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Positividad tóxica en redes: cuando la felicidad puede convertirse en un peligro

Enrique Luque de Gregorio

Positividad tóxica en redes: cuándo la felicidad puede convertirse en un peligro

Decía el historiador y filósofo Antonio Escohotado que somos “los niños mimados de la historia”. Es decir, una generación de seres humanos que ha superado hace mucho tiempo los problemas primarios de la existencia (alimentarse, sobrevivir, tener cobijo) y por lo tanto puede ocuparse en otros menesteres. 

Hoy en día, en redes sociales (y más allá) es fácil encontrarte con mensajes de extremo optimismo y positivismo radical: “¡tú puedes con todo!”, “eres una persona especial”, “tienes que disfrutar al máximo de la vida”, como si la vida realmente consistiera en eso, en ser feliz por el mero hecho de haber nacido. 

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Algo que algunos catalogan de positividad tóxica, y que se puede apreciar especialmente en redes sociales. Para muchos expertos, en cambio, hablar de felicidad no se ajusta a nada, puesto que la vida tiende a alternar momentos malos y buenos para todos, sin importar tu condición. Por lo tanto, ¿hasta qué punto puedes dar por buena la positividad que se suele transmitir en redes sociales?

O dicho de otra forma: ¿es recomendable para la salud mental esa especie de espejismo que reflejan las redes sociales en la que todo es felicidad, colorido, banalidad, y que deja fuera la parte menos amable y más cruel de la existencia? Esa parte que puede apreciarse en cualquier noticiario, cualquier día, y que también está a tu alrededor. 

Positividad tóxica en redes: cuando la felicidad puede convertirse en un peligro

Positividad tóxica y el peligro de las redes sociales

No es descabellado pensar que las redes sociales no reflejan la vida real de sus usuarios, sino la vida que les gustaría tener, por así decirlo. Muchos utilizan términos coloquiales como “postureo” para definir este fenómeno. 

Pero ese alto grado de optimismo, conocido como positividad tóxica, puede ser sin duda perjudicial en muchos sentidos psicológicos. 

En primer lugar, está el peligro de fijarse demasiado en los demás. Las modas siempre han existido, pero los “influencers” y demás creadores de contenido en Internet pueden generar una imagen no del todo cierta de la realidad, capaz de generar un impacto perjudicial, sobre todo entre los más jóvenes (y, por lo tanto, influenciables). 

Para entender esto, señalan los expertos, se debe prestar atención a la enorme cantidad de recomendaciones que se ofrecen desde las propias redes, y que igualmente pueden llevar a la confusión. Cada individuo, al final, es singular. Es decir, que la felicidad de otros no tiene por qué ser tu felicidad. 

El riesgo de ser siempre feliz

El exceso de “buenrollismo” que se comparte en redes sociales, advierten muchos especialistas, puede hacer que siempre intentes ver las cosas desde un prisma positivo y feliz. ¿Es eso malo? No, pero no conviene confundir optimismo con ingenuidad. 

Para dar un ejemplo práctico, mantener siempre ese positivismo tóxico puede ser como esconder el desorden o la suciedad debajo de la alfombra: que no quieras verlo no quiere decir, ni mucho menos, que no esté ahí. Y al final puede ser peor. 

Positividad tóxica en redes: cuando la felicidad puede convertirse en un peligro

Por eso, muchos psicólogos recomiendan ser prudentes a la hora de “comprar” el mensaje excesivamente positivo no solo de las redes, sino de muchos factores de la realidad actual. Entender que tu vida también tiene –y tendrá– cosas malas no es negativo, ni algo de lo que avergonzarse. 

Pese a todo, y por mucho que la positividad tóxica cada vez sea más motivo de estudio (con ese nombre o con otro), la realidad es que se trata de un fenómeno moderno, y muy asociado a las redes sociales; o sea, que llevará tiempo conseguir una respuesta y ver hasta qué punto puede afectarte en el día a día. 

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¿Ocultar todo lo malo y no mirar hacia aquello que no quieres ver, viviendo en un mundo de cosas alegres, bonitas, amables y muchas veces infantiles te hace más fuerte o más vulnerable? 

Los expertos tienen serias dudas, e incluso hay quienes asocian redes sociales (y esa positividad tóxica) con otra realidad incontestable: el preocupante aumento en número de jóvenes con problemas de depresión y apatía. 

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Etiquetas: Salud, Opinión