A las dos serán las tres y a las tres serán las dos, no hay año en el que no escuchemos estas frases innumerables ocasiones en radio y televisión durante al menos una semana. En esas volvemos a estar, vuelve el cambio de hora: la noche del sábado 30 al domingo 31, a las dos de la madrugada serán las tres y otra vez nos encontraremos más desorientados por un par de días.

El problema que solemos encontrar no es saber qué hora cambia, ya que a día de hoy la grandísima mayoría de relojes que usamos son digitales o miramos la hora en el móvil o el ordenador. El software viene programado para actualizarse solo y apenas tenemos que girar la ruleta de un reloj analógico. Normalmente el problema con los cambios de hora es lo que nos cuesta habituarnos y pasamos una semana con el cuerpo extraño, ojeras o mal humor.

A pesar de que llevamos con el cambio de hora a cuestas toda una vida, ya han pasado 46 años desde que se hizo el primero, el debate sobre su utilidad y los problemas o beneficios que causa es constante, tanto que existen propuestas políticas para que deje de hacerse y lo más probable es que le digamos adiós en un futuro próximo.

Con el cambio de hora desde 1973

Muchos no sabrán que el primer cambio de hora data de 1973 y que no fue una decisión tomada por la comodidad de los ciudadanos europeos o después de una exhaustiva valoración de los beneficios que se podrían obtener a nivel de salud o economía. Su origen proviene de la primera crisis del petróleo que sufrió occidente.

Esta crisis surgió cuando la OPEP (Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo) decidió limitar el petróleo a los países que apoyaban a Israel en la guerra de Yom Kipur. Este conflicto enfrentaba a Israel con Siria y Egipto, aunque como un buen número de las guerras de aquellos años, un bando era apoyado por Estados Unidos y el otro por la Unión Soviética.

Ante unas circunstancias tan particulares, los gobiernos acordaron cambiar la hora con la intención de hacer un ahorro energético. Pero lo curioso fue que no pusieron las fechas que tenemos ahora para ese cambio, se acordó hacerlos en marzo y septiembre.

No se derogó el cambio y se mantuvo así durante veintitrés años, hasta que bastante tiempo después, en 1996, se cambiaron las fechas y el cambio de hora de septiembre pasó a hacerse en octubre: la noche del sábado 27 al domingo 28, actual cambio horario de invierno.

No solo cambia la hora en España

Como hemos explicado en el punto anterior, no somos tan especiales y esta situación no se da únicamente en nuestro país, también ocurre en el resto de Europa, pero además en Estados Unidos y más países de distintos continentes. A nivel mundial, en el 60% de los países no se da esta circunstancia, en el resto sí.

En cuanto a qué hora cambia en cada país, en Europa se sitúan en horario GMT+1 España, Bélgica, Dinamarca, Francia, Hungría, Austria, República Checa, Alemania, Italia, Luxemburgo, Malta y otros tantos países. A GMT pasan solo tres países: Reino Unido Irlanda y Portugal; y, a GMT+23, Rumanía, Lituania, Letonia, Grecia, Finlandia, Estonia, Chipre y Bulgaria.

Como se puede ver, se da la circunstancia de que Portugal y Reino Unido se mantienen en el mismo horario, mientras que España no. Este pequeño desbarajuste ocurre desde que, en 1940, Franco decidió cambiar el huso horario español y pasarlo al de Alemania. El motivo fue la idea de sincronizar los horarios a nivel geoestratégico en la II Guerra Mundial, pero, también, un guiño al mandatario alemán. 

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Tiempo después hemos comprobado que en las fotografías satelitales se puede ver cómo realmente amanece a la vez en España y en el Reino Unido. Por lo tanto, el desbarajuste horario que sufre la población española es doble al vivir en un huso horario que no corresponde con su realidad geográfica.

Problemas asociados al cambio de hora

Basta con ir al lugar de trabajo durante la semana siguiente a un cambio horario para ver que la actitud de las personas ha cambiado. El cambio horario genera problemas para dormir, concentrarse o alimentarse

Dependiendo de si es el cambio de invierno o el de verano, no es raro que se hable de lo tarde que se durmió una persona o lo que le ha costado madrugar. Las vidas son un compendio de rutinas y al desplazarnos una hora dormimos distinto, comemos de otra forma y puede costar más el concentrarse.

