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Tristeza vital: cuando estar de bajón puede poner en riesgo tu salud

A veces resulta complicado distinguir la tristeza vital de otros trastornos como la depresión. Autores clásicos como Albert Camus ya trataron este problema en gran parte de su obra.

Tristeza vital: cuando estar de bajón puede poner en riesgo tu salud

Estar de bajón y pasar por unos momentos mejores que otros entra dentro de lo natural en la vida de cualquier persona. No obstante, hay estados de ánimo que pueden suponer un riesgo para la salud, sobre todo cuando se suceden en el tiempo, y que los especialistas suelen bautizar con su propia definición: tristeza vital. 

También conocida con el nombre de melancolía existencial, la tristeza vital es un fenómeno complejo que puede tener consecuencias fatales y cuyo origen presenta también diferentes formas. 

¿Qué es la tristeza vital y por qué se produce?

Tristeza vital: cuando estar de bajón puede poner en riesgo tu salud

En ocasiones resulta complicado identificar y tratar la tristeza vital, puesto que a diferencia de una depresión específica, puede aparecer con o sin motivo. Es decir, que el inicio de esta patología puede deberse a un hecho traumático, como por ejemplo la pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa o problemas en el ámbito laboral (quedarse sin empleo), pero también puede surgir sin más.

A diferencia de otras enfermedades mentales vinculadas con los tiempos modernos el auge tecnológico, la tristeza vital no es ni mucho menos algo nuevo. De hecho muchos autores clásicos ya la trataron. Grandes filósofos del siglo XX como Jean-Paul Sartre o Albert Camus dedicaron gran parte de su obra a escribir sobre ella, en sus diversas formas. 

En muchos casos, la tristeza vital está ligada a la búsqueda de dar un sentido a la vida o, mejor dicho, a los problemas existenciales para hallar uno. El principal problema de la tristeza vital, no obstante, radica muchas veces en distinguirla convenientemente de otros trastornos similares, como pueden ser la depresión por alta funcionalidad o la depresión crónica.

A diferencia de esta última, la tristeza vital cede en ocasiones teniendo paciencia y encontrando alicientes, a veces cotidianos, gracias a los cuales conseguir nuevas motivaciones. No obstante, también es posible que esto no suceda (o tarde en suceder) y ocasione entonces un riesgo más que real para la salud. 

Tristeza vital: síntomas y cómo tratarla

La tristeza vital suele presentarse en forma de rumia mental. O lo que es lo mismo, una apatía relacionada muchas veces con la muerte y el propio sentido de la vida. 

Otro de los síntomas de la tristeza vital, por lo general complicado de ver, consiste en un desapego de todo aquello que rodea a quien la sufre. Dicho de otra forma: una persona con ella puede dar una apariencia de “normalidad” que se aleja mucha de la realidad, como si viviera su propia existencia, pero sin experimentar ánimo ni entusiasmo alguno por ella. 

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La tristeza vital igualmente suele provocar trastornos físicos de diversa índole: problemas para conciliar el sueño, falta de apetito y de energía o incluso dolores de cabeza o de estómago en los casos más pronunciados. 

Dependiendo de cada individuo, la tristeza vital puede combatirse con acciones cotidianas, fomentando las relaciones sociales, interesándose por nuevas aficiones, conociendo gente, o a través de reflexiones más profundas. A veces es necesario acudir a un profesional para solucionar recuperar el equilibrio emocional. 

Por todo ello, la tristeza vital no es algo que deba tomarse de forma banal. Como suele decirse en estos casos, lo primero es reconocer que, en efecto, se tiene un problema. 

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Etiquetas: Estilo de vida, Salud