La Liga y otras entidades deportivas están tomando medidas drásticas para frenar el avance de la piratería en el mundo del deporte, y una de las propuestas más polémicas es la de solicitar a gigantes tecnológicos como Google la posibilidad de acceder a dispositivos móviles sin consentimiento del usuario. ¿El objetivo? Detectar y eliminar aplicaciones piratas.

Después de las IP, y de los torrents, el punto de mira de la lucha antipiratería en Europa llegó hasta los dispositivos como Fire TV, Chromecast, Android TV Box, con listas IPTV piratas. Ahora también se plantea comprobar y bloquear aplicaciones piratas dentro de los móviles que puedan reproducir contenido ilegal.

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Imagina que estás sentado en tu sofá, esperando ver el partido de tu equipo favorito. Sacas tu móvil, abres esa aplicación que un amigo te recomendó para ver resultados y de repente… ¡No está! Esto podría ser una realidad si se llevan a cabo las propuestas de La Liga y otras organizaciones. Es más, La Liga podría ver el resto de aplicaciones en tu teléfono.

Según TorrentsFreaks, en la primera semana de la nueva temporada, La Liga eliminó 58 aplicaciones de piratería con más de un millón de descargas solo en España, pero no puede hacer nada con las ya instaladas. 

Ahora, la estrategia va más allá: Javier Tebas, jefe de La Liga, en declaraciones recientes, mencionó que se está en conversaciones con Google sobre localizar las apps ya descargadas para que también puedan ser eliminadas. Su argumento es contundente: “Si se puede hacer con imágenes de abuso infantil, entonces también se puede hacer con herramientas de piratería”, señaló Tebas.

¿Hasta dónde llegará la lucha contra la piratería? 

La propuesta plantea interrogantes sobre la privacidad y los derechos de los usuarios. ¿Hasta dónde debería llegar una entidad privada en su lucha contra la piratería? Si se permite acceder a los móviles sin permiso, ¿qué garantiza que solo se busquen aplicaciones de piratería y no se infrinjan otros derechos del usuario?

En definitiva, el mundo digital avanza a pasos agigantados y con él, los desafíos legales y éticos. La propuesta de La Liga es solo la punta del iceberg en una batalla que seguramente continuará en los tribunales y en la opinión pública.