria RAM DDR4 y el procesador i7-8550U permite abrir todo sin inmutarnos, sino que va más allá gracias a la GTX 1050 de 4 GB que nos permite realizar tareas más pesadas e, incluso, jugar.

Eso sí, el precio a pagar es una batería que se torna insuficiente para una jornada de trabajo. Lo interesante de este convertible es que recoge algunas de las virtudes de la gama alta, la 900, y las incrusta en un cuerpo de portátil tradicional con potencia de sobra para el usuario medio a un precio que ronda los 1.100 euros.

Si buscáis dar un paso más en lo que a posibilidades se refiere, gracias a la pantalla táctil con el Active Pen 2 (que se vende por separado) para ser más productivos con el equipo, el Yoga 730 es un equipo que no os hará echar de menos la potencia de un portátil más tradicional y que, además, abre un abanico de opciones creativas. Pero si la pantalla táctil y las opciones convertibles no os interesan, debéis mirar a otro lado.
Nuestra valoración
Lo mejor
- La versatilidad y el lápiz
- Rendimiento espectacular en un convertible
- Diseño muy premium
Lo peor
- Calidad de imagen en pantalla cuestionable
- La autonomía es limitada
- El volumen máximo se queda corto
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