En 1997, Apple se encontraba al borde del abismo, con tecnologías objeto de burlas y una cuota de mercado en declive. En ese entonces, Steve Jobs, cofundador de la empresa, estaba alejado de ella, dedicado a sus proyectos en Pixar y NeXT. Esta distancia cambió dramáticamente con una llamada telefónica, un momento que definió no solo el destino de Apple, sino también el de Steve Jobs.

Steve Jobs se enfrentó a una decisión crítica durante esa llamada con Edgar Woolard, entonces presidente de la junta directiva de Apple. Woolard, buscaba consejo sobre el rendimiento del CEO de Apple en ese momento, Gil Amelio. 

Se debatía internamente entre ser brutalmente honesto sobre Gil Amelio, a quien consideraba incompetente, o guardar silencio para mantener la armonía. ¿Qué debía hacer?

Pensé: o le digo la verdad, que Gil es un imbécil, o miento por omisión. 

Él está en la junta directiva de Apple, tengo el deber de decirle lo que pienso. Por otro lado, si se lo digo, se lo dirá a Gil, en cuyo caso Gil nunca volverá a escucharme y se joderá con la gente que traje a Apple. 

Todo esto ocurrió en mi cabeza en menos de 30 segundos. 

Finalmente decidí que le debía la verdad a este tipo. Me preocupaba profundamente Apple. Así que simplemente le dejé tenerlo. Dije que este tipo es el peor director ejecutivo que he visto en mi vida. Creo que si necesitaras una licencia para ser director ejecutivo, él no la obtendría. 

Cuando colgué el teléfono, pensé: "Probablemente hice una cosa realmente estúpida".

La elección, en esos treinta segundos, fue ser implacablemente sincero. Calificó a Amelio como el "peor CEO" que había visto, cuestionando incluso su capacidad para obtener una licencia hipotética de CEO. 

Esta franqueza resultó ser un punto de inflexión tanto para él como para Apple. Woolard, ya convencido del declive inevitable de Apple bajo la dirección de Amelio, encontró en las palabras la confirmación que necesitaba.

Esos 30 segundos marcaron la vuelta de Steve Jobs a Apple

Esta conversación fue más que una simple evaluación; desencadenó una serie de eventos que llevaron al eventual regreso de Steve Jobs a Apple. Como si se tratara de un efecto dominó, la crítica de Steve Jobs a Amelio resonó en la junta directiva, culminando en la salida de este último.

El impacto de esos treinta segundos es incalculable. Bajo la dirección revitalizada de Jobs, Apple no solo evitó el colapso, sino que se catapultó a nuevas alturas, innovando con productos como el iPhone, que revolucionaron la industria. 

Así es como Steve Jobs y Bill Gates crearon el mito del líder carismático y despiadado para alcanzar el éxito

Esta historia, narrada en Inc., subraya la importancia de la franqueza en momentos críticos y cómo una decisión aparentemente pequeña puede alterar el curso de la historia de una compañía.

El regreso de Jobs a Apple no fue solo un cambio de liderazgo, sino el comienzo de una era de innovación y éxito sin precedentes. Su decisión de hablar claramente, aunque arriesgada, demostró ser el catalizador necesario para la transformación de Apple. 

Este episodio resalta la relevancia de la honestidad y la valentía en la toma de decisiones, especialmente cuando el futuro de una empresa está en juego. Este es un recordatorio poderoso para los líderes actuales: a veces, los momentos más breves pueden tener los efectos más duraderos.