El hipo es una experiencia común que todos alguna vez hemos experimentado en el algún momento. Se trata de un repentino espasmo involuntario del diafragma que provoca un sonido característico, el cual puede ser desconcertante y, en ocasiones, molesto.  

Muchas personas pueden estar hartas si son propensas a tener hipo, casi siempre en el momento menos indicado, ya que puede manifestarse en cualquier lugar. Si bien generalmente dura solo unos minutos, en algunos casos puede prolongarse, lo que puede ser una señal de problemas de salud subyacente. 

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El hipo puede ser desencadenado por una variedad de factores, lo más habitual es que aparezca por ingerir alimentos demasiado rápido o en grandes cantidades, esto al final puede irritar el diafragma y originar el hipo. De igual manera, las bebidas carbonatadas, como refrescos, pueden introducir aire en el sistema digestivo, lo que puede estimular dicho músculo.

Los alimentos muy picantes pueden irritar el esófago, y también puede ser un desencadenante, al igual que el estrés o las emociones fuertes. De la misma manera, beber alcohol en exceso y pasar de un ambiente cálido a un frío o viceversa puede provocar hipo. 

Cómo quitar el hipo

Ahora que comprendes por qué se produce el hipo, es hora de conocer algunos remedios efectivos para quitar el hipo, tanto en bebés como en adultos, sobre todo si el hipo es persistente o molesto. 

Cómo quitar hipo a un bebé

• Ayuda al bebé a eructar: Si el bebé tiene hipo después de comer, es imprescindible colocarlo en posición vertical y ayudarlo a eructar con palmaditas en la espalda. 
• Dale un chupete: Dejar que el bebé succione un chupete puede estimular sus nervios y ayudar a detener el hipo. 
• Dale de comer: Una manera efectiva de quitar hipo en los bebés es alimentarlo, ya que la succión puede ayudar a calmar el hipo de manera fácil y rápida.

Cómo quitar el hipo en adultos

• Respiración mesurada: Realiza respiraciones lentas y profundas. Inhala durante cinco segundos, sostén la respiración durante otros cinco y luego exhala durante cinco segundos. Repite este proceso varias veces. 
• Contén la respiración: Inhala profundamente y luego retén la respiración durante 10—20 segundos antes de exhalar nuevamente. 
• Respira dentro de una bolsa de papel: Sostén la bolsa sobre tu boca y nariz, y respira despacio y profundamente. No uses una bolsa de plástico, ya que podrías asfixiarte.
• Flexiona tus rodillas sobre el tórax: Inclínate hacia delante o agáchate para ejercer presión en tu pecho, lo que puede ayudar a relajar el diafragma. 
• Aplica la maniobra de Valsalva: Intenta exhalar mientras mantienes la boca cerrada y aprietas la nariz. 
• Estimula puntos de presión: Puedes tocar áreas sensibles de tu cuerpo, como tirar de la lengua, aplicar presión en el diafragma, apretar la palma de la mano o masajear la arteria carótida en el cuello.

• Estimula el nervio frénico: Respirar profundamente y contener la respiración puede detener el hipo eficazmente.
• Consumir alimentos y bebidas específicas: Beber agua fría, té de jengibre, comer azúcar, miel o mantequilla de maní, así como chupar un cubo de hielo puede ayudar bastante.
• Haz gárgaras con agua fría: Realizar gárgaras con agua fría durante aproximadamente 30 segundos es buen remedio para el hipo. Debes repetir según sea necesario. 
• Chupa un limón: Algunas personas encuentran alivio al chupar un trozo de limón, que también se puede aderezar con una pizca de sal para potenciar el efecto.
• Coloca una gota de vinagre en la lengua: Hacer esto puede estimular la garganta y, por consecuencia, detener el hipo.
• Ten un orgasmo: Varios estudios han desvelado que experimentar un orgasmo puede detener el hipo en algunos casos.
• Aplica un masaje rectal: Aunque poco convencional, se ha informado que un masaje rectal alivia el hipo en situaciones excepcionales. 

Es importante mencionar que cada persona es diferente, y lo que funciona para uno puede no funcionar para otros. Si el hipo persiste durante un período prolongado o se vuelve recurrente, es vital buscar ayuda médica, ya que podría ser un síntoma de un problema de salud subyacente más serio.