Las 8 misiones espaciales más caras de la historia

Han pasado ya más de seis décadas desde la misión Sputnik 1, la primera en poner en órbita un objeto creado por el ser humano. Fue el primer paso de la carrera espacial, y desde entonces hemos enviado al espacio cientos de sondas, satélites y naves, además de numerosos seres humanos.
Cada vez somos más conscientes de que la exploración del espacio y las ciencias relacionadas con el mismo son extremadamente importantes para la humanidad. De hecho, nuestro día a día sería drásticamente distinto sin las misiones espaciales.
Y es que a este tipo de misiones les debemos los satélites de telecomunicaciones, avances en medicina, y por supuesto, una gran parte de nuestro conocimiento sobre la formación del universo, de nuestro sistema solar, e incluso de la vida en nuestro planeta.
Es indudable que las misiones espaciales son valiosas de diversas maneras. No solo las agencias espaciales han visto su potencial, sino que además han surgido diversas empresas dedicadas al espacio en los últimos años.
Podríamos decir que en la mayoría de casos, el conocimiento que hemos obtenido gracias a estas misiones es de un valor incalculable. Y aunque es totalmente cierto, todas esas misiones, como es lógico, cuestan dinero.
Índice de contenidos
- Lanzaderas espaciales: el programa Space Shuttle de la NASA
- La Estación Espacial Internacional
- El Programa Apolo, responsable de llevar al ser humano a la superficie de la Luna
- Salyut 6, una de las primeras estaciones espaciales
- Global Positioning System, el guía de nuestro día a día
- El telescopio Hubble, una mirada a los confines del universo
- James Webb, el principal sucesor de Hubble
- Galileo, el GPS de la ESA
No es algo de lo que suela hablarse con frecuencia, ya que lo verdaderamente importante en cualquier misión es que cumplan tantos objetivos como sea posible, y que no haya bajas, especialmente si hay astronautas involucrados.
Pero aunque sea por simple curiosidad, puede que te interese saber cuánto dinero se invierte en una misión espacial. Los costes varían muchísimo, pero por norma general siempre son cifras millonarias.
En esta lista vamos a hacer un repaso a las misiones espaciales más caras de la historia. Puede que no te esperes algunas de las que están en la lista, aunque sin duda, lo que más te sorprenderá es el precio de cualquiera de ellas.
Lanzaderas espaciales: el programa Space Shuttle de la NASA

Resulta quizá un tanto irónico, pero la misión más cara de la historia no es un programa con fines científicos o de exploración de ningún tipo. El Programa Space Shuttle de la NASA estaba dedicado al transporte de personas y material.
Y este servicio de transporte le costó a la NASA la friolera de 209.000 millones de dólares. Es, con diferencia, el programa más caro que se ha llevado a cabo hasta ahora. Ni siquiera las misiones a la Luna, a Marte, o a los confines del sistema solar han supuesto un coste tan elevado.
Hay varios motivos por los que el programa Space Shuttle acabó siendo tan extremadamente caro. Algunas partes de las naves no eran reutilizables, lo que obligaba a reconstruirlas tras cada lanzamiento.
Y además el diseño del equipamiento era tan antiguo que adquirir piezas compatibles subía muchísimo el coste, debido a que debían comprarse a fabricantes muy específicos. Y dado que no se modernizó apenas durante sus años de funcionamiento, los costes no se redujeron.
Aunque sirvió para satisfacer las necesidades del momento, este programa no gozó nunca de muchos fans, ni siquiera entre quienes trabajaban en la NASA o en el propio proyecto.
Eventualmente el programa fue cancelado en 2011, y desde entonces la NASA recurre principalmente a cohetes rusos para sus misiones. Aunque actualmente están desarrollando un programa similar, y aunque no está operativo todavía, los costes que se estiman son también muy elevados.

Como detalle, el programa Space Shuttle no es solo el más caro, sino también el programa en el que más astronautas han muerto. Esto se debe al fallo de los transbordadores Challenger y Columbia, que le costaron la vida a 14 personas.
La Estación Espacial Internacional

