¿Tienes una relación tóxica con la tecnología? 5 claves para detectarlo
Enrique Luque de Gregorio
- Sentir que la tecnología no solo mejora tu productividad diaria, sino que te perjudica en el trabajo en las relaciones puede ser un mal síntoma.
- Algunas personas empiezan a encontrarse más cómodas tratando con los demás de manera virtual que física.
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Suelen entenderse como relaciones tóxicas aquellos tipos de relaciones que te perjudican, sobre todo de una manera mental. Por lo general, es un tipo de término que se aplica a asuntos de pareja, familiares o incluso laborales. Y que no requieren de unos daños físicos propiamente dichos. Pero, ¿puede incluirse la tecnología dentro de este grupo?
No cabe duda de que los vertiginosos avances tecnológicos que estamos viviendo en la época actual nos ayudan y hacen la vida más fácil, pero también generan un considerable grado de dependencia. ¿Hasta qué punto puede considerarse este perjudicial? O lo que es más importante: ¿cuándo debes decir “basta”? Según los expertos, estas son las claves a las que debes prestar atención.
Un evidente exceso de dependencia
No hace falta que seas muy observador para darte cuenta de que mucha gente se pasa el día pegada al móvil, u ocupa un montón de horas diarias delante del ordenador. Pero hay ocasiones en los que la dependencia puede ser excesiva, y esta es precisamente una buena forma de detectar una relación tóxica con la tecnología.
La necesidad de estar siempre conectado se manifiesta en reuniones sociales, o incluso aquellos momentos que pueden definirse como importantes o únicos. Los dispositivos móviles con un claro ejemplo de ello.
Problemas para desconectar
Siguiendo la línea del párrafo anterior, una forma de identificar una relación tóxica con la tecnología pasa por la incapacidad de vivir desconectado. O lo que viene a ser lo mismo, de desvincularse del mundo virtual (Internet, redes sociales, etcétera) y centrarse en el momento presente, en lo real, por así decirlo.
Cada día son más los especialistas que hablan de la importancia de saber administrar el tiempo libre, escapándote aunque sea unas horas al día de la tecnología que nos rodea.
Dificultad pare relacionarte
Quien más y quien menos, hoy todo el mundo interactúa con otras personas por medio de la tecnología: correos eléctricos, redes sociales o aplicaciones como WhatsApp o Telegram ayudan a hacerlo realidad. Esto, en sí mismo, no tiene por qué ser algo malo.
Pero hay algunos casos en los que ciertas personas empiezan a preferir tratar con los demás de forma virtual que cara a cara. ¿Estás mejor con una chica a través de Internet que teniendo una cita real? ¿Hablas más con tus amigos desde la red que en un plano físico? Puede que entonces estés teniendo indicios de una relación tóxica.
Menos productividad, un ejemplo de relación tóxica con la tecnología
La teoría suele decir que la tecnología hace la vida más fácil. De hecho, esa es, al menos a priori, su razón de ser. Una forma de detectar que tienes una relación tóxica con la tecnología pasa claramente por conseguir el efecto contrario: sufrir una menor productividad, a nivel laboral, pero también en cualquier otro sentido.
Cuando el teléfono o el ordenador no solo no mejoran tu actividad diaria, si no que la entorpecen, quizá sea momento de hacer balance y replantearse el uso que se hace de ellos.
Impacto en tu salud mental
Cada día surgen informes que hablan de malos hábitos relacionados con la tecnología, una forma de referirse también a una relación tóxica. Problemas de ansiedad, depresión o falta de autoestima que suelen asociarse a pasarse demasiado tiempo en redes sociales o en Internet en general.
Si cuanto más tiempo pasas pegado a una pantalla, peor te sientes, o padeces más niveles de ansiedad o estrés, el problema puede ser real.
Conviene tener presente, sobre todo, que las relaciones tóxicas no son solo una forma de hablar, sino un peligro en muchos sentidos. Y con la tecnología sucede lo mismo: aunque en ocasiones no te des cuenta, a la larga puede ser perjudicial para tu estado de ánimo o incluso tu salud.
En caso de duda, no está de más repasar las claves que te hemos compartido y pensar si realmente te ves reflejado en alguna de ellas. A veces es posible no ver las líneas rojas hasta que estas ya se han quedado atrás.
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