A menudo me quejo de la falta de tiempo en el día, con las responsabilidades laborales, las tareas de casa, las comidas y esos momentos, también muy necesarios, para relajarme y descansar. Pero, como la mayoría, no puedo negar que tengo al menos unas cuantas horas libres en las que podría emplear para aprender, reflexionar y pensar, según la famosa "regla de las 5 horas".

Vayamos por partes y expliquemos primero en qué consiste. La "regla de las 5 horas" es una estrategia de desarrollo personal que algunas figuras como Elon Musk y Bill Gates dicen que llevan a cabo de forma diaria en su vida. 

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El concepto central es dedicar una hora al día, o cinco horas a la semana en total, al aprendizaje, la reflexión y la experimentación. Esta regla se basa en la creencia de que invertir tiempo en el crecimiento personal y el desarrollo de nuevas habilidades puede marcar la diferencia entre el éxito y la mediocridad como persona.

Teniendo esto en cuenta, y después de analizar lo que hago cada día, me di cuenta de que, en teoría, debería tener al menos una hora al día para dedicar al crecimiento personal. Sin embargo, la realidad es un poco diferente, al menos en mi caso.

Esta es mi experiencia durante una semana probando la famosa "regla de las 5 horas" de Bill Gates

Gran parte de esas horas "libres", es decir, esas horas en las que no estoy trabajando, las dedico a cosas básicas de mi vida diaria: las compras, limpiar la casa, cocinar y, como antes he dicho, algo de descanso. Una vez que restamos todo esto, debería de quedarnos una hora para invertir en ese crecimiento que se busca con esta regla.

Siguiendo el consejo de figuras como Elon Musk y Bill Gates, me propuse implementar la "regla de las 5 horas" en mi vida durante una semana y ver qué tal funciona. Después de todo, estos son dos de los hombres más exitosos del mundo, ¿quién no querría seguir su ejemplo?

Aprendizaje

La primera parte de la regla, explica que debes dedicar un pequeño momento al aprendizaje. Esto la verdad es que suena bastante positivo, ya que nunca viene mal obligarse un poco a aprender algo nuevo y que muchas veces enriquece tu día a día o tu profesión. 

En mi caso, y viendo que estas dos figuras consideran un libro como un buen método para cumplir esta parte, decidí que la lectura sería mi principal fuente de aprendizaje. Algunos días los dediqué a leer un libro sobre un tema que me interesa, aunque es cierto que otros los empleé en leer artículos que me aportan conocimiento sobre inteligencia artificial o ciberseguridad.

Pero aquí es donde comencé a encontrar los primeros problemas. A pesar de que en un principio todo fue como la seda, descubrí que la vida a menudo se interponía en el camino. Los momentos destinados a este aprendizaje a veces se complicaban por problemas externos a mí, como citas pendientes o tareas que se extienden más de lo que deberían. 

La verdad es que siempre he estado con la sensación de que el tiempo era demasiado escaso. Incluso cuando lograba encontrar un momento para la lectura, muchas veces el cansancio a veces dificultaba la concentración y la realmente asimilar lo que estaba leyendo. Terminé dejando de disfrutarlo.

Experimentación

La segunda parte de la regla, la experimentación, ya sí que 100% elevaba la complejidad a otro nivel. La idea de probar cosas nuevas y estar dispuesta a fracasar para aprender es muy positivo en teoría. Sin embargo, este tipo de tareas suenan muy bien en el papel, pero cuando realmente necesitas sacar tiempo —como si ya me quedase mucho— para ello, la cosa se complica.

En mi caso decidí, pese a todo, experimentar con algo que supiese que estaba dejando aparcado y que me resultase muy práctico como es adentrarme en el mundo de la economía y la inversión. Como digo, fue complejo, pero claro, es algo que quería hacer, así que me sirvió como "obligación" para hacerlo esta semana.

Si apartamos esto, la verdad es que buscar de nuevo tiempo para experimentar con algo que te ponga a prueba realmente suena para personas que tengan poco que hacer en su vida diaria.

Reflexión

Reflexionar, la tercera y última parte de la regla, resultó ser algo en lo que, pese a no invertir mucho tiempo durante la semana, ha resultado bastante interesante para mí. Esta práctica, que solo me tomaba unos 10 o 15 minutos al día, sí que me ayudó a entender mejor mis pensamientos y emociones, escribirlas si lo veía necesario, e incluso reorganizar mi vida. 

Aquí sí que noté que a nivel psicológico resultó bastante positivo. Reflexionar, aunque sea para ver qué estás haciendo mal en tu vida diaria, ya es un gran paso para mejorar tu estado emocional.

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Una experiencia que, definitivamente, no está hecha para cualquier persona

Con todo esto y como puedes ver, no cabe duda de la "regla de las 5 horas" de personalidades como Bill Gates y Aleon Musk no es una solución universal que sirva para todo el mundo —mi madre es un claro ejemplo de falta de tiempo por todos los lados para hacer lo básico—. Si bien es un enfoque muy interesante para muchas personas, está claro que no todos tienen el mismo nivel de flexibilidad en su rutina diaria. 

Así que, y como digo muchas veces cuando he probado otros métodos o trucos, la clave está en no seguirlas al pie de la letra, pero sí buscar qué puntos son para ti favorables y adaptarlos en la medida en la que resulten realmente positivos y no una lucha diaria contra ti o contra el tiempo.