El pasado 27 de marzo, en la ciudad de Possagno, en Italia, el fotógrafo Valter Binotto capturó la fotografía de su vida. Este halo rojo de 360 Kilómetros de diámetro, que cubrió buena parte de Italia y el Mar Adriático, solo fue visible durante unos milisegundos. Nadie lo vió, salvo el ojo de la cámara. 

Dió la casualidad de que el fotógrafo Valter Binotto es un especialista en fotografiar fenómenos atmosféricos, y en esos momentos estaba haciendo fotos a una enorme tormenta.

El sensor de la cámara capturó la imagen justo en el momento en que este espeluzante e inmenso halo rojo aparecía en el cielo, para desaparecer en cuestión de milisegundos.

Esta imagen creada por el propio Binotto nos permite ver la inmensidad del anillo rojo de luz:

¿Qué es lo que estamos viendo aquí? Se trata de un fenómeno atmósferico descubierto hace solo unas décadas, precisamente porque es invisible para el ojo humano.

Lo descubrió un trasbordador espacial de la NASA en 1990, mientras fotografiaba la Tierra. Se llama ELVE o Emisiones de luz y perturbaciones de muy baja frecuencia debidas a fuentes de impulsos electromagnéticos.

Este ELVE fue generado por un intenso rayo en una tormenta, explica Spaceweather.com. Un rayo tan fuerte que generó un intenso pulso electromagnético (PEM). El anillo rojo marca el punto en el que el PEM alcanzó la ionosfera terrestre. Los rayos normales transportan entre 10 y 30 kiloamperios de corriente, pero este rayo tenía 10 veces más carga de lo normal.

El ELVE que estamos viendo, es la mejor foto capturada nunca de este fenómeno, desde la superficie terrestre. La perspectiva engaña un poco, ya que parece que está cerca de los tejados. Pero en realidad se sitúa a 100 Kilómetros de altura.

Los ELVES son bastante frecuentes, aunque nosotros no podamos verlos. Binotto asegura que ha fotografiado muchos eventos atmosféricos, pero "esta es una de las mayores estructuras que he visto".

El halo rojo de 360 Kilómetros de diametro que ha aparecido sobre Italia, ha resultado ser un ELVE. Un pulso electromagnético generado por un rayo diez veces más cargado de energía de lo normal. Un fenómeno atmosférico que apenas dura unos milisegundos, por eso es invisible para el ojo humano.