La velocidad de internet es un problema para muchos hogares y empresas. Cada vez hay más equipos y dispositivos conectados a la red y la dependencia crece, por eso en cuanto se recibe menos velocidad de la esperada hay que tratar de ponerle solución.

En este caso no hablamos de los problemas con el wifi que son tan habituales, sino de la velocidad de la fibra óptica que puedes medir con distintas herramientas cuando sientes que no alcanzas con tus equipos lo que tienes contratado.

Lo primero de todo es apuntar que en ocasiones la razón está fuera de casa. En función de la compañía se puede llegar a alcanzar el tope de lo que son capaces de gestionar en un área concreta, como donde se encuentre tu domicilio. Suena extraño, pero basta con recordar algunas épocas del confinamiento para entenderlo.

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Un motivo que citan en The Conversation es que en ocasiones los routers que ofrecen las compañías, o el que se tiene en casa, no son del todo compatibles con la fibra óptica o se han quedado obsoletos. Si sospechas que te ocurre, deberías encontrar información al respecto con facilidad en internet.

Después, si no estás conectado por cable, también es posible que tu problema se encuentre en que estés compartiendo el ancho de banda con algún vecino. Esto ocurre si se tiene contratado el mismo servicio (con el mismo router) y no se ha modificado la configuración de fábrica.

Del mismo modo, si los ordenadores de casa son viejos o tu móvil tiene unos cuantos años, igual no son capaces de aprovechar los beneficios de la fibra óptica y puede que solo gestionen una elevada parte de la conexión, no todo lo posible. 

Un paso a dar sí o sí en caso de que no tengas la velocidad suficiente en casa es el que hemos citado antes, cambiar el canal del WiFi, y casi debería ser lo primero a hacer cuando te instalan el router junto a solucionar el problema con la contraseña. Si no sabes cómo cambiarlo, te lo explicamos en este manual.

De todas formas, hay algunas prácticas que debes hacer con tu ordenador si has comprobado que no tienes la velocidad suficiente en él, como cerrar y desactivar aplicaciones que no utilizas habitualmente o deshabilitar las actualizaciones automáticas.

Por último, es recomendable que desconectes los dispositivos que siguen consumiendo datos aunque no sea necesario. Piensa en la cantidad de ellos que están enchufados y conectados a la red sin que los estés usando.