Que esta misión sea especialmente cara no debe de sorprender a nadie, sobre todo si tenemos en cuenta que es una estación habitable que lleva años orbitando la Tierra. Como su nombre indica, es un proyecto realizado por varios países, y su coste asciende a 160.000 millones de dólares.
Por suerte, y al contrario que con el programa Space Shuttle, el coste de la Estación Espacial Internacional (ISS) no corrió a cargo de un solo país. Los gastos se dividieron entre varias agencias de diferentes países, haciendo el proyecto algo más asequible.
La NASA aportó 59.000 millones de dólares, Rusia 12.000 millones, la ESA y la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial aportaron 5.000 millones cada una, Canadá aportó 2.000 millones…
Actualmente es la estructura más cara que ha construido la humanidad, dentro o fuera de los límites de nuestro planeta. Y su mantenimiento tampoco es barato. Pero al igual que ocurrió con su construcción, los gastos corren a cargo de diferentes agencias espaciales.
Funciona principalmente como laboratorio, ya que permite realizar experimentos de numerosos campos científicos en un entorno único. Por ejemplo, la ISS permite estudiar cómo afectan los entornos de microgravedad al ser humano.
Parece no obstante que las misiones científicas van a dejar de ser el objetivo principal de la Estación Espacial Internacional, ya que la NASA ha decidido empezar a aceptar misiones comerciales de cualquier tipo por el beneficio económico que puede aportar.
El Programa Apolo, responsable de llevar al ser humano a la superficie de la Luna

Pese a que la Luna no está demasiado lejos de nosotros, al menos en lo que a una escala cósmica se refiere, llevar a humanos a su superficie no fue en absoluto una tarea sencilla, y menos aún cuando la tecnología disponible no era ni remotamente tan avanzada como la actual.
No solo fue complejo a nivel técnico, sino que además requirió una inversión considerable. En los años 60, el Programa Apolo costó en torno a 25.400 millones de dólares, que ajustado a la inflación actual ascendería a unos 152.000 millones de dólares.
Por supuesto, la misión más conocida del Programa Apolo es la del Apolo 11, que en el año 1969 logró que Buzz Aldrin y Neil Armstrong pisaran la Luna. Pero después del Apolo 11 hubo seis misiones más dentro del programa que llevaron de nuevo al ser humano al satélite terrestre.
Además, previo al primer aterrizaje también hubo otros lanzamientos y viajes de prueba, que si bien no estaban destinados a llegar a la Luna, eran cruciales para asegurarse de que todo funcionaría debidamente en las misiones principales.
En general, enviar astronautas al espacio sale bastante caro, y sumado a las dificultades tecnológicas que suponía, no es de extrañar que el coste sea tan elevado. Pero el Programa Apolo permitió traer numerosas muestras de la Luna que la comunidad científica ha podido estudiar en profundidad.
Salyut 6, una de las primeras estaciones espaciales

La Estación Espacial Internacional no fue el primer hábitat que el ser humano envió al espacio. Durante los años 70, la URSS tuvo varios proyectos en los que se desarrollaron estaciones espaciales.
El principal fue el Programa Salyut, que logró poner en órbita varias estaciones espaciales funcionales. De entre todas ellas, la más cara fue la Salyut 6. Si ajustamos su precio a la inflación actual, el precio de la estación Salyut 6 asciende a más de 28.000 millones de dólares.
Esta estación espacial destacó entre las demás no solo por su precio. Introdujo sistemas novedosos, y ayudó a definir algunos puntos importantes en el diseño de estaciones espaciales que posteriormente tendrían influencia en el diseño de la Estación Espacial Internacional.
Por ejemplo, la Salyut 6 fue la primera estación espacial en tener dos puertos de atraque en vez de uno solo. Esto permitía que hubiera tripulación a bordo de la estación, con su propia nave en uno de los puertos, y otras naves pudieran hacer visitas esporádicas con diferentes propósitos.
También se mejoraron las zonas habitables con esta estación. Por primera vez, los astronautas disponían de una zona específica para dormir, de ducha y de un gimnasio para combatir la degeneración muscular y ósea sufrida en el espacio.
Global Positioning System, el guía de nuestro día a día

Los satélites artificiales son uno de los inventos más prácticos para la humanidad que han surgido gracias a la carrera espacial. A ellos les debemos, por ejemplo, el sistema de telecomunicaciones que usamos actualmente.
Y aun si no somos completamente conscientes de ello, hay otro sistema de satélites que usamos con muchísima frecuencia: el Global Positioning System, más conocido como GPS.
Actualmente la red de satélites GPS está formada por 33 satélites. El sistema lleva desde los años 80 a disposición de la población civil, y se ha convertido en el sistema de geolocalización más utilizado a nivel global.
Algunos de los satélites fueron lanzados en los 70, pero el sistema se ha modernizado progresivamente para adaptarse a nuevas tecnologías y a las necesidades de los usuarios.
Gracias a ello, disponemos de mapas detallados y geolocalización en prácticamente cualquier lugar del planeta.
En total, el programa encargado de convertir el sistema GPS en una realidad costó 12.000 millones de dólares inicialmente, y su mantenimiento asciende a unos 750 millones de dólares cada año.
Es desde luego un programa costoso, pero resulta muy útil de numerosas maneras. No solo tiene usos militares o civiles, sino que también resulta práctico para la geología y otros campos de la ciencia.
El telescopio Hubble, una mirada a los confines del universo

