No todo el mundo tiene la misma capacidad para recordar, eso es un hecho. Pero más allá de la buena o mala memoria que forma parte de cada individuo, existen algunas costumbres que pueden perjudicar su funcionamiento. 

Y lo peor de todo es que, si no han sido siempre realmente frecuentes, desde luego lo son ahora en la sociedad actual en la que vivimos. 

Casi como si se tratara de un músculo, la memoria puede atrofiarse, por así decirlo, si no se utiliza correctamente. Aquí te dejamos 4 malos hábitos que podrían estar destruyendo tu memoria a medida que envejeces, más allá del deterioro natural que suele acompañar al hacerse más mayor. 

Dormir mal perjudica a la memoria

Uno de los hábitos que más puede perjudicar a la memoria es sin duda la falta de sueño. Ya sea por dormir menos horas de las que suelen recomendar los especialistas, o por no tener un descanso de calidad. 

Vivir con sueño obliga al cerebro a realizar un trabajo extra, y dificulta la labor del córtex prefrontal, provocando recuerdos fragmentados. Especialmente si a la ecuación le sumas un consumo excesivo de cafeína, alcohol, una mala dieta o pasar demasiadas horas delante de una pantalla, sobre todo antes de irte a la cama. 

El problema de la multitarea

La sociedad actual tiene tendencia al exceso de obligaciones. Es decir, a que no te concentres en algo específico, sino a estar pendiente de mil cosas a la vez, algo que tampoco le hace ningún bien a tu memoria. 

Realizar las actividades cotidianas de una en una es tan importante como tomarte un tiempo para desconectar, pensar libremente y, por lo tanto, dar a tu cerebro el espacio suficiente como para construir recuerdos sólidos. 

Sobreestimar la memoria

El cerebro es limitado, y pensar que cualquiera de la enorme cantidad de información que cada día recibimos (más aún con Internet) puede retenerse sin más, es una equivocación. Para construir buenos recuerdos, es prácticamente imprescindible reincidir en ellos, y más aún espaciándolos en el tiempo.

En caso contrario, el cerebro tenderá a ser perezoso, provocando que la información de tu cabeza se marche con la misma facilidad con la que llegó. En este punto es importante saber distinguir entre lo que verdaderamente vale la pena mantener y aquello que es absolutamente banal. 

Las actividades monótonas

¿Alguna vez has tenido la sensación que de niño recordabas mucho mejor las cosas que ahora? Bueno, esto tiene una explicación muy sencilla: el cerebro presta especial atención (y, por lo tanto, retiene más) aquellas cosas que son nuevas, pero se pone en modo “piloto automático” cuando se trata de lo mismo de siempre. 

Haz la prueba: si realizas un recorrido por primera vez, te dará la sensación de que el tiempo pasa más despacio, y que el día ha resultado más largo (por ejemplo, la primera jornada en un trabajo nuevo). En cambio, a medida que te acostumbras a él, los días se suceden a velocidad de vértigo. 

Por supuesto, y como comentábamos antes, la memoria no es igual en todas las personas, y hay quienes tienen más facilidad para recordar a largo plazo, los hechos cotidianos, etcétera. Pero evitar estos hábitos seguramente te ayude a conservar mejor tus recuerdos, que es de lo que se trata.