Probar smartwatches debería ser disciplina olímpica
Los relojes inteligentes y pulseras de monitorización deportiva son una buena forma de motivarte para ponerte en forma. Te cuento cómo le he cogido el gustillo a eso del deporte mientras analizo smartwatches y pulseras deportivas.
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Os voy a revelar un secreto: hay personas en el mundo a las que no les gusta hacer deporte, y yo soy uno de ellos. Admiro profundamente a aquellas personas a las que les apasiona sudar la camiseta y llevar sus pulsaciones al límite, pero mira, eso nunca ha ido conmigo.
De niño hice deporte más por socializar que por pasión al esfuerzo físico, y como todo ser humano de bien, me he apuntado al gimnasio cada enero con el firme propósito de empezar a hacer deporte, hasta que la realidad caía sobre mi como una losa que me dejaba atrapado en el sofá, jugando a videojuegos u observando el vuelo de una mosca con tal de no ir al gimnasio. Y pasó lo que tenía que pasar.
Las pulseras deportivas y relojes inteligentes se pusieron de moda y no se iban a analizar solas. Lo que no habían conseguido amigos, novias y la operación bikini de cada año, lo iba a conseguir un puñado de chips atados a mi muñeca. Yo haciendo deporte, ¡quién me lo iba a decir!
Por definición, analizar un dispositivo implica usar todas sus funciones y comprobar en primera persona qué hace bien y qué no. En ComputerHoy.com estamos muy comprometidos con el rigor y la fiabilidad en nuestros análisis, por lo que no dudé en calzarme unas deportivas y sacrificarme por vosotros, lectores.
Algo tan específico como un accesorio orientado al deporte, implica que quien lo pone a prueba debe hacer actividades deportivas para comprobar que el registro de pulsaciones, saturación de oxígeno en sangre, distancia, posicionamiento GPS y todas y cada una de las numerosas funciones que integran son correctas.
Para saber si el dispositivo que estoy probando detecta bien las pulsaciones no basta con contar las veces que has creído estar al borde del infarto. Los calambres en las piernas tras una larga travesía tampoco sirven como medida de distancia.
Por ello, además de mis zapatillas deportivas, acostumbro a llevar un segundo dispositivo de control en la muñeca contraria para contrastar los datos y ver si coinciden ambas mediciones.
Se ha dado el caso en el que, por acumulación de dispositivos para analizar, incluso he salido con tres dispositivos amarrados a mis muñecas. Si os cruzáis con alguien con tres relojes no le juzguéis, solo dadle cariño.
Llevar dos relojes, por ejemplo, me salvó de creer que me estaba dando una taquicardia cuando los sensores del Redmi Watch 2 Lite que estaba analizando marcaba más de 140 pulsaciones mientras paseaba tranquilamente comprobando la precisión de su GPS. Por suerte, el Huawei Watch GT 3 que analizamos recientemente confirmó que ni mi salud corría peligro ni el GPS del Xiaomi era tan preciso.
Normalmente, usamos otros relojes inteligentes de gama alta que ofrezcan la máxima precisión y fiabilidad en el registro de datos.
Por ejemplo, para contrastar los datos mi compañero Alejandro Alcolea ha utilizado durante algún tiempo el Apple Watch SE, una versión más asequible que el Apple Watch series 7, pero con sensores y mediciones igual de fiables.
Por mi parte he estado utilizando el mencionado Huawei Watch GT 3, y el Fitbit Sense. Son relojes inteligentes deportivos de referencia que nos ayudan a comprobar si, efectivamente, los datos recogidos por otros dispositivos son fiables o no.
Y así, casi sin querer, probar relojes inteligentes y pulseras deportivas está consiguiendo que levante mis sedentarias posaderas de la silla y empiece a pillarle el gusto a eso de salir con la MTB por el bosque, a caminar para cumplir los objetivos diarios de pasos o subir por las escaleras en vez de con el ascensor, aunque solo sea por el postureo de la foto para incluirla en el análisis.
Alguna vez, mientras estaba dándolo todo sobre mi bicicleta o echando carreras a los yayos por los paseos de cualquier ciudad (no os fieis de las apariencias, hay más maratonistas de más de 70 años de lo que parece), me han surgido dudas sobre si soy yo quien está probando el dispositivo o es el dispositivo quien está poniendo a prueba mi (escasa) forma física.
No siempre ha sido sencillo analizar este tipo de dispositivos deportivos. Debo reconocer que uno de los mayores retos a los que me he enfrentado al analizar un dispositivo de estas características es tener que hacerlo sin salir de casa en las primeras semanas del confinamiento sanitario por la COVID-19.
¿Cómo poner a prueba un reloj deportivo como el Huawei Watch Gt 2e que me tocó analizar por aquellas fechas, diseñado para medir distancias en kilómetros, pulsaciones por centenares y pasos por decenas de miles, encerrado en un piso de 80 m2 y sin equipamiento deportivo a mano?
No quedaba otra que agudizar el ingenio. Resolví la situación como tantas otras personas en aquellos días: recorriendo los 11 metros de pasillo de mi casa una y otra vez como un hámster en una rueda. Tuve suerte que en mi comunidad de vecinos somos pocos y bien avenidos y pude ampliar mi circuito de entrenamiento subiendo y bajando las escaleras desiertas protegido con una mascarilla.
Yo, que odiaba toda forma de deporte, me veía buscando formas para poner a prueba un dispositivo deportivo en medio de una pandemia mundial. ¡Quién me ha visto y quién me ve!
En este momento me encuentro probando el Huawei GT Runner, una variante del Huawei GT 3 orientado específicamente para runners y atletas.
Yo ya tengo casi decidido el color fosforito para las mallas reglamentarias que todo runner debe vestir, y he contado los días para las próximas olimpiadas. A París 2024 no llego, pero hacedme un hueco para las siguientes que me pongo a ello.
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