Con el cambio de hora es normal que se tenga peor humor y haya gente a la que le pasa factura a nivel de tristeza. Las personas con depresiones sienten en mayor medida estos problemas y cuándo el día pasa a tener más horas de oscuridad.

El caso de los niños también es problemático a veces. Aunque ellos suelan tener más energía que el resto de la población, la primera semana tras el cambio horario puede ser problemática por las mañanas.

Aunque no hay una consecuencia directa y probada en la salud, al menos a nivel incontestable; sí que lo hay en los ritmos biológicos y esto puede afectar indirectamente a la salud. 

Quitar el cambio horario

El año pasado muchos tuvieron la sensación de que iba a ser el último año con el cambio de hora. El debate sobre su necesidad y beneficios no se circunscribió exclusivamente a nuestro país. Desde Europa se urgió a los países para que decidiesen si querían acabar con esta circunstancia y qué hora dejar puesta para buscar puntos comunes. En Bruselas se debatió largo y tendido sobre el tema.

Como casi todo en lo que interviene la política, no se tomaron las decisiones en los tiempos esperados y se dilató la decisión un año más.

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Sin embargo, el pasado martes 25 de marzo se votó finalmente por la cuestión y acabó aprobándose eliminar el cambio de hora para el año 2021. Los políticos de los 28 países de la Unión Europea aprobaron la cuestión por 410 votos a favor y 192 en contra. 

Como orientación para tomar la decisión se realizó una encuesta entre más de cuatro millones de ciudadanos. De todos ellos, el 84% estaba a favor de eliminar los cambios de hora. Aunque, como en toda encuesta, se puso en duda el target elegido para la muestra por el predominio de población alemana entre los consultados.

En el informe del Parlamento se habló de los problemas de salud que se asocian al cambio, pero cabe pensar que la mayoría de políticos respondieron en función del sentir de su país.

El debate sobre qué hora cambiar o dejar

Visto el recorrido de los últimos años, a no ser que ocurra algo importante, parece claro que se va a acabar con el cambio de hora. Ahora veremos el otro debate que divide a la población española: elegir con qué hora quedarse.

Los intereses personales y económicos que existen entre Galicia e Islas Baleares, por poner dos ejemplos, no pueden ser más distantes. El horario de invierno viene bien a unos y el de verano a otros, y no solamente por tema de la comodidad de los ciudadanos por el leve desfase horario entre una zona y otra debido a la distancia. Los intereses económicos son distintos.

En zonas turísticas del Mediterráneo no quieren que sus horas de sol diurnas acaben pronto. Que oscurezca pronto por la tarde significaría frenar el gasto que se hace en los bares y reducir las horas de playas y gasto de los visitantes. En cambio, el cambio horario se hace con idea de que las oficinas y la industria gestionen mejor su calefacción y aire acondicionado por las mañanas, que son las horas de máximo movimiento.

En definitiva, se elija la hora que se elija, todos no estarán satisfechos.

No hay conclusiones, solo opiniones

Más allá de todo este debate, cabe pensar que en cuanto se quite el cambio de hora todas estas discusiones y dicotomías habrán pasado a la historia y ni nos acordaremos al segundo año sin él.

Como los cambios que afectan a tantísima población, el cambio de hora surgió por culpa de una importante crisis. Después se ha mantenido por motivos económicos, aunque en ningún momento ha terminado el debate, y es probable que dentro de unos años no pasemos una semana preguntándonos qué hora cambia, por qué se cambia la hora, ni refunfuñando por los cambios de nuestro ritmo vital.

Ahora todo está siendo gestionado por los políticos y como no será un trámite sencillo de hacer, no sabemos si es algo que se eliminará en 2021, tal y como han dicho, pero lo que sí tenemos confirmado es que al menos nos quedan tres cambios de hora y que en todos ellos volveremos a debatir.