Imagínate lo siguiente: estamos en 1963, en Worcester, Massachusetts, y la State Mutual Life Insurance Company está pasando por tiempos difíciles después de unas cuantas fusiones. Los ánimos están bajos entre los empleados, así que la compañía decide hacer algo al respecto. 

Le dan una tarea al diseñador gráfico Harvey Ross Ball: crear algo que levante el ánimo de la gente. Este se pone manos a la obra y en solo diez minutos, crea la carita sonriente. 

Con un círculo amarillo brillante como base y una sonrisa torcida acompañada de unos ojos asimétricos, Ball logró capturar la esencia misma de la felicidad en una imagen simple pero realmente efectiva. Este dijo a Associated Press: "Hice un círculo con una sonrisa por boca en papel amarillo, porque estaba soleado y brillante".

Como era de esperar, la compañía amaba la idea y decidió imprimir la carita sonriente en botones, carteles y todo tipo de lugares para repartir entre los empleados y clientes. 

Marcel Danesi, profesor de antropología y semiótica de la Universidad de Toronto, alaba esta creación y explica que los símbolos son como "pequeñas cápsulas que nos dicen de qué se tratan las cosas, en nuestros propios términos". Al igual que el lenguaje, "forman una especie de sistema retórico que sustenta a toda una sociedad. Vivimos de símbolos".

Lo increíble es que a Harvey solo le pagan 45 dólares por su creación, pero el famoso Smiley estaba a punto de despegar y su creador con ello —aunque no registraron la imagen, esto es importante—.

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Una gran creación con la que se cometió un pequeño gran error: no registrarla

Como se ha comentado antes, aunque Harvey Ross Ball creó la primera versión en 1963, la State Mutual Life Insurance Company, para la que trabajaba, no registró ni protegió legalmente el diseño, lo que, lógicamente, abrió la puerta a otras personas para reinterpretar y apropiarse del símbolo.

Sin ir más lejos, el verdadero boom de la carita sonriente llegó en la década de 1970, cuando los hermanos Bernard y Murray Spain, propietarios de Hallmark, Estados Unidos, vieron el potencial del diseño y decidieron reproducirlo en sus productos. 

Con el lema "Que tengas un feliz día", la imagen se convirtió en un éxito comercial al momento, vendiendo millones de botones y otros artículos que llevaban impresa la carita sonriente. 

Mientras tanto, en Francia, el periodista Franklin Loufrani registró una versión algo diferente de la carita sonriente en más de 100 países, fundando así Smiley Company y llevando el símbolo a todo el mundo. El problema, como era de esperar, es que medida que la imagen poco a poco se popularizaba, comenzaron a surgir bastantes problemas sobre los derechos de autor y las variantes del diseño. 

Por ejemplo, Walmart comenzó a usar la carita sonriente como parte de su logotipo corporativo en 1996, tratando de reclamar la propiedad del símbolo. Esto dio pie a una larga y costosa batalla legal con Smiley Company de Loufrani, que reclamaba derechos exclusivos sobre la imagen en función de sus registros internacionales.

La disputa con los hermanos Spain de Hallmark fue similar. A pesar de que conocían la conexión entre el diseño de Harvey Ball y la popularidad de la carita sonriente, registraron su propia versión, dando lugar a una producción masiva de productos con la imagen y el eslogan, generando grandes ganancias para Hallmark.

Más que un emoji, el Smiley se convirtió en un icono que perdura hasta hoy

A lo largo de las décadas, el Smiley ha evolucionado más allá de su función original como una simple imagen para mejorar la moral. Se ha convertido en una representación visual de la felicidad y la positividad, apareciendo en una variedad de contextos, desde productos de consumo hasta obras de arte de vanguardia.

Bandas como Nirvana y Talking Heads le dieron nueva vida, mientras que en los años 80 y 90, el Smiley se inmortalizó en las pastillas de éxtasis. Recientemente, Teen Vogue ha destacado un renacimiento del símbolo en la moda, con su presencia en las pasarelas de Marc Jacobs y la línea de moda de Justin Bieber, Drew House. 

Fatboy Slim, DJ y productor, también reconoció el Smiley como un símbolo de felicidad, diversión y libertad, reflejando su presencia en la cultura contemporánea como un elemento de vida despreocupada y positividad.

Pese a todos los inconvenientes contados antes, The Smiley Company, consiguió cosechar un éxito financiero, recaudando 419,9 millones de dólares en 2017. Según explica la propia empresa, el Smiley representa más que un simple icono; es un espíritu y una filosofía.

En cuanto al arte, el Smiley también jugó un papel clave, apareciendo en obras gracias a artistas como Nate Lowman, usándolo como una máscara para ocultar la ansiedad y la presión social por parecer feliz en todo momento. 

Otras obras inspiradas en el Smiley, como las de Jacqueline Humphries, Wesley Martin Berg, Banksy y Katsu, también han jugado con diferentes versiones de este emoticono. También mencionar el famoso cómic Watchmen en el que esta carita es casi el centro e inicio de esta increíble historia de Alan Moore y el dibujante Dave Gibbons.

"Es solo un campo amarillo con tres marcas. No podría ser más sencillo. Y hasta ese punto, está vacío. Está listo para el significado. Si lo colocas en una habitación infantil... Encaja bien. Si lo tomas y lo pones en la máscara antigás de un policía antidisturbios, se convierte en algo completamente diferente", explica Gibbons.

Significado de los emoticonos: qué quiere decir cada emoji

Por supuesto, esto escala hasta la actualidad, y en la era de las redes sociales y la comunicación instantánea, el Smiley ha encontrado un nuevo hogar, donde se utiliza en infinidad de ocasiones en mensajes de texto, publicaciones y correos electrónicos. 

Su capacidad para transmitir emociones en un espacio tan pequeño lo ha convertido en una herramienta perfecta para la comunicación, ayudando a todos a expresar sus sentimientos con una simple imagen que es reconocida en todo el mundo.