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Nomofobia: cuando el miedo a estar sin móvil se vuelve una obsesión

Enrique Luque de Gregorio

Nomofobia

Depositphotos

Quien más y quien menos, la mayoría de la gente se ha acostumbrado a vivir su vida con el móvil siempre en el bolsillo. De hecho, si alguna vez te ha ocurrido haber olvidado tu teléfono de camino al trabajo o alguna parte, seguro que has experimentado una sensación de fastidio o de cierta alarma. Pero a la hora de la verdad, ¿qué sucede cuando esto se vuelve dramático? 

Este fenómeno, cada vez más común en los tiempos que corren, tiene un nombre: nomofobia. Un término que viene de la combinación de "no-mobile" y "fobia", y que en la práctica se traduce precisamente en eso: un miedo irracional a no poder echar mano del teléfono. No solo por haberlo olvidado, sino también, por ejemplo, porque este se quede sin batería

¿Qué es la nomofobia y qué síntomas tiene?

Aunque no está reconocida oficialmente como trastorno, está claro que la nomofobia es una patología que está presenta en la sociedad digitalizada actual. 

Más allá de la ausencia puntual del teléfono, su principal síntoma radica en el hecho de sentirte “desconectado”. Como es natural, su origen resulta evidente: una gran dependencia excesiva de los dispositivos móviles.

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A pesar de que la nomofobia puede considerarse algo relativamente nuevo, sus síntomas, no obstante, tienen mucho en común con otras fobias más comunes. Por ejemplo, es habitual que las personas que la sufran padezcan episodios de ansiedad extrema, nervios o incluso dolor de estómago ante la amenaza de no recibir llamadas, mensajes, etcétera.

Otras señales físicas provocadas por la nomofobia pueden aparecer en forma de sudoración excesiva, palpitaciones o incluso temblores, en los casos más graves. La incapacidad de desconectarse, por su parte, puede complicar en ocasiones concentrarse en el trabajo, estudiar o simplemente interactuar con los demás con normalidad. 

¿Cómo puede tratarse la nomofobia?

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Al igual que sucede con otras patologías, el primer paso para enfrentarse a la nomofobia pasa por entender que realmente se sufre, algo que en ocasiones no es sencillo. Ser consciente de la dependencia que actualmente se tiene de la tecnología, además, no está de más, incluso como medida preventiva. 

En muchos casos es igualmente recomendable establecer límites claros en el uso del teléfono móvil para reducir la ansiedad asociada con la desconexión. Establecer períodos específicos sin el teléfono, especialmente antes de dormir, puede mejorar la calidad del sueño, tal y como han demostrado diversos estudios al respecto. 

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Por supuesto, en los casos más graves puede volverse necesario acudir a un especialista, lo mismo que desarrollar hábitos que te mantengan alejado unas cuantas horas al día de tu teléfono móvil. Por ejemplo, el ejercicio, la lectura o incluso el salir con amigos sin preocuparse constantemente con estar conectado. 

Y es que, por mucho que la tecnología puede ayudarte a llevar una vida más cómoda en muchos sentidos, tanto a nivel personal como profesional, también tiene sus riesgos. Obviarlos, o pensar simplemente que “son cosas que suceden solamente a otros” puede generar problemas como la nomofobia. Como suele decirse, más vale prevenir. 

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