La astronomía cuenta con numerosas herramientas en la Tierra que permiten estudiar el espacio entorno a nuestro planeta, y también explorar los límites del universo conocido. Los telescopios y radiotelescopios cada vez son más potentes, y permiten realizar observaciones extremadamente detalladas.
Pero la atmósfera, la contaminación de diversos tipos, y otra serie de factores afectan enormemente a la calidad de imagen y señal que podemos obtener desde la superficie de la Tierra. Esta distorsión es imposible de evitar si observamos el espacio desde la superficie de la Tierra.
Por esta razón, los telescopios espaciales son una herramienta esencial para la astronomía. Y uno de los más conocidos es sin duda el telescopio Hubble, que este año celebra su treinta aniversario en funcionamiento.
Desde su lanzamiento, el Hubble le ha costado a la NASA en torno a 10.000 millones de dólares. Actualmente sigue operativo (aunque cada vez requiere más mantenimiento), y salvo que sufra algún error catastrófico, seguirá trabajando como mínimo hasta junio de 2021.
Estrictamente hablando, podría seguir funcionando hasta pasado el año 2030. Pero todos los años en el espacio le han pasado factura, y algunos de sus sensores carecen de precisión o han dejado de funcionar. Por esa razón, varias agencias espaciales están construyendo telescopios que le darán el relevo en no demasiado tiempo.
James Webb, el principal sucesor de Hubble

Precisamente, otra de las misiones espaciales más caras de la historia es el futuro relevo del telescopio Hubble. Mantener el Hubble cada vez es más caro y más complejo, y la mejor solución ha resultado ser construir un nuevo telescopio más potente.
Por ello, la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Canadiense se han unido en la creación del Telescopio Espacial James Webb. Aún no está terminado, y ha sufrido numerosos retrasos, pero el coste estimado final está estimado en 9.600 millones de dólares.
Además, la NASA recientemente jubiló otro de sus mejores telescopios espaciales, el Spitzer, y el James Webb tendrá que cubrir también las tareas que este llevaba a cabo. Pero estrictamente hablando, el James Webb no es solo un sustituto.
Lógicamente, al ser un telescopio más moderno que el Hubble y el Spitzer, sus instrumentos de observación serán mucho más potentes que los de los telescopios antiguos. Y sus primeras observaciones se centrarán en los confines del universo, por lo que probablemente recibamos imágenes y datos auténticamente increíbles gracias a él.
El James Webb es además un telescopio de infrarrojos (al contrario que el Hubble, que era un telescopio óptico). La observación astronómica por infrarrojos es muy sensible, y se ve tremendamente afectada por cualquier fuente de radiación infrarroja.
Esta radiación proviene literalmente de cualquier fuente de calor: desde el Sol o la superficie de la Tierra hasta el cuerpo humano. Por lo que el mejor lugar para las observaciones astronómicas con infrarrojos es el espacio, donde al menos el telescopio podrá alejarse de algunas de las fuentes de calor.
Si no sufre todavía más retrasos, el Telescopio James Webb será enviado al espacio a finales de marzo del 2021. Pocos días después, alcanzará su órbita objetivo y empezará a realizar las primeras observaciones del universo.
Galileo, el GPS de la ESA

El sistema GPS lleva muchos años funcionando eficientemente, pero eso no implica que no sea mejorable ni tenga limitaciones. Con eso en mente, hace unos años la ESA desarrolló el Programa Galileo, una constelación de satélites de geolocalización.
Pese a estar bajo control europeo, funciona a nivel global, igual que el sistema GPS. Y de hecho, su señal es compatible con la señal GPS, por lo que cada vez que usamos sistemas y apps de geolocalización estamos usando también los servicios de Galileo.
El sistema Galileo lleva funcionando desde el año 2016. Dispone de 24 satélites funcionales y varios en reserva. Durante estos últimos años se han añadido más satélites a la red, ampliando por tanto la cobertura.
Además de los servicios de geolocalización para usuarios en el día a día, ha mejorado considerablemente la señal en zonas que antes disponían de señal limitada. Y ha conseguido reducir muchísimo el tiempo que se tarda en localizar las señales de emergencia, lo que permite llevar a cabo rescates mucho más rápido.
En base a estimaciones del año 2013, Galileo costó unos 6.300 millones de euros. No obstante, ha habido gastos posteriores, por lo que las cifras podrían ser superiores. Puede que tener varios sistemas de satélites GPS parezca redundante, pero Galileo permite a Europa funcionar independientemente de regulaciones y normas establecidas por EEUU.
Descubre más sobre Clara Luengo Ramos, autor/a de este artículo.
Conoce cómo trabajamos en Computerhoy.